Andy Sirkis analiza el desastre de las "tres flechas" del primer Ministro japonés, Abe Shinzo, para impulsar la economía japonesa y sacarla de su crisis sistémica, que en ningún caso van a producir una economía más fuerte, sino todo lo contrario, por mucho que las alaben los medios de comunicación...
Artículo del Instituto Mises Hispano:
A pesar de afirmaciones de lo contrario en los medios de comunicación social, la economía japonesa continúa sufriendo tremendamente bajo el liderazgo del Primer Ministro Abe Shinzo. Abe es de una familia conocida y es un orador convincente, así que es capaz de engatusar a la gente para que crea que puede hacer a Japón próspero con sus tres flechas. Estas flechas metafóricas corresponden a “estímulo monetario”, “estímulo fiscal” y “reforma estructural”.
Cuando Abe fue elegido usando el simbolismo de sus “tres flechas” `para ganar votos, pensé que el pueblo japonés empezaba a creer en la magia. Quizá eran ingenuos o un poco perezosos al pensar o pensaban que recibirían “cosas gratis” de Abe. No importa, Abe se convirtió en Primer Ministro en diciembre de 2012 y disparó sus flechas.
Con su flecha del “estímulo monetario”, Abe retorció el brazo al banco central, obligándole a doblar la oferta monetaria en solo unos pocos meses. Me puedo imaginar a Abe frotándose la manos y murmurando malévolamente “¡Vamos a ser ricos, ricos, RICOS!” Todo lo que tenía que hacer el banco central era teclear unas pocas cifras en sus computadoras para hacer que ocurriera esto. Naturalmente, el dinero recién creado se distribuiría a bancos poderosos políticamente.
¿Cómo afectó toda esta creación de dinero a la gente común? A pesar de afirmaciones de que Japón tiene una inflación inferior al 2%, puedo aseguraros que los precios de muchos bienes, especialmente bienes importados como energía, han aumentado enormemente desde que se disparó la flecha del estímulo monetario. Los salarios, por otro lado, han permanecido bajos. Con gastos más altos a pagar, el pueblo japonés no puede permitirse otros bienes que le gustaría comprar y las empresas no pueden permitirse aumentar los salarios, contratar o expandirse. Solo los banqueros amigos de Abe se han beneficiado de este plan especulando en bolsa con el dinero falsificado que se ha abonado en sus cuentas con la computadora del banco central.
El pueblo japonés es en su mayor parte suficientemente inteligente como para darse cuenta de que teclear cifras en una computadora no puede hacer fuerte una economía, aunque no se ha dado cuenta todavía de que el estímulo monetario de Abe no es sino un plan oculto de falsificación.
Al mismo tiempo que la flecha del estímulo monetario doblaba la oferta monetaria, Abe y su banda utilizaba su estímulo fiscal para aumentar enormemente el gasto en proyectos de obra pública. Al contrario que los capitalista que al menos tratan de invertir en empresas productivas, el gobierno asigna dinero basado en empujar y en otras consideraciones políticas. Desperdiciar dinero en cosas como un nuevo sistema de alcantarillado en Kiev, reemplazar el perfectamente bueno estadio olímpico con un caro nuevo estadio olímpico y dando contratos para autopistas a ninguna parte nunca generarán un beneficio. La inversión pública se parece al consumo, creando a menudo una pérdida del 100%.
Los proyectos que hacen perder dinero recaen duramente sobre el pueblo. Después de todo, tendrán que pagar por este desperdicio en forma de impuestos más altos y pago de una deuda más alta. Incluso si por algún milagro el gasto fiscal creara un beneficio, el dinero no se distribuiría al contribuyente. Cara pierdes, cruz pierdes.
El pueblo japonés es en su mayor parte suficientemente inteligente como para darse cuenta de que invertir en cosas que hacen perder dinero no puede hacer fuerte una economía, aunque no se ha dado cuenta todavía de que el estímulo fiscal no es sino un plan oculto para enriquecer a sus amigos bien relacionados. Después de casi veinticinco años y quince rondas de gasto en estímulo fiscal, tienes que estar completamente embaucado como para seguir creyendo en este fracasado disparate keynesiano.
Para pagar su flecha del “estímulo fiscal”, Abe decidió aumentar los impuestos y tomar por la fuerza el dinero que necesitaba. Aumentó los impuestos a los vehículos y las rentas y aumento los impuestos a las ventas un 60%, pero también anunció planes para aumentar estos impuestos a las ventas un 100%. Estudia aumentar impuestos a la gente casada y la gente pobre. Con cada aumento en impuestos y amenaza de más aumentos, la economía se ha ido debilitando cada vez más.
¿Y qué pasa con la tercera flecha de Abe, la “reforma estructural”? Nadie sabe lo que significa realmente este lema político. Suena como alguna forma moderna de la era soviética de la Glasnost, pero no ha habido ninguna desregulación o relajación importante de controles públicos que han afectado desde hace mucho a la economía japonesa. Sí sabemos que Abe ha hecho una gran cantidad de esfuerzo en hacerse enemigos entre los vecinos. En la práctica, la agresividad de Abe en asuntos exteriores es la tercera flecha real.
Abe ha dañado gravemente las relaciones entre el pacífico e industrioso pueblo japonés y sus socios comerciales en los países cercanos de China, Rusia y Corea del Sur. Acuerdos económicos como la intención de construir un gaseoducto entre Japón y Rusia se han desechado. El rentable comercio con Corea del Sur y especialmente con China se ha visto aplastado por las acciones poco diplomáticas de Abe. Mediante su confrontación con China y sanciones a Rusia, Abe ha seguido temerariamente los dictados del gobierno belicista de EEUU, todo en perjuicio del pueblo japonés.
La flechas de Abe han sido alabadas en los medios de comunicación por los ignorantes económicos, los motivados políticamente y los que creen que la prosperidad reparte algún brujo todopoderoso. Sin embargo las flechas, vistas a la dura luz de la realidad, resultan ser planes de falsificación, “invirtiendo” en aventuras que hacen perder dinero, tomando dinero de lo productivo y peleando con los vecinos. Estas acciones políticas contraproducentes no generarán nunca una economía más fuerte y han dejado en su lugar al pueblo japonés con una deuda y carga fiscal aplastantes. Que no os tomen el pelo con las sandeces que leéis en los artículos de propaganda de los medios sociales de comunicación.
Las políticas de Abe son un completo y absoluto fracaso.
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