miércoles, 13 de marzo de 2013

Siete maneras comprobadas de desmotivar a los trabajadores (Curiosidades, Anécdotas históricas. 244)

La motivación del empleado es muy importante para mejorar el rendimiento y un ambiente proclive en al empresa. 
Este artículo muestra siete maneras comprobadas de desmotivar a los trabajadores:
"Hoy día en el mundo laboral quien lidera un equipo no se sabe si es porque realmente cumple con las competencias profesionales y personales que conlleva el puesto, o es el que aparentemente puede llevar las funciones correspondientes a un menor coste. Seamos optimistas y pensemos que liderar un equipo puede entrenarse y aprenderse, eso sí, si la empresa está dispuesta a dedicar tiempo y dinero, o quieren encontrar a superwoman, o superman que pueda con todo.
Me gusta pensar que poco a poco somos más constructivos, es decir, no existen errores sino experiencias sobre las que debemos reflexionar y aprender en el caso que no hayan sido buenas. Pero el peligro de estos perfiles no es que les pidas que tengan la capacidad de ilusionar o de ser un gurú sino que, al menos, que no contribuyan a alimentar la desmotivación. Quién no ha vivido en un momento de su vida laboral a aquel jefecillo que suelta: “No te pago para pensar”, “no me vengas con problemas, tráeme soluciones”, “eso es un asunto personal”, “deberías sentirte afortunado por tener un trabajo”… ¿Aportan estas frases algo constructivo?
Existen maneras comprobadas de desmotivar al personal:
 1. No invitar nunca a almorzar a empleados de diferentes niveles y áreas y preguntarles qué cambiarían en la organización o cómo lo cambiarían. Ojo, esta iniciativa debe hacerse con un fin de mejora, no para aprovechar y tachar en la lista negra aquellos que constructivamente hacen una crítica.
2. No comunicar toda la información corporativa a todos los empleados al tiempo. Menos mal que está la máquina del café, sin ella no nos enteraríamos de nada.
3. No motivarles a mejorar un proceso, procedimiento o aspecto de su trabajo cada día. Un proceso está mal hecho, para qué voy a molestarme o ayudarle a mejorar si hay mucha gente deseando trabajo. Así no evolucionaremos nunca.
4. No compartir un problema con todos los empleados y pedirles sugerencias para resolverlo. Típico jefe que lo sabe todo, su pensamiento habitual: “Yo soy el que debo resolverlo”.
5. No derribar las barreras entre departamentos. Para estos jefes cada departamento tiene su cometido, son islas aparte que no tienen nada que ver con el resto de departamentos. ¿Para qué crear sinergias? Típico controlador que teme que no le llegue la información que pueda manejar y manipular a su antojo.
6. No animar a los empleados a correr riesgos y hacerles saber que, si fracasan, no es grave. Pensamiento del mal gestor: “tienen que hacerlo perfecto como yo”, y mi pregunta es: ¿eres perfecto? ¿Eres el ejemplo de tu equipo? No exijas donde tú no llegas, o si eres tan bueno, ¿por qué no compartes con tu equipo lo mejor de ti para remar en el mismo barco? Seguro que tu equipo te lo agradecerá.
7. No realizar refuerzos positivos a tus colaboradores cuando realmente se lo merecen. No hay mayor satisfacción que recibir un elogio de tu responsable cuando es realmente cierto. Pero, ¡cuidado! hay el típico jefe que ha hecho un curso a distancia de cómo liderar equipos y debe ser que lo escuchó en la cama antes de irse a dormir y felicitan todo el rato, a diestro y siniestro. El hecho de estar felicitando todo el rato produce el efecto contrario, el colaborador se ha acostumbrado tanto que no lo valora, y por lo tanto no le va a generar satisfacción, y por ende motivación.
Estos son los principios para facultar a los empleados tomados de 10 Steps to Empowerment: A common-Sense Guide to Managing People, de Diane Tracy (1.001 formas de motivarBob Nelson) son:
1. Dígales a los empleados cuáles son sus responsabilidades.
2. Deles autoridad de acuerdo con sus responsabilidades.
3. Fije normas de excelencia.
4. Deles la formación que les permita cumplir esas normas.
5. Ofrézcales conocimientos e información.
6. Brinde retroinformación sobre el resultado.
7. Reconozca sus logros.
8. Confíe en ellos.
9. Concédales el derecho a equivocarse.
10. Trátelos con dignidad y respeto.
Y repito, si no saben mejorar el contexto laboral o crear un ambiente alegre, constructivo y creativo, es mejor que no diga nada, por lo menos así no fomentará el malestar ni la desmotivación. O incluso hable con su equipo y descubra qué es lo que desearían o necesitan para aumentar la satisfacción en el puesto de trabajo, que seguro que aumentará la producción. Piensen en aquellos jefes que realmente han admirado y han sido un modelo a seguir, ¿qué características personales y profesionales tenía? Y todo lo contrario, pensad en un mal jefe, ¿qué características personales y profesionales destacaban? También se aprende repitiendo el modelo de los mejores."


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