martes, 3 de marzo de 2015

Empresas y familias recortan la deuda en 477.418 millones mientras el Estado la sube en 594.247 millones

Antonio Maqueda analiza la evolución del endeudamiento de empresas y familias (sector privado) y Estado (sector público) desde el inicio de la crisis.

Se observa un hecho fundamental para salir de la crisis, como es la reducción de la deuda por parte de los agentes económicos (empresas y familias), elemento imprescindible para salir de la depresión y volver a crecer de manera sostenible. Si bien ésta aún continúa su proceso, siendo aún elevada. Un esfuerzo por otra parte encomiable, y a pesar de los gobernantes, debido a las trabas políticas (incrementos constantes de los impuestos y regulaciones).

Por el contrario, el sector público sigue aumentando su deuda sin freno alguno (600.000 millones € en estos años), y en mayor cuantía de lo que reduce la deuda el sector privado, lo que es un hecho ciertamente negativo y empeora el problema de la deuda en España, evidenciando la falta de austeridad pública y los riesgos aún vigentes en nuestra economía, si efectivamente la aversión al riesgo vuelve.


Artículo de Voz Pópuli:
Las familias han recortado su deuda en 159.000 millones desde el principio de la crisis, según los datos facilitados este lunes por el Banco de España. Entre 2008 y 2014, el endeudamiento de los hogares y las instituciones sin ánimo de lucro ha caído desde los 908.161 millones hasta los 748.357 millones. En porcentaje de PIB y por tanto medido en términos de capacidad de pago, este indicador ha retrocedido en 16 puntos y se sitúa en el 70 por ciento del PIB frente al 84 por ciento registrado en 2008 y el 86 por ciento anotado en 2009, año de mayor endeudamiento para las familias en términos de PIB.
Los hogares han reducido sus pasivos muy lentamente, a un ritmo medio de unos dos puntos de PIB entre 2009 y 2013. Pero la buena noticia es que en 2014 la velocidad del desendeudamiento se ha acelerado significativamente hasta el punto de alcanzar los casi siete puntos del PIB en un solo ejercicio. Y eso ha ocurrido en el transcurso de 2014 gracias a cuatro elementos:
En primer lugar, el crecimiento del PIB eleva el denominador y por lo tanto rebaja el esfuerzo. Segundo, la creación de empleo, que ha generado un incremento de rentas de los asalariados como se reflejaba en los datos del INE de la semana pasada. Tercero, que los hogares han destinado todo su ahorro a amortizar préstamos, tal y como se recoge en los indicadores financieros del Banco de España. Y cuarto, que la carga de intereses se está rebajando ligeramente gracias a la mejora de la condiciones financieras propiciada por el BCE.  
Respecto a las empresas, éstas han disminuido sus pasivos de forma mucho más rápida. De 2008 a 2014, la deuda de las sociedades no financieras ha descendido en 317.614 millones, unos 30 puntos del PIB desde el 119 al 89 por ciento.
En volumen total, la deuda de las compañías cae de 1,26 millones a 943.491 millones. Semejante tajo a los niveles de apalancamiento ocurre en buena medida porque las empresas se han beneficiado de las reestructuraciones, han incurrido en quiebras y cesiones en pago que han cancelado deudas, se han desprendido de activos y han detenido toda la inversión.
Y es que al tiempo que el sector privado se ajustaba, el público ha compensado con creces los esfuerzos y se ha endeudado en 594.247 millones para alcanzar un total de 1,03 millones de euros. Es decir, si familias y empresas han reducido la deuda en 46 puntos del PIB, el Estado ha contraído 58 puntos del PIB de deuda, y eso ha generado un endeudamiento neto del conjunto de la economía de 116.829 millones. En lugar de achicar deuda, seguimos alimentándola, refutando hasta cierto punto eso que llaman austeridad y poniendo en evidencia que aún estamos lejos de corregir nuestros desequilibrios.
Aunque el Estado ha soportado la recapitalización bancaria y el traslado de numerosos activos al Sareb, estas cifras ponen de manifiesto que el saneamiento de las cuentas públicas de la primera década del siglo se sostenía en el endeudamiento del sector privado, el cual disfrutaba de tipos reales negativos y por lo tanto tenía todos los incentivos para tomar crédito. De esta forma, se generaban mayores bases imponibles que las Administraciones se apresuraban a ordeñar, sobre todo en el inmobiliario.  
Pero la crisis lo cambió todo. A pesar de que la recaudación se desplomó en unos 70.000 millones, el Estado intentó mantener el gasto a fuerza de aumentar la deuda y de subir la presión fiscal con hasta medio centenar de alzas tributarias. Así se ha producido una transferencia de los que mantienen su trabajo a los parados con prestación, los empleados públicos, los pensionistas, los depositantes de las entidades rescatadas y las estructuras del Estado como las Comunidades Autónomas y las provincias.
Según quien lo argumente, esa transferencia ha impedido que la economía caiga más o que la economía se ajuste antes y comience a crecer con más fuerza. Como resultado, por más que se engordase el PIB con la nueva contabilidad nacional, al cierre de 2014 la deuda de los sectores no financieros se coloca en el 256 por ciento del PIB, unas cotas que todavía nos dejan en una posición muy vulnerable si retornase la aversión al riesgo. 

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