-Que la presión política es y ha sido constante en cada legislatura y con cada gobierno (como ejemplifica en el artículo).
-Que cuanto más poder tenga el Estado (y el político que emplea sus instrumentos de coacción), más abusará de este poder y presión hacia la voz disonante y crítica, que es por otra parte lo que pide y defiende Cintora y su amada Podemos (no está recibiendo más que su propia medicina pues reclama un poder estatal mucho más grande y un monopolio de la información).
-Y en tercer lugar, y una vez más la hipocresía al hilo de muchas reacciones de aquellos que claman al cielo por el despido de alguien por una presión política (si es así con todo el sentido) por parcial que fuera , pero que de la misma manera defienden y presionan la destitución o expulsión de ciertos medios de otros presentadores o colaboradores por alejarse de su ideología (bastante frecuente estos últimos meses en TVE sin ir más lejos).
El pan de cada día. Pretender una cosa y la contraria. Exigir las causas y no querer las consecuencias...
Artículo de Contando Estrelas:
Ayer Cuatro destituyó a Jesús Cintora, periodista muy próximo a Podemos. Un medio lo atribuye a presiones políticas del PP. Ayer el periodista se convirtió en trending topic en Twitter, y seguidores suyos lanzaban una campaña de boicot a Mediaset, propietaria de Cuatro.
Cuando los censurados eran otros
Ayer desde mi cuenta de Twitter se me ocurrió señalar la desfachatez de quienes ahora consideran la destitución de Cintora como un atentado contra la libertad de expresión, después de haber pedido el despido e incluso la censura para otros periodistas:
Las presiones a medios bajo los distintos gobiernos del PSOE y el PP
Lamentablemente, la experiencia que tenemos en España de presiones políticas para despedir a periodistas e incluso liquidar a medios de comunicación viene ya de lejos. Durante el mandato de Felipe González el gobierno recurrió a su poder para cerrar medios incómodos y despedir a periodistas molestos sin cortarse un pelo. En 1988 echaba el cierre el diario ultraderechista “El Alcázar” después de ser privado de forma arbitraria de la publicidad institucional, como sentenció el Tribunal Supremo en 1994, que obligó al Estado a indemnizar a los propietarios de ese periódico. En 1989 y tras fuertes presiones políticas, Diario 16 despedía a su director, Pedro J. Ramírez, por negarse a ocultar las relaciones entre el gobierno y los GAL, unas relaciones finalmente confirmadas por la Justicia. En 1992 el gobierno socialista permitía una operación -declarada ilegal por la Justicia ocho años después- conocida como “el antenicidio”, por la que su emisora afín, la Cadena SER, se hacía con una emisora crítica con el gobierno, Antena 3 Radio, para a continuación cerrarla.
El gobierno de Aznar hizo otro tanto con Antonio Herrero, un valiente locutor de la Cadena COPE que se atrevió a denunciar las incoherencias e incumplimientos del PP. Como relató años después Federico Jiménez Losantos, en una cena en La Moncloa, Aznar les comunicó a Luis Herrero y a él su enorme enfado con Antonio: “ése era precisamente el objeto de la cena: anunciarnos la condena de Antonio, si de él dependía, y la voluntad de salvarnos de la quema profesional a nosotros dos”. Al día siguiente Antonio Herrero moría en un accidente de submarinismo. De no producirse este trágico hecho, seguramente Herrero habría sido despedido de la COPE poco después.
Con la llegada de Zapatero al poder, el acoso a medios críticos se volvió descarado: testimonio de ello pueden dar quienes lo sufrieron en la Cadena COPE y en Intereconomía, canal que llegó a ser multado en 2010 por expresar una opinión distinta a la del gobierno, multa anulada por la Justicia al año siguiente. En un caso parecido a lo ocurrido con Aznar y Antonio Herrero-, el locutor de radio más “molesto” para el gobierno perdía su trabajo en 2009 tras una descarada campaña de acoso desde el poder y sus medios afines.
Con el gobierno de Rajoy las presiones no han ido a menos, sino que se han hecho de forma más reservada. Después de que el gobierno diese todos los pasos necesarios para tumbar a medios conservadores críticos con el ejecutivo (ejemplo de ello es la asfixia de Intereconomía), consumaba la destitución de los directores de tres de los diarios de más tirada: Javier Moreno (El País), Pedro J. Ramírez (El Mundo) y José Antich (La Vanguardia), periódicos que prácticamente se han convertido en la correa de transmisión de la vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, muñidora de las presiones políticas del ejecutivo de Rajoy a medios de comunicación. El pasado mes de julio un medio próximo al ejecutivo anunciaba presiones a Mediaset y Atresmedia, grupos de comunicación propietarios de Cuatro y Telecinco (Mediaset) y Antena 3 y La Sexta (Atresmedia). Atresmedia ha ofrecido cierta resistencia, pero Mediaset se ha rendido a los pies de La Moncloa.
Cuanto menos poder tenga el Estado, menos podrá abusar de él
Todas estas presiones políticas serían imposibles, o muy difíciles, si el Estado no sufriese sobrepeso, y si los políticos estuviesen lo bastante limitados como para impedir que abusen de su poder. Cuando un gobierno puede conceder licencias de radio y televisión a voluntad, cuando puede echar mano de la publicidad institucional a placer para favorecer o discriminar a medios en función de su obediencia, cuando puede lograr que se destituya a directores de medios a cambio de leyes abusivas como el canon AEDE, entonces lo que tenemos son casos como los relatados. Y cada vez van a más. Paradójicamente, algunos no quieren que estos casos les afecten pero a la vez quieren que el Estado esté sobredimensionado, lo cual es un contrasentido. El propio Jesús Cintora escribía esto en enero de 2013:
Para él lo ideal es que el Estado -es decir, los políticos- tenga el monopolio de la información, que tenga el poder de determinar lo que debemos saber o no los ciudadanos a través de los medios. Lo que sugiere Podemos es llevar las presiones políticas a periodistas a su máximo nivel, lo que nos llevaría a tener una situación como la de Venezuela, donde la censura gubernamental campa a sus anchas gracias a un modelo estatal con poderes cada vez más extensos. Paralelamente, Venezuela se ha convertido en una de las campeonas de la corrupción política en Hispanoamérica, y quien dice corrupción política dice abuso de poder.
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