miércoles, 16 de diciembre de 2020

Dos lecciones que la derecha debería sacar de la crisis sufrida por la Coca-Cola en 1985

Elentir expone dos lecciones que la derecha debería sacar de la crisis sufrida por la Coca-Cola en 1985 (por cierto un caso muy interesante de estudio en su rivalidad con Pepsi en la carrera de Dirección y Administración de Empresas). 


Artículo de Contando Estrelas: 








Algunos estaréis pensando: ¿qué tiene que ver una cuestión política como la derecha con el más popular refresco de cola del mercado? Pues mucho.

El ascenso de Pepsi y el descenso de Coca-Cola en los años 70

Coca-Cola es hoy la marca de refrescos dominante por excelencia en el mercado, pero no siempre fue así. En la década de 1970 Pepsi apostó por enfocar su refresco a los jóvenes, con la esperanza de ir creándose un hueco en el mercado que además tenía posibilidades de futuro (si conseguía fidelizar a esos jóvenes, cuando formasen su propia familia sus hijos serían más propensos a beber el refresco que ya tomaban sus padres). Esa estrategia fue consiguiendo que las ventas de Pepsi en EEUU fuesen subiendo y las de Coca-Cola descendiendo durante 15 años.

La decisión de Coca-Cola de cambiar su sabor en 1985

Para hacer frente a su caída de ventas, en 1985 Coca-Cola decidió cambiar su fórmula después de un gran estudio de mercado en el que sólo una minoría se mostró insatisfecha con el nuevo sabor. Además, Coca-Cola estrenó un nuevo aspecto, haciendo desaparecer su tradicional logo de las latas y sustituyéndolo con un escueto “Coke”. Era un intento claro de conectar con esos jóvenes a los que estaba perdiendo, especialmente en ciudades con un alto poder adquisitivo. J.F. Calero explicó lo ocurrido en este vídeo publicado hace unos días en su canal “El cascarón de nuez” en Youtube:

Primera lección: sobre las minorías ruidosas

El vídeo es muy interesante no sólo por el hecho histórico en sí y por sus implicaciones en la mercadotecnia, sino también por las lecciones que se puede extraer en el ámbito político. Como señala Calero, ese caso demostró hasta qué punto una minoría activa y ruidosa puede influir en una mayoría silenciosa y pasiva, algo a lo que ya estamos muy acostumbrados hoy en día. Basta con ver lo ocurrido con casos como la ideología de género, surgida de la extrema izquierda y que ha acabado adoptando la derecha más acomplejada, y eso a pesar de que una de sus ideólogas aspiraba a normalizar el incesto y la pedofilia.

Como bien apunta Calero, esa lección nos debería animar a relativizar a esas minorías ruidosas y a no dejarnos influir por el barullo que montan. Y en todo caso, en vista de que esa estrategia funciona, también deberíamos preguntarnos: ¿por qué dejar el monopolio del activismo a la izquierda? Si dejamos que otros hablen por nosotros, también acabarán pensando por nosotros.

Eso es precisamente lo que le ha pasado a la derecha en muchos ámbitos: por comodidad, por no querer meterse en líos o por miedo a discrepar de esas minorías progres tan ruidosas e intolerantes, una parte de la derecha ha acabado cediendo en casi todo y se ha sometido poco a poco a los dogmas progres. Y con eso lo que ha logrado es que la izquierda acabe envalentonada y se dedique a laminar nuestra democracia y nuestras libertades, hasta el punto que ya no puedes discrepar de ningún capricho progre sin que te llamen “facha”.

Segunda lección: sobre la lealtad a tus seguidores

Pero sin duda una de las mayores lecciones del caso de 1985 es que una marca puede quedarse al borde de la quiebra si ningunea la lealtad de sus consumidores de siempre. Coca-Cola no había cambiado su fórmula en nueve décadas, y tuvo que recuperarla para lograr salir de esos tres meses que duró aquella crisis. Al margen de que una minoría ruidosa encabezase las quejas, ese desencanto acabó prendiendo en muchos porque había base para ello, algo que tampoco se debe ignorar a la hora de tener en cuenta las quejas del público.

El hecho fue que muchos consumidores tradicionales de Coca-Cola percibieron que su marca de toda la vida les ignoraba para ganarse a los fans de Pepsi. Se lo tomaron como una deslealtad. Es el mismo enfado que pillaría yo, bebedor de Kas Naranja de toda la vida, si de repente esta marca cambiar de sabor para intentar captar a los consumidores de Fanta. Tal vez los directivos de Coca-Cola pensaron que su posición dominante y su poderío publicitario no les harían perder clientes. Pero no fue así, y eso estuvo a punto de costarle la quiebra.

Casualmente, en la derecha política se está viviendo un proceso parecido en varios países. Partidos del centro-derecha creyeron que apostar por políticas progres no les haría perder votantes, en la creencia de que el “voto útil” siempre acabaría animando a los más descontentos a volver a votarles, aunque fuese tapándose la nariz. El problema para esos partidos surgió con la aparición de otros partidos dispuestos a discrepar del consenso progre sin tapujos, y que son capaces de conectar con esos votantes de derechas que vieron traicionados sus valores y que en muchos casos se quedaron políticamente huérfanos.

El ejemplo de Vox y el PP

No hay que ir muy lejos para buscar algo así. En España tenemos el caso de Vox, que se ha consolidado como la tercera fuerza, agrupando a los votantes de la derecha sin complejos y captando también votos de gente de izquierdas que ya está harta de las ocurrencias posmodernas (ideología de género, feminismo radical, animalismo, multiculturalismo, corrección política, etc.). Ante la irrupción de Vox, el PP optó inicialmente por fingir que seguía siendo de derechas, pero sin ninguna credibilidad (pues en las instituciones seguía votando políticas progres y se seguía negando a derogar las leyes ideológicas de la izquierda). Ahora ha decidido captar el voto socialdemócrata, lo que posiblemente acentúe la fuga de votos liberales y conservadores del PP hacia Vox.

Si al partido de Pablo Casado le saliese bien la estrategia, el PP podría convertirse en el futuro sustituto del PSOE en caso de que éste no sobreviva a los disparates de Sánchez. El problema para el PP es que el PSOE tiene también muchos votantes fieles que le apoyan más por las siglas que por las ideas o por los resultados (sólo así se explica que siga teniendo unas elevadas espectativas en las encuestas a pesar de la desastrosa gestión de este Gobierno).

Entre tanto, el PP está dejándole a Vox todo el espacio posible a la derecha y, además, la posibilidad de seguir captando votantes de izquierdas hartos de las ocurrencias progres. Ciertamente, el partido que parece haber aprendido mejor aquella lección de 1985 es Vox: ni se deja influir por la ruidosa minoría de extrema izquierda y sus ocurrencias -como sí hace el resto del arco parlamentario-, ni da la espalda a sus votantes. Antes bien: uno de sus valores de marca es la coherencia y la firmeza en la defensa de sus principios, algo que le ha llevado a convertirse en uno de los partidos con el electorado más fiel y comprometido de España.

Foto: Marty Lederhandler / AP Photo. El presidente y director ejecutivo de Coca-Cola, Roberto C. Goizueta, a la izquierda, y el director de operaciones de esa marca, Donald R. Keough, brindando durante la presentación de la nueva Coca-Cola el 23 de abril de 1985.

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