Esto es justamente todo lo contrario a lo que se debiera hacer para hacer las cosas bien, no ser un hipócrita y no demostrar que lo que te preocupa es colocar a tus afines, el poder y sus sillones y no cargar aún más los sufridos bolsillos de los ciudadanos, de los que día a día tratas de convencer que te preocupas, con un discurso de constantes emergencias por doquier, de que no llegan a final de mes, de desigualdad...
Es la diferencia entre la retórica y los hechos, entre la demagogia y la coherencia, entre el despilfarro y la prudencia, entre abusar de tu poder y no hacerlo, entre lo moral y lo inmoral, entre servirte de lo público y servir al público, entre costearte tus delirios o que te los paguen otros...
Artículo de El Confidencial
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