El mismo problema de siempre, aumento del poder y peso político en la economía, nulas reformas liberalizadoras y nulo interés por adecuar "la realidad pública a la verdad financiera del país".
El siguiente artículo muestra este deterioro.
Artículo de El Confidencial:
Brasil ha subido -sí, han leído bien, subido- sus tipos de interés de referencia la noche del miércoles 50 puntos básicos hasta el 12,75%, su nivel más alto en los últimos seis años. Como explicamos hace bien poco en el siguiente álbum, preparado por María Igartua, el vasto estado está lidiando con su particular tormenta perfecta con dos fuerzas antagónicas actuando sobre su economía:
1. Crecimiento débil (se espera que la economía se contraiga este año un 0,6%, su primera caída desde 1990), afectado por el bajo consumo (las ventas minoristas disminuyeron un 2,6% en diciembre mes sobre mes, el mayor descenso en 15 años), el desmantelamiento industrial, la caída del precio de las materias primas y la corrupción administrativa, entre otros factores;
(comparación con los BRICs)
(confianza del consumidor)
(confianza empresarial)
2. Debilidad de la moneda (que ha tocado los 3 reales por dólar tras caer un 25% en seis meses), alta inflación (7,36% es el último dato conocido, frente al objetivo oficial -4,5%- u oficioso -6,5%-), elevado precio del dinero que limita las bondades de su bajo nivel de endeudamiento público (63% de la riqueza nacional aunque una buena parte está denominada en el billete verde, problemón al canto que ya recogen sus disparados CDS), déficit público creciente (tras doblar en 2014 hasta el 6,75% del P.I.B.) y deterioro acelerado de la balanza comercial pese a la depreciación de la divisa (negativo en 2.800 millones de dólares en febrero, el peor dato histórico).
(tipo de intervención)
(evolución del real)
(datos monetarios y fiscales)
Pues bien, en tan singular batalla parece que se ha impuesto la necesidad de actuar sobre los precios antes que hacerlo sobre el P.I.B. a través de un programa de expansión monetaria. Problema adicional para una Dilma Rouseff cuya popularidad se va hundiendo por momentos y a la que el cambio de sesgo de la política monetaria de Estados Unidos puede dar la puntilla o una mayor ralentización china (ver ayer a las 08:15).
El porcentaje de brasileños que piensan que su desempeño es 'malo o terrible' se ha incrementado en un mes del 24% al 44%.
La mala nueva de hoy para sus intereses ayudará poco a mejorar tal percepción.
Se lo merece.
Buena parte de los problemas que afectan a Brasil tienen origen fiscal: un sistema tributario excesivo y enrevesado, uso arbitrario de precios regulados, sobre dimensión administrativa, exceso de subvenciones, mala planificación de infraestructuras -incluidas agua y electricidad-, gestión vergonzante de Petrobras, uno de los mejores activos del estado que ya es bono basura, and so on and so forth.
(sueldos públicos y subvenciones)
(dependencia de Brasil de sus exportaciones a China)
La líder del Partido de los Trabajadores llegó al poder prometiendo una continuidad de la desastrosa gestión que ha llevado a Brasil a donde se encuentra en la actualidad. Sin embargo, o liberaliza la economía y trata de adecuar la realidad pública a la verdad financiera del país, fundamental por otra parte para mantener el rating, o la posibilidad de una nueva Venezuela o Argentina en el Cono Sur puede no estar tan distante como parece. Un bombazo, se mire por donde se mire.
La lucha por la supervivencia es lo que tiene. Que a veces exige renunciar a los propios principios.
Si, además, es en beneficio real de los ciudadanos, mejor que mejor.
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