Diego Sánchez de la Cruz muestra y desglosa la elevada carga efectiva que soportan las empresas y contribuyentes españoles, y que se sitúan en niveles muy alarmantes.
Pero nos quieren vender que en España se pagan pocos impuestos (haciendo una trampa), claro, y que hay que pagar muchos más...eso sí, siempre te dicen que los pagarán otros. Tú no...
Artículo de Libre Mercado:
La futura publicación de los planes de reforma tributaria del Ejecutivo de Mariano Rajoy ha reabierto el debate sobre el sistema fiscal vigente en España. No son pocas las voces autorizadas que subrayan que la Hacienda de nuestro país recoge un volumen de ingresos mucho menor a la media europea.
Sin embargo, un vistazo frío a los datos revela que, si bien la contribución impositiva total no es tan elevada cuando se compara con el PIB, la carga efectiva que soportan los contribuyentes españoles sí se sitúa en niveles muy alarmantes.
Las empresas, maltratadas
Un primer ejemplo lo tenemos en el Impuesto de Sociedades. En este caso, cabe subrayar que el tipo efectivo medio de este gravamen es el quinto más alto de Europa, tal y como ha destacado el Instituto de Estudios Internacionales y Europeos con datos del Banco Mundial. Concretamente, registramos un tipo medio del 20,9%, claramente por delante del 16,4% sueco, el 14,9% portugués, el 8,2% galo o el 4,8% belga.
Los datos de la Agencia Tributaria apuntan en esta misma dirección. Según la estadística de 2012, la tasa efectiva del Impuesto de Sociedades alcanza, de media, un 19,3%. Entre los grandes grupos empresariales, el tipo medio llega al 17,7%, mientras que para el Ibex 35, la mordida de Hacienda alcanza, de media, el 19,5%.
Estos datos confirman una vez más que las deducciones fiscales aplicables a las empresas españolas no son, en absoluto, generosas. Analicemos una u otra fórmula, el tipo medio y el tipo marginal que se registra en nuestro país se mantiene entre los más elevados de Europa. Lo vemos en el caso de las deducciones por compra de inmuebles, compra de maquinaria, inversión en tecnología, financiación de proyectos con beneficios retenidos, financiación de proyectos con deuda, financiación de proyectos vía emisión de acciones…
La cosa puede ir a peor si se aprueban algunas de las medidas contenidas en el Informe Lagares. Un ejemplo: el punto 34 de dicho informe llama a limitar más aún las deducciones aplicables a los gastos financieros pagados con deuda, mecanismo recurrente entre los grandes inversores internacionales. Otro ejemplo: la sugerencia de gravar los beneficios obtenidos fuera de España, opción que situaría a nuestro país en una posición fiscal poco competitiva, ya que introduciría una doble imposición y alimentaría la deslocalización de empresas y capitales.
Incluso cambiando de metodología para analizar la fiscalidad de nuestras compañías, las conclusiones siguen siendo desoladoras. Por ejemplo, la consultora PwC suma todos los gravámenes que pagan directamente las sociedades y concluye que la presión fiscal sobre beneficios empresariales llega al 59% en España frente al 41% registrado, de media, en Europa. Siguiendo este cálculo, España se queda en una posición mucho peor que el 34% francés, el 27% danés o el 20,7% de Luxemburgo.
Los trabajadores, asfixiados
El cálculo de PwC incorpora las cotizaciones sociales que sufraga la empresa al cálculo de la fiscalidad efectiva que soportan las sociedades. El coste por trabajador de esta tasa asciende a 10.812 dólares por año y por trabajador, superando en un 35% la media de la OCDE (6.796 dólares).
Las cosas tampoco están mucho mejor en el Impuesto sobre la Renta. El tipo medio de este gravamen era del 12,8% en el pico de la "burbuja" (2006) y del 13,4% en el primer año de la crisis (2008). Sin embargo, en el primer trimestre de 2014 se ha registrado un tipo medio del IRPF del 14%, una cifra que no se registraba desde hace casi veinte años y que supone un aumento de casi el 20% frente a la media histórica (11,7%).
Cuando sumamos el coste fiscal del IRPF y de las Cotizaciones Sociales, encontramos que el esfuerzo fiscal que soportan los trabajadores españoles está entre los más altos de la OCDE. Hablamos de una imposición directa del 37,35%, un 22% más que en los países integrados en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
Sin embargo, a estos gravámenes directos debemos unirle también el impacto de la fiscalidad indirecta, cuya figura principal es el IVA. Este cálculo ha sido elaborado por el think tank New Direction, que ha estimado el Día de la Liberación Fiscal para todos los países europeos. De acuerdo con dicho informe, el trabajador español medio paga al Fisco un dinero equivalente a todos sus ingresos desde el 1 de enero al 12 de junio. Por decirlo de otro modo, la suma de IRPF, Cotizaciones Sociales e IVA resta a los trabajadores españoles el 44,56% de su salario bruto.
Esfuerzo fiscal un 20% superior
Ciertamente, no son pocas las voces que ignoran todos los informes anteriores y declaran que en España se pagan pocos impuestos, pues las mediciones de presión fiscal así parecen apuntarlo. También escuchamos a menudo que nuestro sistema tributario no impone un castigo excesivo debido a que la recaudación actual se mantiene por debajo de los niveles alcanzados a lo largo de la década pasada.
Sin embargo, es importante destacar que los ingresos fiscales alcanzados antes de la crisis económica no son el reflejo de una situación económica ordinaria, sino la consecuencia de una "burbuja" productiva que tuvo un sustancial impacto en términos de aumento de los ingresos tributarios.
Así las cosas, los niveles de recaudación que se están observando en la actualidad oscilan entre el 37% y el 38% del PIB, cifras que no están muy alejadas de los niveles de gasto público que España mantenía hasta el estallido de la crisis. Así, si los desembolsos presupuestarios de las Administraciones no se hubiese disparado hasta niveles de entre el 44% y el 46% del PIB, el déficit se habría mantenido bajo control y las quejas por la "baja recaudación" no se habrían producido.
En última instancia, el verdadero problema fiscal que enfrentan los contribuyentes españoles es que, a pesar del paro masivo y del cierre de miles de empresas, Hacienda sigue buscando un mayor nivel de ingresos tributarios. Como consecuencia, un número decreciente de pagadores de impuestos se ve obligado a sufragar un volumen creciente de ingresos fiscales. Este esfuerzo fiscal no para de crecer en plena crisis y se sitúa ya un 20% por encima de la media europea, según los informes de los Técnicos del Ministerio de Hacienda.
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