martes, 12 de noviembre de 2019

Las propuestas del partido fascista en España las firmaría cualquiera de Podemos. Hasta qué punto hay una absoluta ignorancia de la gente cuando habla de fascismo

He mostrado en diferentes artículos la absoluta similitud en la mayoría del programa e ideología del fascismo y el comunismo, ideologías ambas que beben del socialismo y que tienen en común su colectivismo, su anticapitalismo y su estatismo, anteponiendo los derechos de una "colectividad" a los derechos individuales de las personas (lo que les lleva a justificar toda destrucción de derechos, el derecho a la vida incluida, porque las personas son meros peones sacrificables en aras de la idea colectiva esgrimida por los líderes (ya sea la nación, la "igualdad", el colectivo, la clase social...). 


Un ejemplo de ello era este artículo sobre la comparativa de propuestas del partido de la Falanje y el de Podemos, que incluye un vídeo de los discursos del líder de la Falange en 1977 (principios de democracia), que son calcados a los de Podemos. 

Para ello, qué mejor que observar qué medidas son las que proponen los fascistas (los de verdad) en España. Son las propuestas oficiales del partido de la falange española (JONS) hoy, que son calcadas sin excepción por la extrema izquierda. 

Se puede incluso ir más lejos, tomando las propuestas del partido fascista de Mussolini y leyendo qué decían los fascistas. Si uno no sabe de antemano quién lo dice, aseveraría sin ninguna duda de que era Podemos o los comunistas de Izquierda Unida quienes están proponiendo esto. Lo cual no es de extrañar, pues el propio Mussolini era socialista, perteneciente al PSI (Partido socialista italiano) y director del periódico oficial del partido (Avanti). Su escisión y formación de un nuevo partido fue debido a desavenencias internas en relación con la participación en la guerra Mundial. El el mismísimo Lenin, llegó a decir: “En Italia, compañeros, en Italia sólo hay un socialista capaz de guiar al pueblo hacia la revolución: Benito Mussolini

O se puede ir más cerca, y leer las medidas que proponía el franquismo durante el régimen autárquico (de absoluto estancamiento económico. Cabe mencionar aquí, que el régimen franquista tuvo dos etapas bien diferenciadas económicamente. Una de autarquía, que fue un absoluto desastre económico hasta finales de los 50 y uno de apertura económica y liberalizaciones, que supuso en los 60 la etapa aún hoy de mayor crecimiento económico en la historia de España). 

Y es que desgraciadamente, la gente habla del fascismo con un absoluto desconocimiento del tema. Ni sabe qué es, ni de dónde bebe, ni qué promulga... La diferencia real entre fascismo y comunismo sería básicamente que una es nacionalista y la otra internacionalista (aunque en la práctica esto último tampoco lo cumplía el comunismo). Lo que cambia es el imaginario colectivo (nación por clase social), la justificación para perseguir sus fines (para lo cual vale cualquier medio, como así fue) y el chivo expiatorio contra el que dirigir las miradas y el odio, la causa última de los problemas y así justificar sus acciones y ocultar sus errores y barbaridades. 

Pero se ha banalizado y distorsionado el concepto hasta un grado obsceno, aplicándose (tiene su origen como estrategia en los años 60 por parte de la URSS) a todo aquello que no era extrema izquierda (los propios socialdemócratas o incluso comunistas críticos con sus partidos eran acusados de fascistas). 

Así, hoy, el llamar fascista (como explica este artículo) hoy al enemigo político 

Es decir, que "lo que quieren decir cuando hablan de fascismo es que tanto el izquierdismo como el nacionalismo necesitan la construcción cultural de un "Gran Satán" que justifique sus acciones y palabras, que destilan una clara intención autoritaria, cuando no totalitaria". 

Sigue la estrategia política de descalificar y pretender asociar al enemigo político con dicho término negativo para justificar sus acciones (por violentas, autoritarias y totalitarias que sean). Necesitan dicho "enemigo o construcción cultural" para llevar a cabo sus propósitos y eludir cualquier responsabilidad y crítica. 
Pretender colocar o acusar a otros de características y comportamientos que les son propios, como bien se explica aquí. 


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