Daniel Rodríguez Herrera expone el caso de Tuvalu, otro caso que echa por tierra las reiteradas predicciones alarmistas el cambio climático.
Artículo de Libertad Digital:
La superficie de los atolones de Tuvalu está aumentando pese a la subida del nivel del mar. | Pixabay/CC/brendapadilla
El nivel del mar lleva aumentando de forma casi constante desde hace décadas, pese a que los modelos climáticos auguran que la subida debería acelerarse. Son de hecho las consecuencias de este aumento del nivel del mar las más graves para la población. Y al igual que se ha escogido al oso polar como icono de los consecuencias del calentamiento, pese a que en la realidad su número está aumentando y no disminuyendo, Tuvalu fue escogido como imagen de los serios problemas que conllevaría para todo el mundo una aceleración en el ritmo de esa subida, lo que le permitió extender su fama más allá de ser el país con el dominio de internet .tv.
Tuvalu es un país del Océano Pacífico formado por atolones y poblado por 11.000 personas que se preveía que fuera inhabitable durante el próximo siglo debido a que el mar reclamaría cada vez mayor porcentaje de su territorio. Pero científicos de la Universidad de Auckland, Nueva Zelanda, han analizado el cambio de línea costera en las 101 islas en la nación, en un estudio publicado en Nature Communications. Y lo que dicen los datos parece contradecir las predicciones más agoreras.
Usando datos detectados remotamente, el cambio se analiza en las últimas cuatro décadas, un período cuando el nivel del mar local ha aumentado al doble del promedio mundial (aproximadamente 3.90 +/- 0.4 milímetros por año). Los resultados ponen de relieve un aumento neto en el área de tierra en Tuvalu de 73,5 hectáreas (2,9%), a pesar del aumento del nivel del mar. El cambio en estas islas ha carecido de uniformidad, con un 74% aumentando y un 27% disminuyendo de tamaño. Los resultados indicarían, según sus autores, que estas islas persistirán como lugares habitables durante el próximo siglo.
Ya en 2010 el autor principal de este trabajo, Paul Kench, trabajó junto al investigador Arthur Webb en un estudio similar de 27 islas del Pacífico, incluyendo una de Tuvalu, con resultados similares: sólo un 14% estaba disminuyendo de tamaño. Según explicaron entonces, estos atolones se forman a partir de restos de coral, que han continuado alimentándolas sin descanso durante la subida del nivel del mar. El único riesgo sería que, efectivamente, aumentara el ritmo de expansión térmica del mar de modo que adelantara en velocidad a la adquisición de terreno.
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