Andrew Syrios analiza la situación de libertad económica en las distintas regiones del mundo (tan atacada erróneamente por la prensa de masas) y su enorme correlación con la prosperidad y riqueza (nada que ver con poseer o no recursos como evidencias cuantiosísimos ejemplos), ejemplificando varios casos y mostrando a su vez cómo la ayuda exterior (lejos de ser la solución, pues lo que necesitan es libertad económica y política), perpetua la corrupción y los abusos de los derechos humanos.
Artículo de Mises Hispano:
La explicación habitual de la prensa de masas es que el mundo en desarrollo se ve maniatado por un lodazal de fundamentalismo del libre mercado. Es verdad que hay unas pocas excepciones a este relato, como Peter Bauer y William Easterly. Pero bastante de lo que oímos es un coro de gentes como Jeffrey Sachs; que para que esos países de conviertan en ricos, deben recibir ayuda de países ricos y limitar el libre mercado.
Salon incluso tuvo la audacia de referirse a Honduras como una “distopía libertaria moderna”. Como dice el autor, “Elimina todos los impuestos, privatiza todo, llena de armas un país y oponte a todo gasto público y acabas siendo Honduras”. Un país en el que “la policía patrulla en furgonetas con ametralladoras, pero no para proteger a la mayoría de la gente. (…) Para la protección individual, hay un ejército de guardias de seguridad armados privados”.
Y además está Naomi Klein, cuyo popular libro La doctrina del shock afirmaba que los que apoyan los mercados libres en realidad usan las crisis para aplicar sus reformas del libre mercado en países pobres y asegurar que esa riqueza continúe.
Hay tanto erróneo en todo esto que es difícil saber por dónde empezar. Primero de todo, Klein ve las cosas al revés. Aunque las grandes corporaciones sin duda tienen su parte de maldad (normalmente con la ayuda del gobierno), Robert Higgs demostraba muy claramente en Crisis and Leviathan que es el estado el que usa las crisis para crecer. En Estados Unidos, el gobierno creció enormemente durante la Primera Guerra Mundial, la Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial e incluso la Guerra Fría. Ahora usa la Guerra contra el Terrorismo para crecer de nuevo.
La libertad económica sigue siendo demasiado rara en el mundo en desarrollo
Como señalaba Johan Norberg en su crítica del libro de Klein:
Si miramos las estadísticas de libertad económica del mundo del Instituto Fraser, solo encontramos cuatro economías de las que tenemos datos que no se han liberalizado en absoluto desde 1980. Todas las demás lo han hecho. Evidentemente, esto también significa que veremos liberalización económica incluso en dictaduras brutales, igual que en democracias pacíficas. (…) Klein se basa en una interpretación personal de anécdotas y ejemplos y nunca trata de proporcionar evidencia estadística amplia en su defensa. Es una omisión comprensible, porque los datos no apoyan su argumento. Hay una correlación muy fuerte entre libertad económica por un lado y derechos políticos y libertades civiles por el otro.
En realidad, aunque estas reformas dejan mucho que desear y el mundo ha dado un enorme paso atrás desde la crisis financiera, sigue habiendo una cantidad decente de liberalización. Y el progreso económico del mundo, aunque también deje mucho que desear, ha sido innegable.
Basta echar un vistazo a las listas de libertad económica en el mundo para ver que el mundo en desarrollo se encuentra con mucho en lo más bajo. El índice tiene en cuenta lo siguiente:
- Tamaño del gobierno: Gastos, impuestos y empresas.
- Estructura legal y seguridad de los derechos de propiedad.
- Acceso a moneda fuerte.
- Libertad para comerciar internacionalmente.
- Regulación del crédito, el trabajo y los negocios.
Países occidentales en Norteamérica y Europa se clasifican entre los países más libres, seguidos por países en Europa Oriental y Asia, luego está Oriente Medio y Latinoamérica, con África al final. Hong Kong está la primera, con una puntuación de 8,98, Estados Unidos el 12º con 7,81 (detrás de Canadá, que es el 7º). Incluso países “socialistas” como Noruega y Suecia están altos en los puestos 30º y 32º respectivamente. Sí, pueden tener un gran sistema público de bienestar, pero también tienen (en términos relativos) sólidos derechos de propiedad y libre comercio.
En el otro extremo, El Salvador es el 60º, Brasil el 103º, Mali el 133º y Chad el 146º. Venezuela (que resulta estar sufriendo una seria crisis económica) está la última. (No hay datos de Corea del Norte).
¿Recordáis la “distopía del libre mercado” de Honduras que “eliminó impuestos” y “privatizó todo”? Bueno, se clasifica la 166ª en el índice de libertad económica de 2015 y la 104ª del Grupo del Banco Mundial sobre facilidad para hacer negocios. El mismo grupo clasificaba a Honduras como la 153ª en carga fiscal. Aparentemente, eliminar impuestos en realidad significa tener un tipo fiscal personal máximo del 25%, un 30% de impuesto de sociedades y un brutal impuesto nacional del 15% a las ventas. Es casi como si el propio Ludwig von Mises hubiera elaborado las políticas económicas de Honduras.
Por el contrario, el mundo en desarrollo es enormemente intervencionista. Los derechos de propiedad son escasos, así que generar capital es extremadamente difícil. La policía local puede acosar y acosa a los propietarios de negocios buscando sobornos y, sin derechos fuertes de propiedad y tribunales justos para resolver disputas, muchas de esas economías son poco más que un mercado negro. Es como el mercado ilícito de drogas en Estados Unidos a gran escala. Los propios gobiernos, lejos del laissez faire, podrían describirse a menudo como cleptocracias. De hecho, la razón por la que Honduras necesita “guardias de seguridad privada” es porque la policía estatal hace poco más que acosar a sus propios ciudadanos.
Otro ejemplo de intervencionismo latinoamericano es Perú, Mientras investigaba para su libro El misterio del capital, Hernando de Soto decidió intentarlo y crear una pequeña fábrica de ropa en Perú. Contrató a un abogado y unos pocos estudiantes y les puso en marcha. ¿El resultado?
Tuvieron mucho que hacer. Tuvieron que conseguir 11 permisos distintos de siete ministerios diferentes. Se les pidieron sobornos 10 veces, tuvieron que pagar de verdad sobornos dos veces, hubo muchísimos retrasos. (…) El total te lleva al menos 278 días trabajando ocho horas diarias hacer negocios con una pequeñísima fábrica.
Un amigo mío que tenía un negocio en Ecuador, me contó experiencias similares a esa de Hernando de Soto. E indudablemente no es solo Latinoamérica. El documental Commanding Heights describe “el permiso Raj” de la India que se inició después de eliminarse el Raj británico en 1947. Como decía Narayana Murthy, el presidente de Infosys Technologies: “Solía costarnos de 12 a 24 meses y unas 50 visitas a Delhi para conseguir una licencia para importar una computadora de 1.500 dólares”.
Debido a esto, “Los empresarios encontraban casi imposible que se hicieran las cosas”. El ministro de finanzas de la India, P. Chidambaram señalaba que “Todos los permisos se conseguían por medios corruptos”. En otras palabras, un soborno. Esta burocracia gigantesca y corrupta es el factor principal que mantiene en el subdesarrollo al mundo subdesarrollado. Por suerte, en el caso de la India, se ha liberalizado algo y ha visto un crecimiento económico robusto.
Cómo se hicieron ricos los países ricos
En general, los países más ricos generalmente tienen mercados más libres. Como señalábamos antes, Hong Kong está clasificada como la economía más libre del mundo y tiene unos de los crecimientos más notables en la historia mundial. De hecho, John Stossel intentó el mismo experimento de Hernando de Soto en Hong Kong. Rellenó un formulario y abrió su negocio al día siguiente.
Como señalaba un trabajo del National Center for Policy Analysis: “La renta per cápita es siete veces mayor en las economía más libres económicamente, comparadas con los países menos libres”. En el quintil superior de 2002, la renta per cápita era de 26.106$ al año. En el quintil inferior, era de solo 2.828$.
Estos países son asimismo más libres. Freedom House publica un informe que clasifica a los países por derechos políticos y libertades civiles. El mapa coloreado que proporcionan parece casi idéntico al publicado por el Instituto Fraser. Y el mismo informe del National Center for Policy Analysis encontraba una correlación casi perfecta entre libertad económica y libertad política.
Cómo la ayuda exterior perpetúa la corrupción y los abusos de los derechos humanos
Muchos podrían reconocer esto, pero argumentan que la ayuda exterior sigue siendo necesaria como medida para acabar con la diferencia. Pero la ayuda exterior se limita a quedarse en líderes corruptos y sus malos sistemas económicos a permitir a las élites corruptas en esos países mantener sus políticas fracasadas. Un informe de The Center for Strategic and International Studies observaba que “La historia de la ayuda de EE. UU. esta llena de historia de oficiales extranjeros corruptos utilizando la ayuda para llenar sus propios bolsillos, apoyar acumulación militar y seguir proyectos vanidosos”. O como dijo alguien agudamente experto: “la ayuda exterior es quitar dinero de la gente pobre en países ricos para dárselo a la gente rica en los países pobres”. Tom Woods pone todo esto en perspectiva:
No hace mucho, la revista Parade publicaba una clasificación de los veinte peores dictadores actualmente en el poder. El gobierno de EE. UU. ha contribuido a ayudar a todos ellos, excepto a uno.
¿Cómo se supone exactamente que esto rompa el ciclo de la pobreza?
No es sorprendente que no lo haga. Un estudio de Raghuram G. Rajan y Arvind Subramanian para el Banco Mundial señalaba:
Encontramos pocas evidencias sólidas de una relación positiva (o negativa) entre el flujo de entrada de ayudas a un país y su crecimiento económico. Tampoco encontramos evidencias de que la ayuda funcione mejor en mejores entornos políticos o geográficos o que ciertas formas de ayuda funcionen mejor que otras.
En lugar de ayuda exterior, lo que necesitan estos países es libertad, económica y política. Y, por desgracia, al mundo en desarrollo tristemente le faltan ambas.
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