Julio M. Shiling sobre la exigencia de acabar con el embargo y sobre la banalización de la barbarie que se pretende desde algunos medios de presión para legitimar y hacer perdurar (con más apoyo económico) la dictadura cubana.
Artículo de El Instituto Independiente:
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Fuente: Patria de Martí
El Cuban Research Institute (“CRI”) (“Instituto de Investigación Cubano”), un departamento dentro de la Facultad de Asuntos Internacional y Público de la Universidad Internacional de la Florida (FIU), acaba de publicar una encuesta que pretende explicar cambios de actitudes y pensamientos percibidos dentro de la comunidad cubana en Miami. Esto encaja muy oportunamente con la misiva enviada recientemente al Presidente Obama por cuarenta y seis individuos compuestos de cabilderos, comerciantes y oficiales retirados de las fuerzas armadas y del gobierno, pidiendo implícitamente el levantamiento del embargo con el pretexto de ayudar una sociedad civil imaginaria e inexistente.
Esta “encuesta” es, para efectos prácticos, la retaguardia estratégica dentro de esta ofensiva apaciguadora que busca destruir las barreras que impide el traslado de fondos de supervivencia a la dictadura castrocomunista. Esta posición, no es nada nuevo para el CRI. Años antes de que el titulado “intercambio cultural” se convirtiera en frente oficial de penetración al exilio cubano, el CRI aprovechó y explotó todas las brechas legales para brindar un podio a los académicos de la dictadura aquí en Miami y en La Habana, ellos participaron “colegiadamente” en instituciones académicas censuradas, escuchando y charlando de todo lo que la dictadura le diera la mismísima gana de tolerar. Esto, por seguro, no incluyó nada expresado en público de política contestataria, de cambios sistémicos o mucho menos, de la libertad o la democracia.
Este nuevo sondeo es simplista y engañoso. Dado la seriedad del asunto y de todo lo que está en juego, este titulado “estudio” se convierte en algo vergonzoso y lamentable. El CRI ha sostenido, a través de los años, la clara preferencia por la cesación del embargo estadounidense y por la normalización incondicional de las relaciones entre los EE UU y Cuba comunista. El proyecto en cuestión fue pagado por el Trimpa Group y el Open Society Foundation. Ambas organizaciones vienen cargadas con una trayectoria probada de apoyar la eliminación de las sanciones contra el despotismo comunista cubano. La investigación fue conducida principalmente por profesores amenos a la idea de una aproximación al castrocomunismo. Cuando se le añade el hecho de que históricamente, los bolsillos principales que han costeado estos proyectos del CRI han sido instituciones como el Brookings Institute, el Christopher Reynolds Foundation y el Ford Foundation (entre otros), todos comprometidos con el principio de no presionar al poder dictatorial en La Habana, no debe de constituir una sorpresa, el resultado que dicho sondeo ha arrojado.
El Cuba Study Group y su vástago, CubaNow, buscando legitimar sus acciones a favor del rescata del comunismo cubano, les urgía un sondeo como este. La Cámara de Comercio de los EE UU también le hacía falta. Sin duda, la clase política con frecuencia tiende a impresionarse por estudios cuasi-científicos cuando lleva un emblema universitario. Lo fundamental de toda esta hazaña con adorno académico, es reconocer este proyecto como un elemento más dentro de una campaña integradora que busca validar la reconexión diplomática entre los EE UU y Cuba, a pesar de que la isla caribeña sigue portando el absolutismo como modelo político.
En Cuba se ha torturado y se sigue torturando; se ha encarcelado y se sigue encarcelando; se ha asesinado y se sigue asesinando. En Cuba no hay derecho a la libre expresión contestataria, ni se puede escoger entre candidatos políticos con visiones que compiten, ni hay tribunales autónomos. La barbarie, se ha cometido y se comete, en nombre y para el beneficio de un régimen tiránico. No le debe de importar a nadie que quiera para Cuba nada menos que una democracia con plena libertad, que la dictadura esté modificando su coordinación económica para así prolongar su poderío. El problema en Cuba es político, ético y moral. Lo económico es un factor secundario y el enfocar en eso exclusivamente, sería banalizar la perversión que se ha ejercido desde el poder político en los últimos 55 años en Cuba. Cualquiera que esté proponiendo levantar las sanciones contra la dictadura cubana, sin condiciones o concesiones políticas y unilateralmente, no le debe de ofender mucho regímenes liberticidas. Dejemos a un lado sondeos que sólo rinden buhonería ideológica. ¡Concentrémonos en el problema panorámico: Cuba libre!
El autor es escritor, politólogo y Director de Patria de Martí (www.patriademarti.com). Su último libro es Dictaduras y sus paradigmas: ¿Por qué algunas dictaduras se caen y otras no? Nació en La Habana, Cuba y reside en los EE UU.
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