Diego Sánchez de la Cruz muestra el caso de las pensiones de capitalización chilenas de ahorro individual, que a diferencia de las públicas de reparto (España), permiten la reinversión durante décadas de las cotizaciones aumentando drásticamente lo pagado, y permitiendo así pensiones mucho más altas para los pensionistas.
De esta manera, éstas no dependen de la arbitrariedad de los gobiernos, que recortan constantemente las pensiones públicas de reparto para hacerlas sostenibles (es el individuo quien decide cuando jubilarse y con cuanto), ni suponen una guerra política para ganar votos y que llevan a decisiones cortoplacistas que llevan a la insostenibilidad del modelo a largo plazo, como hemos visto también en España, ni dependen de la inmigración o pirámide poblacional como ocurre con las de reparto (actúan como una estafa piramidal por lo que necesitan que cada vez haya más cotizantes en la base que mantengan las pensiones de los de la cúspide), y a su vez implican la generación de riqueza y aumento de la financiación (haciéndola menos dependiente del banco) al invertirse en empresas y proyectos diversos, generando empleo y crecimiento económico.
Y por supuesto, el montante final es mucho mayor, pues la capitalización permite ir acumulando el dinero entregado (ahorrado y capitalizado) que es reinvertido (en lugar de ser repartido y perdido) por lo que acumula una mayor riqueza para el ciudadano (de los 63.000 millones invertidos, sus cotizantes acumulan ya 174.000 millones), que vivirá de rentas mensuales de lo ahorrado una vez jubilado y dispondrá adicionalmente del montante principal (los 63.000M) que puede ser heredado por sus familiares, permitiendo una mayor independencia económica, libertad y poder adquisitivo, y una menor dependencia del Estado y del político de turno.
Así, la rentabilidad de este modelo, que se ha confirmado como un éxito mayúsculo en los más de 30 años que lleva instaurado (y pese a padecer la mayor crisis económica en más de 80 años), con una rentabilidad promedio que alcanza el 8,6% anual (una vez descontada la tasa de inflación!!). Compárese con el 0,25% actual del modelo de reparto español (incluyendo la inflación!!) y que ni aún así es sostenible sin futuros recortes...
De esta manera, éstas no dependen de la arbitrariedad de los gobiernos, que recortan constantemente las pensiones públicas de reparto para hacerlas sostenibles (es el individuo quien decide cuando jubilarse y con cuanto), ni suponen una guerra política para ganar votos y que llevan a decisiones cortoplacistas que llevan a la insostenibilidad del modelo a largo plazo, como hemos visto también en España, ni dependen de la inmigración o pirámide poblacional como ocurre con las de reparto (actúan como una estafa piramidal por lo que necesitan que cada vez haya más cotizantes en la base que mantengan las pensiones de los de la cúspide), y a su vez implican la generación de riqueza y aumento de la financiación (haciéndola menos dependiente del banco) al invertirse en empresas y proyectos diversos, generando empleo y crecimiento económico.
Y por supuesto, el montante final es mucho mayor, pues la capitalización permite ir acumulando el dinero entregado (ahorrado y capitalizado) que es reinvertido (en lugar de ser repartido y perdido) por lo que acumula una mayor riqueza para el ciudadano (de los 63.000 millones invertidos, sus cotizantes acumulan ya 174.000 millones), que vivirá de rentas mensuales de lo ahorrado una vez jubilado y dispondrá adicionalmente del montante principal (los 63.000M) que puede ser heredado por sus familiares, permitiendo una mayor independencia económica, libertad y poder adquisitivo, y una menor dependencia del Estado y del político de turno.
Así, la rentabilidad de este modelo, que se ha confirmado como un éxito mayúsculo en los más de 30 años que lleva instaurado (y pese a padecer la mayor crisis económica en más de 80 años), con una rentabilidad promedio que alcanza el 8,6% anual (una vez descontada la tasa de inflación!!). Compárese con el 0,25% actual del modelo de reparto español (incluyendo la inflación!!) y que ni aún así es sostenible sin futuros recortes...
Artículo de Libre Mercado:
Allá por 1981, una abrumadora mayoría de los trabajadores de Chile optó por abandonar el antiguo modelo de pensiones basado en el reparto de las cotizaciones y firmó su paso al sistema de ahorro individual que los expertos denominan sistema de capitalización.
Bajo este modelo, emulado totalmente en Australia y parcialmente en Suecia, las aportaciones para la jubilación no merman los sueldos en más de un 30%, sino que las cotizaciones se limitan a un 10% que queda depositado en una cuenta a nombre del trabajador, que elige si esos ahorros se invierten en productos de renta fija o variable, dependiendo de su perfil de riesgo.
Han pasado casi 35 años desde entonces y el modelo diseñado por el economista José Piñera se ha confirmado como un éxito mayúsculo. Las aseguradoras privadas acumulan ya 174.000 millones de dólares en activos gestionados. De esta cifra, los trabajadores aportaron 63.000 y los 111.000 millones restantes son producto de los elevados retornos cosechados. Y es que la rentabilidad promedio de las pensiones chilenas para el periodo que va de 1981 a 2014 asciende al 8,6% una vez se descuenta la tasa de inflación.
Han pasado casi 35 años desde entonces y el modelo diseñado por el economista José Piñera se ha confirmado como un éxito mayúsculo. Las aseguradoras privadas acumulan ya 174.000 millones de dólares en activos gestionados. De esta cifra, los trabajadores aportaron 63.000 y los 111.000 millones restantes son producto de los elevados retornos cosechados. Y es que la rentabilidad promedio de las pensiones chilenas para el periodo que va de 1981 a 2014 asciende al 8,6% una vez se descuenta la tasa de inflación.
Tasa de cobertura superior al 90%
Inicialmente, los bajos sueldos de los años 70 y 80 redujeron las rentas obtenidas por los primeros jubilados del modelo. Sin embargo, los informes que detallan el caso de los trabajadores que están empezando a abandonar el mercado laboral arrojan niveles de cobertura que equivalen a más del 90% del sueldo obtenido antes del retiro.
Hay que tener en cuenta que esas rentabilidades obedecen a una cotización mínima del 10% que los trabajadores pueden aumentar si así lo desean. Por otro lado, también cabe señalar que, tras estudiar la posibilidad de crear un fondo público que compita con las gestoras privadas, el gobierno socialista de Michelle Bachelet ha optado por no introducir este cambio y respetar el modelo original de gestión 100% privada.
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