Edgar Vincent Vargas responde a la última declaración del Papa Francisco sobre el dinero, el estiércol y el demonio, explicando su error (solo le da la razón si se refiere a un caso específico).
Y es que cada vez que habla de economía (la crítica es a este respecto), queda más en evidencia, por otra parte lógico, tanto por su profundo desconocimiento sobre el tema, como por su arraigado peronismo.
Y es que como leía el otro día en redes sociales, si el dinero es el estiércol del diablo, comete un pecado bien grave pidiendo el cepillo cada semana...
Artículo de Mises Hispano:
"El Papa Francisco tiene estiércol socialista en la cabeza"
No me sorprenden las recientes declaraciones del máximo pontífice de la iglesia católica el señor Jorge Mario Bergoglio alias Papa Francisco, porque se trata de la misma retórica izquierdista global de satanización a todo aquello que huela a libre mercado para preservar el statu quo.
En esta ocasión, el Papa se refirió al dinero como ‘‘el estiércol del Diablo’’, que no es más que una variante de los adagios trillados ‘‘el dinero es la causa de todos los males’’ o ‘‘ser rico es malo’’ con la intención de elevar a la pobreza como virtud, desviar a las masas del verdadero problema y despertar sentimientos de inquina o resquemor contra el éxito empresarial y la libertad de elección.
Es de notar que este discurso es propagado por muchas de las figuras públicas más visibles en el poder y repetido constantemente hasta el cansancio por los medios de comunicación funcionales a sus propósitos, para convertirse en norma de pensamiento dentro de la conciencia colectiva de la muchedumbre conformista.
Vamos a dar un voto de confianza, si el Sr. Jorge Mario Bergoglio se ha referido específicamente sin querer al dinero fiduciario como estiércol satánico, le doy la razón, el mecanismo inflacionario de la banca central que se da a través de la circulación forzosa del crédito es totalmente malicioso y fraudulento, devora el poder adquisitivo y despoja los ahorros de millones de personas, condenándoles a la pobreza y a condiciones muy duras de existencia, por tanto necesita ser abolido de inmediato.
Pero si el Papa se ha referido al dinero propiamente hablando, pienso que si de verdad es consecuente con su discurso, va a tener que renunciar a todas las posesiones de joyas, metales preciosos que ha confiscado la institución a la cual pertenece y que ha acumulado a través de poder político durante siglos, podría donarlas a organizaciones privadas para que puedan ser valoradas y aprovechadas en un régimen de libre mercado.
El dinero es simplemente una herramienta que facilita o agiliza los intercambios voluntarios de bienes y servicios que permite a los individuos, por medio de contratos o actos de comercio, obtener acceso a la riqueza a través del ahorro asumiendo trabajo y riesgos; la innovación, el capital, el riesgo, la empresa de millones de individuos dentro un entorno institucional de libre mercado es lo que mueve y hace florecer la civilización.
La riqueza no es mala Sr. Bergoglio, Ud. se beneficia de ella; no es el comercio, ni el capitalismo, lo perverso son los medios políticos, como el que Ud. como cabeza de Estado organiza, lo perverso es el uso de la violencia para obtener dinero controlando la libre elección de los individuos, no importa si es un ladrón individualmente considerado o si es una institución de gobierno a través de impuestos para despojar a la gente trabajadora y emprendedora de sus ahorros. Es muy fácil demonizar la riqueza cuando Usted no la ha creado o trabajado, ni asume ningún riesgo, sino que por caso fortuito ‘‘la providencia se la ha entregado’’.
¿Qué propone? ¿Abolir el dinero o los intercambios voluntarios (como hizo el dictador comunista Pol Pot a costa de la vida de millones de seres humanos) y volver a las condiciones primitivas de existencia con el trueque?, pues esa parece ser la intención alojada en lo más profundo del subconsciente de aquellos que profesan la malvada filosofía del Estatismo, Ud. investido de una supuesta autoridad moral y religiosa no es la excepción.
La religión y el pensamiento de la izquierda política van de la mano, aunque nieguen sus vínculos y se autoproclamen ateos o conservadores de uno u otro bando dentro del espectro político; religión, colectivismo y Estado han sido hermanos de sangre desde los albores de la civilización. Muchos no están al tanto pero a las esferas del poder político mundial les conviene mantener el discurso demagogo anticapitalista, porque causa popularidad, simpatía o aceptación en las masas ignaras y emocionales, que nadie se sorprenda si en el futuro más líderes o figuras públicas sigan promoviendo con más vehemencia esta agenda liberticida para preservar sus intereses.
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