sábado, 11 de abril de 2020

Los errores llevan a España a tener una mortalidad del 10%

Javier Ruíz-Tagle analiza la cadena de errores de gestión política que han llevado a España a ser la líder mundial en muertes por cada 100.000 habitantes y tener una tasa de mortalidad del 10%, con el 20% de todas las muertes mundiales por coronavirus. 
Pero ojo, que son los que quieren nacionalizar la economía para gestionarla al completo también...

Artículo de El Economista: 
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Cada día que se conoce un dato nuevo no es positivo para España. Es el país con más muertos por cada 100.000 habitantes de todo el planeta. Las cifras oficiales que ofrece el Ministerio de Sanidad implican que la tasa se sitúa en 29,4 personas por cada 100.000 habitantes. Además, convierte la tasa de mortalidad del virus en el 10% y sitúa a España con el 20% de las muertes mundiales. Estas cifras, además, se han demostrado insuficientes.
Hay más muertos por coronavirus pero las estrategias de conteo no abarcan todas las casuísticas. Los datos muestran que la gestión del Gobierno es muy mejorable, tanto en la fase de acopio del material sanitario como en la celeridad para conseguirlo.
Las razones que se encuentran tras estos datos son de dos tipos: de gestión de la pandemia y de características poblacionales. Entre las primeras la más evidente es la falta de previsión, a la que se sumó posteriormente unas acciones erráticas en el comienzo del Estado de Alarma. Durante todo el mes de febrero fueron muchas las llamadas de la Organización Mundial de la Salud a los países occidentales para que se prepararan para una potencial pandemia. España no lo hizo y prueba de ello es que comenzó la crisis sin haber hecho acopio del material sanitario necesario para afrontar el coronavirus.
Pero además de no haber comprado material en su momento, circunstancia achacable también a las comunidades autónomas, el Gobierno se equivocó al darle mando único al Ministerio de Sanidad para poder gestionar las compras de mascarillas y otros útiles de protección, test y respiradores. La falta de experiencia y el escaso personal con el que cuenta un ministerio que está en los huesos provocó lentitud por el desconocimiento de las puertas a las que llamar. El único órgano que tiene este ministerio para abordar compras es el Ingesa, que lleva casi 20 años dedicándose a aprovisionar a Ceuta y Melilla más alguna compra excepcional de vacunas estacionales. Es decir, no tiene músculo para llevar a todo un país.
Junto a esto, las costumbres comerciales de China, que exige el pago al contado, no fueron aceptadas en un primer momento. Esto provocó que los pedidos no salieran del país asiático durante días, perdiendo tiempo valioso para hacer frente a la pandemia. También hubo desajustes en las aduanas, según cuentan algunos importadores de material, y, por último, se exigió una carga burocrática preparada para circunstancias normales a los grupos de investigación que buscaban soluciones en casa.
La falta de este material ha tenido y tiene una doble vertiente de fatalidad. Por un lado, el no disponer de material de protección ha provocado que los profesionales sanitarios se hallan contagiado en un gran número (las cifras se sitúan en torno al 20%). Ya no solo es que se pierdan a los profesionales más valiosos en esta crisis, es que además son un vector de contagio muy importante por la cantidad de personas con las que están en contacto. Ante la falta de profesionales, una de las medidas fue llamar a los médicos jubilados, una población de riesgo que se llevaba a una zona de contagio alta, tal y como denunciaron algunos colectivos profesionales. La falta de respiradores también ha provocado que los médicos intensivistas, en un protocolo que anunciaron hace unas semanas, admitieran que estaban priorizando pacientes (por edad, entre otras variables) ante la falta de respiradores.
La falta de test ha sido un gran problema a la hora de dimensionar el grado de contagios que sufre España. Basta con mirar a Corea del Sur para ver la importancia de tener estos dispositivos cuando comienza la pandemia. El Ministerio va a hacer ahora, casi un mes después de decretar el Estado de Alarma, una cribado poblacional a 30.000 familias para saber cuantos casos hay. Se sabe por los expertos que la gran mayoría de casos son asintomáticos (alrededor del 80%) por lo que se estima que los datos oficiales que da el ministerio sobre contagiados es poco real.

Cadena de rectificaciones

El error de centralizar las compras se enmendó el 19 de marzo, cuando el ministro de Sanidad dijo en rueda de prensa que las comunidades que quisiesen podían ir al mercado. Eso sí, casi una semana después de decretar el Estado de Alarma y en un momento de la pandemia crucial. La exigencia de pagar al contado también se solucionó con muchos días de retraso. Fue en el momento en el que Salvador Illa anunció la compra de diversos lotes de material por 500 millones de euros a China, aunque el material no llegará por completo hasta el mes de junio. Y la exigencia de la burocracia se resolvió ayer cuando el BOE publicaba una orden en el que permitía licencias más ágiles y la no exigencia del marcado CE mientras durase la crisis del coronavirus, haciéndose la Administración responsable de cualquier incidencia.

Test falsos

Los fallos en la gestión ha tenido algunos episodios puntuales que han perjudicado la evolución de la pandemia. Uno de ellos es la compra de los test sin la sensibilidad exigible para su fiabilidad. La compra se realizó a una empresa china que si bien esgrimía su certificado europeo no está homologada por su país. Además, tal y como aseguran los profesionales a pie de campo, los infectólogos, si hubieran llegado con la sensibilidad necesaria, las urgencias habrían vivido episodios menos estresantes y con mejores resultados.
Lo que pudo ser un error puntual se ha convertido, además, en un generador de desconfianza hacia el Gobierno porque se niega a dar el nombre del intermediario en el que confiaron para traer estos test. Unos dispositivos que tal y como reconocen hoy en el Gobierno tendrán más utilidad en las residencias, otro de los episodios más negros de la tragedia de la epidemia. Se han producido infinidad de muertes que se podían haber evitado en parte si se hubieran contado con los materiales que tanto tardaron en llegar a España.

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