La construcción ideológica está basada en falacias constantes, donde la idea es la lucha de sexos (una vez fracasa la de clases), la confrontación social. La ideología de género busca la victimización constante de la mujer, y la criminalización del hombre por el mero hecho de serlo. No al hombre puntual, sino a todo el hombre, como clase.
Para ello, no importa el motivo o el hecho. Cualquier cosa, por estúpida que sea, sirve para dicha opresión generalizada del hombre hacia la mujer, que es victima natural.
No hay mayor ciego que el que no quiere ver, ni oir, pues esto es lo que dicen y bien clarito las teóricas feministas de tercera ola, íntimamente relacionadas con el marxismo, pues su objetivo es también crear división, odio, obtener adeptos y acabar con el sistema para imponer el socialismo, donde la mujer, cómo no, será libre y virtuosa (aunque la historia, la teoría y la práctica digan, muestren y evidencien lo contrario).
La ideología de género No busca la igualdad (eso es un mero artificio para venderlo o emplearlo de arma arrojadiza al discrepante), buscan la división, el privilegio y la tiranía ideológica, contra la que no cabe la disensión.
Su dominio mediático y fuerte lobby, muy ramificado y cercano al poder, permean dichas ideas en toda la sociedad con constante propaganda diaria bajo todo tipo de vehículo y mensaje (ayudándose de leyes bajo las que ceden los políticos por corrección política, votos e imagen, de constantes eslóganes superficiales absolutamente sesgados y demagógicos, que no aguantan un mínimo de análisis serio -como la cuestión de la brecha salarial por discriminación, cuando se explica sin la misma- y de furibunda persecución, insulto, campaña y desacreditación de todo el que ose ir contra su imposición ideológica y mostrar sus vergüenzas).
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