lunes, 20 de abril de 2020

Los efectos nefastos que tendrá la última ocurrencia de Sánchez sobre las mascarillas

Elentir analiza los nefastos efectos que tendrá la última ocurrencia del Gobierno (PSOE y Unidas Podemos) sobre las mascarillas. 

Pero lo esencial es la propaganda y escurrir el bulto tratando de crear chivos expiatorios a los que dirigir su propia responsabilidad, antes que atender las lecciones básicas de economía y la abrumadora evidencia histórica del control de precios. 

De hecho, como ya advertíamos, vemos las primeras consecuencias: La intervención de precios del Gobierno está paralizando las importaciones de mascarillas (reducción de oferta y escasez de las mismas. Varios importadores de hecho destacan que la fijación del precios puede tener dos consecuencias muy negativas como el desabastecimiento y la proliferación del mercado negro. Pero quién lo iba a saber...

Son unos genios, unos genios, cuya lamentable gestión cuesta vidas...

Artículo de Contando Estrelas: 
En su comparecencia de este sábado, Pedro Sánchez anunció una medida que puede resultar muy popular a corto plazo, pero tendrá efectos desastrosos a medio plazo.
El Gobierno quiere “controlar y fijar” los precios de las mascarillas
El presidente del Gobierno anunció que este domingo el Ministerio de Sanidad se propone “controlar y fijar” los precios de las mascarillas, con el objetivo de que sea “asumibles por parte del conjunto de la ciudadanía”. Seguramente la noticia habrá recibido los aplausos de muchas personas que no tengan ni la más mínima idea de economía. A fin de cuentas, es una medida puramente propagandística que no tiene en cuenta los efectos desastrosos que siempre tiene el control de precios en situaciones como la que estamos viviendo.
Una medida propagandística que ignora la lógica económica
Posiblemente, muchos al escuchar ese anuncio habrán pensado que ahora todo el mundo podrá comprar mascarillas a precios bajos. No va a ser así. Si el precio de las mascarillas ha subido es porque su demanda ha aumentado de una forma descomunal. Algunos demagogos han intentado criminalizar a los productores y distribuidores de este material, tachándoles de especuladores. Es posible que haya algún especulador intentando hacer su agosto con esta crisis, pero la realidad es otra. En economía hay un concepto muy elemental: que el valor de las cosas reside en su escasez. Si de repente la oferta de mascarillas no consigue cubrir el enorme aumento de la demanda, lo normal es que los precios suban. No es especulación: es lógica económica, esa lógica que es tan impopular entre la izquierda demagoga.
Obvia decir que el aumento repentino de la demanda tiene efectos en toda la cadena productiva, empezando por las materias primas. Para que nos hagamos una idea, el 7 de febrero The New York Times ponía el ejemplo de una fábrica francesa situada en Angers: “por lo general fabrica alrededor de 170 millones de cubrebocas quirúrgicos anualmente, pero en la última semana ha recibido pedidos por la asombrosa cantidad de 500 millones”. Es decir, que la producción se ha multiplicado por tres. Pero obvia decir que la demanda ha crecido mucho más. En el caso de esa fábrica francesa, tuvo que “contratar a más trabajadores para mantener las máquinas funcionando las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana”.
Una medida inútil pues la mayor parte de la producción viene del extranjero
Tengamos en cuenta que el aumento en la demanda de materias primas por parte de las fábricas también habrá encarecido los materiales con los que se fabrican las mascarillas. Por otra parte, y como señalaba aquel artículo de The New York Timesla mayoría de las mascarillas se fabrican en China y Taiwán. ¿Qué significa esto? Pues que tanto los precios de las materias primas como los precios de los productos que salen de esas fábricas quedan fuera de la jurisdicción española, lo mismo que pasa con muchos de los distribuidores mayoristas. Así pues, lo único que podrá regular el Gobierno de Sánchez es el precio final de venta en farmacias. Pero las farmacias no están formadas por malvados especuladores que quieren lucrarse a costa de la necesidad ajena, como parece creer la izquierda. Las mascarillas ya llegan a las farmacias a unos precios muy elevados.
Los farmacéuticos ya advirtieron que esa medida provocará desabastecimiento
El 9 de abril, Carlos Gallinal, secretario general de la Federación Empresarial de Farmacéuticos Españolas (FEFE), ya advirtió las consecuencias del control de precios: “conocemos las consecuencias de la fijación de precios a la baja en el medicamento. Ello produce, el déficit de suministro, es decir, lo que se conoce popularmente como desabastecimiento”. Utilicemos por un momento la lógica económica: si los distribuidores ofrecen mascarillas a las farmacias a un precio elevadísimo por encima de los marcados por el Gobierno, con unos precios fijados por el Gobierno una farmacia sólo tiene dos alternativas: o comprar las mascarillas a un precio mayor del que podrá venderlas al público (un completo absurdo que pondría a muchas farmacias en serios problemas económicos) o negarse a comprarlas y quedarse sin ellas. En la misma situación se van a ver los mayoristas y fabricantes españoles del sector, pues sus suministros y materias primas proceden en gran medida de otros países.
Los propios farmacéuticos padecen los efectos de la escasez de mascarillas
De hecho, a día de hoy hay muchas farmacias en las que sus empleados no tienen mascarillas, y el Gobierno tampoco se las ha suministrado a pesar de que las reclamaron, porque Sanidad no les considera un grupo de riesgo. El resultado lo señalaba el Colegio Oficial de Farmacéuticos este jueves: 11 farmacéuticos muertos y 493 contagiados por coronavirus. Y aún por encima de estar soportando los zarpazos de esta epidemia, muchos les señalan como si fuesen unos malvados especuladores, cuando la culpa es del Gobierno por no haber comprado mascarillas en grandes cantidades con antelación.
Las difamaciones del comunista Garzón a los distribuidores de mascarillas
Consciente de la responsabilidad del ejecutivo en esta situación, este viernes el ministro de Consumo, el comunista Alberto Garzón, intentó distraer la atención anunciando el inminente control de precios de las mascarillas y afirmando lo siguiente: “Determinados actores del sector de guantes, geles y mascarillas han optado por subir los precios y enriquecerse a costa del miedo y de la necesidad de los ciudadanos, provocando un problema importante para algunas familias. Por tanto, es inminente que haya un control claro y dijo de los precios de mascarillas y otros productos sanitarios”. Las palabras del ministro son una miserable difamación contra un sector productivo que ha tenido que afrontar un enorme aumento de la demanda.
Atacan al sector privado mientras se niegan a bajar el IVA de las mascarillas
La extrema izquierda lleva semanas aprovechando esta crisis sanitarias para demonizar a las empresas privadas, a pesar de que muchísimas de ellas están haciendo enormes esfuerzos para aportar su ayuda contra el coronavirus, incluyendo en algunos casos generosas donaciones de material para luchar contra la epidemia. El PSOE se ha contagiado también de ese odio ideológico hacia el sector privado y ha acabado asumiendo las absurdas recetas económicas de la ultraizquierda, entre ellas el control de precios, sin tener en cuenta sus efectos adversos. Hay que decir que el Estado podría aportar una ayuda para abaratar las mascarillas: reducir el IVA que soportan del 21% actual al 4% que ya se aplica a otros productos sanitariosAsí lo pidió Vox este lunes y también la Federación de Farmacéuticos este jueves. Pero mientras acusa a otros de querer enriquecerse, el Gobierno ha hecho oídos sordos a esas peticiones y seguirá sacando tajada con la venta de mascarillas.
El Gobierno debe dejar de pensar en términos de propaganda y demagogia
En las actuales condiciones, esperar a que bajen los precios no es una opción sensata, pues el tiempo corre en nuestra contra y cuantos más días pasemos sin mascarillas será peor. Lo que el Gobierno debería hacer es aliviar todo lo posible la carga fiscal que soportan fabricantes y distribuidores españoles, facilitando así que otras firmas se sumen a ese esfuerzo productivo, aumentando y diversificando la oferta y haciendo así que los precios bajen. Todo esto que acabo de señalar, y que ya han venido advirtiendo otros, es lo que tendría que haber valorado el ejecutivo si fuese responsable y atendiese a la lógica económica y al bien común, pero parece que este Gobierno está instalado en la imprevisión y la improvisación, y sólo piensa en términos de propaganda y de demagogia, sin importarle las consecuencias: unas consecuencias que ya estamos pagando los españoles con nuestra salud y nuestro dinero.
Foto: La Moncloa.

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