Diego Barceló reflexiona acerca del propósito del Día del Trabajo respondiendo a las amenazas y exigencias de los socialistas de todos los partidos y los sindicatos.
Artículo de Libre Mercado:
Uno de los mantras que más repiten en los últimos tiempos los socialistas de todos los partidos es que "hay que aumentar los salarios para distribuir el crecimiento".Los sindicatos van más allá y amenazan con un "conflicto" si no se "reparte la riqueza". Esta consigna no tiene sentido desde un punto de vista económico: el mismo crecimiento del PIB implica que hay más salarios que se pagan.
Las cuentas económicas nos dicen que la oferta de la economía (el PIB y las importaciones) es igual a la demanda (consumo público, consumo privado, inversión y exportaciones). Pero también nos dicen algo a lo que se presta poca atención: que el PIB tiene una contrapartida en rentas. Esas rentas son la suma de la remuneración a los asalariados, el excedente bruto de explotación de las empresas y los impuestos netos sobre la producción y las importaciones.
En otras palabras, las cuentas económicas nos informan del origen de los bienes disponibles en el mercado (producidos localmente o importados), del destino que se da a esos bienes (consumo, inversión, etc.) y cómo se reparte la renta generada entre los participantes en la producción (empresas y asalariados, más el "pellizco" que se lleva el gobierno).
Tomando los datos del cuarto trimestre de 2017, puede verse que, del incremento del PIB de los últimos tres años, los asalariados recibieron el 47%, las empresas el 41% y el gobierno el 12%. Aunque los socialistas de todos los partidos no quieran admitirlo, los asalariados y las familias ya se están beneficiando del crecimiento económico. Muestra evidente es que ahora hay 1,4 millones de personas más trabajando que al final de 2014. ¿Cómo hubieran encontrado un empleo esas personas si la economía no crecía? El reparto de la nueva riqueza generada es tan amplio que ahora reciben una parte de la misma 1,4 millones de personas que hace tres años no recibían nada.
Por sus protestas, intuyo que a los socialistas de todos los partidos este reparto no les parece suficiente. Sin embargo, alguien debería explicarles que violentar el proceso de mercado (alterar el "reparto") siempre trae consecuencias negativas. Más negativas cuanto menos acomodada sea la posición económica de cada cual.
Aumentar (¿hasta qué punto?) la porción del PIB que reciben los asalariados de forma artificial solo puede hacerse reduciendo el excedente de explotación de las empresas. Ese "pan" (mayores salarios que podrían obtenerse violentando el mercado), significaría "hambre" para mañana: cuanto menor sea el excedente de explotación de las empresas, menor será la inversión. Y cuanto menor sea la inversión, menor será la creación de empleo. El menor empleo deriva en una presión descendente sobre los salarios (la gente está dispuesta a aceptar remuneraciones más bajas) que acaba perjudicando a quienes los socialistas intentaban beneficiar.
El drama es que, llegados a ese punto, los socialistas de todos los partidos pensarán que "se quedaron cortos" en sus demandas iniciales y exigirán una intervención aún más fuerte sobre el mercado. Lógicamente, el proceso antes descrito se volvería a producir, con consecuencias aún peores.
Celebrar el 1º de mayo exigiendo un "reparto más justo" de los frutos del crecimiento económico no solo es una consigna que los datos no respaldan. Mucho peor, es un ataque directo a los intereses de los trabajadores. Ellos, más que nadie, necesitan una economía que funcione bien, con mucha inversión, para que surjan muchas oportunidades de empleo. Jamás en la historia ese objetivo se alcanzó amenazando con "conflictos" ni atacando a quienes pueden invertir. La conmemoración del Día del Trabajo es una buena fecha para recordarlo.
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