domingo, 29 de marzo de 2015

La maravilla del comunismo y la imosibilidad de tener una vivienda propia en Cuba

Es la maravilla del comunismo. La eliminación de la propiedad privada desalienta la producción y destroza la productividad y la generación de riqueza, por no hablar de la eliminación de la libertad del individuo y el sometimiento mediante la violencia institucional al poder político (que resulta que pese a la palabrería propagandística no tiene nada que ver con la voluntad del pueblo).

Es por ello que un país comunista solo puede vivir (o malvivir) mediante la violencia (ausencia de libertades y mediante la imposición), esclavitud (obligación a la fuerza al trabajo o sector productivo que dicte el líder) para producir algo o la ayuda externa (subvención y ayuda de financiadores o amigos ideológicos, ayuda internacional o divisas de emigrantes y turistas). Pese a todo, surge generalmente la necesidad de abrirse al mercado poco a poco y lo justo para mantener la dictadura, y para aumentar el bienestar, la producción, y la riqueza y minorar así problemas de escasez, intentando cubrir las necesidades de importar productos necesarios. Y para ello hay que intercambiarlos por propios, de ahí su mayor pobreza, su mayor escasez y su menor riqueza y su necesidades peor cubiertas, pues el sistema socialista desincentiva la producción, y en consecuencia produce menos de manera agregada, asigna mal los recursos, despilfarrando recursos, no permite la competencia, desincentivando la innovación y la soberanía del consumidor...).


Es lo que ha ocurrido en Cuba con determinados casos, que ante la caída de su financiador URSS y con la mayor debilidad de su actual principal financiador (Venezuela) ha ido dando ciertos pasos aperturistas (aunque la mayoría de palabra más que nada) como el levantamiento de las restricciones para la compra-venta de viviendas.

Lo curioso (para algunos), es precisamente la inaccesibilidad para la inmensa mayoría de la gente de dichos bienes, a los que solo pueden recurrir unos pocos privilegiados, como denuncia el cubano Yusnaby Pérez, refiriendo en dicho artículo a las propiedades inmobiliarias, donde tras más de 50 años, el régimen totalitario cubano permite ya comprar o vender casas a los ciudadanos de la isla.

 

Pero es algo que en la práctica es inviable para cualquier trabajador o ciudadano residente en la isla (salvo privilegiados por el régimen), pues con un "salario medio de 18 dólares al mes y un valor medio de la vivienda en La Habana de 60.000 dólares", tendrían que dedicar 300 años de trabajo (3.300 sueldos íntegros) para poderse hacer con una residencia modesta. Con más agravantes, pues los bancos no ofrecen créditos, las hipotecas no existen...

Por ello, solo los emigrados cubanos (a nombre de alguien residente en la isla) puede hacerlo, justo "los acusados de traidores y vende patrias por el régimen".

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