Fernando Laborda muestra los resultados del estudio de la Fundación Libertad y Progreso, y cómo el creciente gasto público y el aumento de las políticas redistributivas, lejos de ser la solución para reducir la pobreza, crea diversos efectos negativos y contraproducentes.
El estudio está referido a Argentina, pero es extensible a otros.
Artículo de La Nación:
Ni el enorme aumento del gasto público registrado durante la década kirchnerista ni el crecimiento de la economía han logrado reducir el número de personas que viven en la pobreza, de acuerdo con un estudio de la Fundación Libertad y Progreso , dirigido por el economista Marcos Hilding Ohlsson.
El gasto público consolidado pasó del 31% del PBI en la década del 90 al 46% en 2013. Este aumento del gasto se concentra, según el citado trabajo, en cuatro grandes áreas: a) Mayores subsidios a sectores energéticos y de transportes ; b) un sustancial incremento de empleados públicos cercano al 50% en los niveles nacional, provincial y municipal; c) la incorporación de cerca de cuatro millones de personas que no hicieron sus aportes al sistema previsional, y d) mayores gastos en subsidios sociales.
Durante el año pasado, el gobierno nacional administró 58 planes sociales que otorgaron transferencias monetarias sin contraprestación, mientras que en 2014 llegarán a 60. Estos programas preveían alcanzar un total de 16.774.393 beneficios y un presupuesto de 74.370 millones de pesos en 2013, en tanto que para el 2014 se proyecta un presupuesto de 120 mil millones de pesos, con 18.025.553 beneficiarios.
De acuerdo con el último censo, en la Argentina habitan 40.117.096 personas, por lo que casi el 45% de los habitantes podría recibir algún tipo de beneficio. Sin embargo, muchas personas pueden ser beneficiarias de más de un programa a la vez, por lo que este número se reduciría.
En la provincia de Buenos Aires, hay 112 programas distintos, 60 nacionales y 52 provinciales, con más de 22 millones de beneficios repartidos, aunque una persona puede ser beneficiaria de varios planes.
NO SE REDUCE LA POBREZA
El estudio de la Fundación Libertad y Progreso consigna que, sin tomar en cuenta el período de fuerte rebote posterior a la crisis del 2001/2002, en los últimos años, el enorme aumento en el gasto público no ha logrado reducir el número de personas que viven en la pobreza, a pesar del fuerte crecimiento de la economía.
La economía argentina creció el 41% desde 2007 hasta 2013 en términos reales según las estadísticas oficiales del Ministerio de Economía, mientras que de acuerdo con estimaciones privadas, como las de la consultora de Orlando Ferreres, creció cerca del 24% en el mismo período.
Según el Observatorio Social de la UCA, la población que vive bajo la línea de pobreza se mantuvo en torno del 25% desde 2007 y llegó al 27,5% en el último trimestre de 2013. Para el Indec, en cambio, la pobreza bajó del 23,4% en 2007 a tan sólo el 4,7% en el primer semestre del 2013 (último dato oficial), pero estas cifras resultan poco creíbles, ya que utilizan un índice de precios que distorsiona el verdadero valor de la canasta familiar.
Esto demostraría que, a pesar de la proliferación de planes sociales, no se ha logrado reducir la pobreza ni siquiera en un contexto de crecimiento económico.
CONCLUSIONES
El estudio dirigido por Hilding Ohlsson destaca que el sistema asistencial presenta otro problema fundamental: no incentiva el empleo en blanco. En reuniones de focus groups, los investigadores detectaron que muchos beneficiarios de planes sociales no buscan tener un empleo formal. Se generó así una trampa de dependencia económica que en algunos casos lleva ya varias generaciones.
La experiencia de los últimos diez años evidencia que la solución no radica en la entrega de más cantidad de planes y transferencias de dinero en efectivo, sino que es necesario generar condiciones de trabajo para que las personas ganen su sustento sobre la base de su propio esfuerzo. "Una dádiva no le permite a un individuo abandonar la pobreza ni estimula la movilidad social, aun si es útil para aliviar una situación en un momento determinado", señala el trabajo.
Del mismo modo, el estudio puntualiza que existe una evidente falta de coordinación, de transparencia, de falta de objetividad en los criterios de distribución y de evaluación y corrección de los planes sociales.
Entre sus conclusiones, el trabajo consigna lo siguiente:
1) Los programas sociales no reducen la pobreza.
2) Hay demasiados planes, que se superponen.
3) No hay control, indicadores, medición objetiva, ni medidas correctivas.
4) Existe un evidente clientelismo y uso político de los planes.
5) Se desincentiva el trabajo en blanco y no se incentiva el ascenso económico y social.
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