martes, 27 de febrero de 2018

El feminismo radical ha perdido la cabeza

Otro ejemplo más de la locura y absurdo al que llega el feminismo radical o de tercera ola, por desgracia el que lleva la voz cantante en la agenda política y mediática. 

Este feminismo, impulsado por el marxismo cultural está haciendo estragos, y el lenguaje es una de sus herramientas de control cultural e ideológico y división social. 


La propuesta ahora es erradicar y eliminar del vocabulario toda palabra que no guste o que suponga una ofensa, como por ejemplo, la palabra "hombre". 

Tal cual. Esto es consecuencia de la ideología de género, basada en dicho marxismo cultural cuya estrategia es la división social (hombres-mujeres), considerados como clases distintas (la derrota de su lucha de clases les lleva a adoptar la lucha en cualquier otro ámbito), donde siempre hay una victima (en este caso la mujer) y un opresor y culpable (el hombre en este caso). Es la división de todo en grupos marginados y explotadores, en débiles y fuertes, siguiendo la estrategia del divide y vencerás, del conflicto continuo entre grupos para encontrar aliados y afiliados a su revolución, a acabar con el sistema para imponer su utopía totalitaria. 

Fruto de ello, se lleva a la infantilización de la sociedad, a la lucha sin cuartel de intereses de unos contra otros, al  conflicto permanente, al dominio y obtención del poder político para obtener privilegios y rentas a costa del resto de la sociedad (lo que conlleva siempre un aumento constante del poder político y legislativo para ello), a la victimización constante para obtener beneficios y prebendas y discriminaciones legales contra el resto de los ciudadanos. En definitiva, a una sociedad inmadura que se ofende por todo, y que exige la censura y la eliminación de todo aquello que no le gusta, erradicando la libertad de expresión, en la que son ellos (a través del poder político) quienes deciden qué se puede decir o no o que ideas se pueden tratar o no, sin objeción alguna. 

Y para ello, siguen la estrategia marcada por Antonio Gramsci, mediante la disputa de las ideas y su dominio y propagación social, lo que les dará en última instancia el poder. Así, tenemos la propagación de la ideología de género por cada poro mediático, social, educativo y político, con la consecuente ataque, persecución, descalificación masiva y censura de todo aquel que ose discutirlo o denunciarlo.  


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