Es común que el mismo día de una tragedia, se pretenda politizar y emplear el suceso como arma política. Al respecto, la tragedia del accidente de avión de Germanwings (donde además conocía a una de las victimas, lo que hace aún más impactante el accidente) no ha sido una excepción.
Es ciertamente lamentable como es más importante para algunos anteponer la ideología y el interés político a los hechos y la evidencia, sin tener idea además las consecuencias de lo que dice (o pretende).
Es ciertamente lamentable como es más importante para algunos anteponer la ideología y el interés político a los hechos y la evidencia, sin tener idea además las consecuencias de lo que dice (o pretende).
En este sentido, Eduardo Garzón (hermano del lider de IU Alberto Garzón y colocado como asistente de un eurodiputado de IU) colgaba en Twiter "Maldita sea esta sociedad capitalista donde una compañía aérea antepone el beneficio empresarial a la seguridad de los pasajeros".
Las declaraciones son lamentables (intentó explicar más tarde dicho comentario aunque no cambia varía la respuesta) y más que desacertadas por diversos motivos:
En primer lugar porque dicha afirmación es rotundamente falsa. Bajo el capitalismo, ninguna empresa puede llegar lejos si no cuida precisamente al cliente que le permite existir y ganar dinero (a no ser claro, que la mano del Estado te proteja o conceda privilegios, pero entonces estamos hablando de otro capitalismo, el de Estado), pues si no satisfaces la necesidad del cliente, sencillamente no te compra tu producto más. Si das muestra de inseguridad, sencillamente, alejarás al cliente, pues éste reclama y demanda seguridad en el producto. Y si esta situación es reincidente, será tu final y la empresa acabará arruinada. Por lo tanto prevalecerán las compañías que mejor satisfagan las exigencias y necesidades del consumidor y/o al mejor precio.
En segundo lugar, porque ese es precisamente una de las bondades del capitalismo. Que te permite elegir y el que manda no es la empresa u oferente sino el consumidor o demandante. Puede por ello libremente elegir el proveedor y la competencia llevará a ofrecer el mejor producto y al mejor precio al consumidor para ganarse al cliente, que descartará a aquellos que no lo hagan bien. Y esto es precisamente lo que no ocurre en su maravilloso socialismo, donde hay monopolio y un solo oferente, el estatal, no pudiendo elegir la compañía y donde curiosamente las medidas de seguridad son menores, y donde la tecnología y mejoras las recogen precisamente de aquellos países capitalistas (como ya ocurriera incluso en la URSS durante la segunda guerra mundial).
En tercer lugar, su afirmación no puede ser más falsa por otro motivo. Y es que no es cierto en absoluto que prime el interés económico sobre la seguridad (entre otras cosas porque ambas van íntimamente unidas. Sin una cosa no obtendrás la otra). El avión es con muchísima diferencia el medio de transporte más seguro del mundo. La probabilidad de accidente es de 1 cada 2,4 millones. Y no solo eso, sino que dichos accidentes no suponen generalmente la muerte, pues apenas el 20% de accidentes se saldan con victimas mortales.
Y es que NUNCA ha sido más seguro volar que hoy en día, como muestra cualquier estadística. Pero si fuera verdad lo que dice, como prima siempre el beneficio y se antepone a la seguridad, esto no podría ser cierto:
El siguiente gráfico muestra el número de accidentes por año desde 1946, pudiéndose observar claramente la tendencia con el añadido más que importante que nunca se ha volado más horas que hoy en día (evolución claramente creciente), lo que evidencia la mayor seguridad actual.
En cuarto lugar, si lo que pretende o exige es el riesgo cero, que no salga de casa porque es imposible. Ah no!, que las muertes por accidente en el hogar suponen la cuarta causa de mortalidad en la Unión Europea y la primera entre menores de 35 años! (malditos seamos que anteponemos nuestra rentabilidad en casa antes que nuestra seguridad). Poco entiende (y eso que Económicas es su carrera) de rentabilidades-riesgos, economización de recursos, costes de oportunidad y recursos finitos si no es capaz de entender bien cómo esto es imposible y además supondría consecuencias dramáticas en muchos ámbitos.
En quinto lugar, si lo que pretende es precisamente reducir aún más el riesgo hasta niveles nulos, implica por lo tanto encarecer aún más el coste, lo que privará a millones de personas de la oportunidad de viajar y volar, haciendo inaccesible y un bien de lujo un bien que hoy es accesible a todo el mundo (cosas del maldito capitalismo y la globalización). Pero tranquilos. Su crítica entonces (porque ellos siempre están en el lado adecuado de su mundo feliz) sería tal que así: "Maldita sea esta sociedad capitalista donde una compañía aérea antepone el beneficio empresarial con precios desorbitados e inaccesibles en favor de los ricos, únicos que pueden disfrutar de dicho bien de lujo generando desigualdad con el resto de ciudadanos". Un capitalismo, que precisamente mediante la capitalización de recursos, la reinversión del beneficio, la búsqueda del lucro y la competencia permite convertir un producto de lujo en sus primeras etapas (al igual que con el coche, el ordenador, el teléfono móvil...) en productos casi de primera necesidad y accesibles a todo el mundo y de múltiples variedades de oferta (mediante la inversión, la investigación, la optimización de recursos y costes, la mejora del servicio, el avance tecnológico, las mayores prestaciones, la producción en cadena, la división internacional del trabajo...).
En sexto lugar, como he comentado antes, toda decisión tiene un coste de oportunidad. De la misma manera que hay una enorme correlación (negativa) entre menor riesgo y mayor coste, y la consecuencia es que mucha gente no podría volar ni viajar (es esto lo que defiende Garzón por lo tanto, solo que es fácil cuando él sí puede permitírselo con del dinero público que cobra de los contribuyentes), otro coste de oportunidad, es que toda esa gente que renunciaría a viajar en avión (ya sea para siempre o viajando muchas menos veces) tendría que recurrir a otros medios de transporte como el automóvil, un medio con mayor riesgo y muchas más victimas mortales. En consecuencia, la estupenda decisión de Garzón implicaría muchas más muertes por accidentes, agravando aún más la situación inicial (y encareciéndola) y condenando a morir a muchas otras personas que no morirían yendo en avión.
Y en séptimo y último lugar, porque el accidente nada tuvo que ver con que fuera una aerolínea de bajo coste, sino como ya se conoce, el copiloto del Airbus accionó el botón de descenso de manera voluntaria no permitiendo entrar al piloto en la cabina ni respondiendo a los controladores, estando vivo hasta el momento del choque (se le oye respirar en la caja negra). Pero nada de esto es importante para quien tiene una importante ceguera ideológica, que la antepone a los hechos. El culpable siempre es el capitalismo, no importa que el accidente sea provocado por un humano, o fruto de un atentado, o de cualquier error técnico. En su mundo de ilusión, no hay errores de ningún tipo y en el real, la culpa es del capitalismo, pues es lo que tienen los dogmas de fe, que no representan la realidad.
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