John P. Cochran analiza la promovida idea de que pese al acierto de las tesis austriacas sobre la explicación y causas de la enorme crisis vivida y sobre los auges y declives, las soluciones "austriacas" son desdeñadas por parecer demasiado "duras" tomándose otras que no solucionan los problemas, sino que los alargan en el tiempo creando nuevas crisis futuras.
Y es que "el dolor de un recesión grave y corta, seguida por un crecimiento y prosperidad renovados y sostenibles puede en realidad ser ´cómodo y moderado, comparado con el infierno económico de inflación permanente, estancamiento, alto desempleo y depresión inflacionista´, que es el resultado probable de una continuación de nuestra política actual.
Y es que "el dolor de un recesión grave y corta, seguida por un crecimiento y prosperidad renovados y sostenibles puede en realidad ser ´cómodo y moderado, comparado con el infierno económico de inflación permanente, estancamiento, alto desempleo y depresión inflacionista´, que es el resultado probable de una continuación de nuestra política actual.
Artículo de Mises Hispano:
Randall W. Forsyth, escribiendo para Barron’s al principio de la primavera de 2009, escribía acerca de los economistas austriacos: “Sus ideas nos advirtieron sobre la burbuja; sin embargo su receta para la recesión es demasiado dura”.[1] Ahora que la NBER ha anunciado que la actual “Gran Recesión acabó en junio de 2009, después de 18 meses, reexaminemos esta afirmación. Primero, la fecha final indica claramente que el estímulo de 2009 no tuvo un impacto discernible ni en el plazo ni en la profundidad del punto mínimo. La subsiguiente actividad económica debería hacer que uno se cuestione la velocidad de recuperación del paquete de 800.000 millones de dólares en absoluto.
De hecho una pregunta mejor es la planteada por el Wall Street Journal, en “A Tale of Two Recoveries”: ¿Hicieron las políticas keynesianas más mal que bien? El Journal, sonando muy parecido a Robert Higgs, responde afirmativamente. “Nuestra opinión es que las políticas públicas hipercinéticas han hecho más mal que bien, llevando a incertidumbre y coste más altos que han minado la confianza de los negocios y los consumidores y ralentizado los poderes por otro lado recuperativos naturales de la economía”.[2]
Así que el Journal, aceptando la cronología de la NBER, compara la actual recesión y “recuperación” con la casi igualmente larga (16 meses) y grave (el desempleo llegó a un máximo por encima del 11%) recesión de julio de 1981 – noviembre de 1982 y su posterior recuperación. Su conclusión es que las distintas circunstancias políticas explican significativamente las vías de recuperación radicalmente distintas: tras la depresión a finales de 1982, la economía superó rápidamente los niveles de producción de la prerrecesión. Pero actualmente, casi 15 meses después de la depresión, nuestra economía sigue significativamente por debajo de los niveles de la prerrecesión.
Lo más elocuente son las cifras sobre Inversión Interna Privada Bruta (IIPB). Aproximadamente un año después de noviembre de 1982, la IIPB había aumentado un 8% respecto del máximo en la prerrecesión. Por el contrario, en abril de 2010, casi 11 meses después del trago de junio de 2009, la IIPB estaba un 21% por debajo del máximo en la prerrecesión. Las diferencias en las políticas son tipos fiscales marginales en disminución y reducciones en las cargas regulatorias en toda la economía a principios de la década de 1980, frente a la actual expansión del gobierno, la creciente probabilidad de aumentar significativamente las cargas fiscales, las crecientes cargas de regulación del Obama Care y la reciente legislación de reforma financiera que aumenta la carga sobre las empresas (tanto financieras como no financieras), mientras añade una gran incertidumbre. La actual incertidumbre de régimen solo aumenta por los condicionantes sindicales y los derechos de emisión, que son posibilidades, si no mediante legislación, mediante mano izquierda regulatoria.
Mientras que lo que han dicho los austriacos acerca de la causa del auge y declive esté, según Forsyth, aumentando en reconocimiento y aceptación, lo que han dicho sobre la recesión y la recuperación está siendo ignorado o burdamente distorsionado. Las distorsiones se basan tanto en malas interpretaciones de la teoría como en malas interpretaciones de los registros históricos. La compresión austriaca de la recesión y la recuperación está firmemente enraizada en la mejor microeconomía y ligada a la aproximación a la macroeconomía basada en la estructura de capital.[3]
La comprensión austriaca también tiene un apoyo importante en los acontecimientos históricos adecuadamente interpretados.[4] Los auges se crean cuando la creación de dinero y crédito dirige erróneamente recursos y producción: el auge es el resultado de un fracaso en el mini-cálculo dirigido por el banco central. La transición del auge al declive empieza cuando las incoherencias en los planes de negocios se hacen visibles. Debido a esta distorsión de la estructura de capital, “los periodos de recesión del ciclo económico se convierten entonces en inevitables, pues la recesión es el necesario proceso correctivo por el que el mercado liquida las inversiones insensatas del auge y redirige los recursos”.[5]
Las recesiones son la fase de descubrimiento del error en el ciclo. Se genera desempleo, no por una deficiente demanda agregada, sino, según Hayek, por “una discrepancia entre la distribución de trabajo (y otros factores de producción) entre sectores (y localidades) y la distribución de demanda entre productos”.[6] Durante una recesión, se descubren los errores y se liberan y hacen disponibles recursos para su uso en procesos de producción de un valor potencialmente mayor.
La recuperación es la fase del ciclo en la que los recursos mal asignado se redirigen a usos más coherentes con las preferencias de los consumidores. El proceso de reabsorber diversos recursos no empleados en la economía a empresas nuevas o en expansión (es decir, la recuperación económica) empieza potencialmente en el mismo momento en que tiene lugar el descubrimiento y ajuste de errores y malas asignaciones de recursos previos (es decir, la recesión). Si todos los recursos fueran perfectamente homogéneos y todos los precios, salarios y tipos de interés fueran perfectamente flexibles, entonces las fases de recesión y recuperación serían realmente un solo proceso. Pero a los declives en la actividad económica se les unen factores como bienes de capital no homogéneos, a menudo específicos de tareas, rigideces en los precios y plazos de ajuste en los procesos. Esto significa que la fase de recesión precede a la recuperación, lo que es una segunda fase separada. Como se explicará posteriormente, la recesión incluso se prolonga más (y se retrasa más la recuperación) por las intervenciones, especialmente por políticas o reformas que crean un entorno de “incertidumbre de régimen”.
La recuperación, como el crecimiento y el desarrollo, requiere planificación mirando al futuro. Aquí quizá la mejor guía política viene de la literatura del desarrollo que examina las instituciones que apoyan mejor el crecimiento y el desarrollo económicos.[7]Lo que hace más fácilmente ricas a las sociedades es también lo que es más probable que produzca recuperación y devuelva a la economía al crecimiento sostenible. La teoría austriaca del capital implica que una porción importante de la actividad económica actual se dirija no al consumo actual, sino al futuro.[8] Planificación y cálculo incluyen decisiones o reinversiones para mantener los niveles actuales de producción en el futuro, así como nueva inversión para expansión y nuevas empresas, todo lo cual está orientado al futuro.
La recuperación, como el crecimiento sostenido, requiere un entorno que facilite la planificación y el desarrollo de proyectos (que crearán trabajos actuales), la mayoría de los cuales se dirigirán hacia el consumo futuro. Los austriacos han destacado históricamente los impedimentos al ajuste causados por la naturaleza no homogénea y especificidad variable de muchos bienes de capital y algún “capital humano” mal dirigido durante el auge previo. Estos son aspectos dados de cualquier reestructuración de una economía y son únicos para cada crisis.
Estas malas inversiones sí tienen el potencial para crear pérdidas e impedir la reasignación, pero no hay relación necesaria entre la longitud del auge, el grado de malas asignaciones y la gravedad real de la recesión y la duración del proceso de recuperación. Hay que tener también en consideración si se ha permitido funcionar a los mercados, si el “régimen” tiene certidumbre (estable, predecible y coherente con la política declarada) y si la política conduce al emprendimiento y la toma prudente de riesgos. Las políticas que impidan la competencia e impongan cargas fiscales excesivas, o que de cualquier manera simplemente añadan costes, reduzcan beneficios esperados o aumenten la incertidumbre de los resultados y beneficios de la actividad económica, se ven como los factores más importantes para frustrar la recuperación y convertir las correcciones económicas en estancamiento, estanflación o depresión.[9]
Históricamente, políticas y acciones que a amenacen los derechos propiedad crean “incertidumbre de régimen” o “empeoramiento de régimen”. Esas políticas tienen un doble impacto negativo en la economía: prolongan las fases de recesión y retrasan la recuperación.
La historia económica y el análisis institucional nos dan buenas ideas sobre lo que impide la recuperación o retrasa el crecimiento. La teoría apoyada por esa historia indica que un marco institucional de dinero fuerte, impuestos sencillos y predecibles, un entorno legal estable construido sobre el estado de derecho y la aplicación de los contratos, certidumbre de régimen[10] y mercados ampliamente competitivos estimula la planificación y el desarrollo con éxito a largo plazo.
¿Cuáles son entonces las recomendaciones políticas austriacas para los problemas de hoy? Primero, según Hayek y Rothbard, detener la creación de crédito y la inflación.[11] Luego, según Hayek, impedir una deflación secundaria. Más aún, eliminar todos los impedimentos públicos para una planificación empresarial efectiva evitando medidas proteccionistas y permitiendo que precios y salarios se ajusten como se necesite para restaurar el equilibrio del mercado. Recortar los impuestos, como se hizo en las reformas incompletas de la década de 1980 y durante la crisis de 2001-2003 y reducir drásticamente el presupuesto público.[12] Para evitar futuros episodios de auge-declive, reformar el sistema monetario, pasando del monopolio público actual a un medio de intercambio determinado por el mercado.[13]
¿Qué se está haciendo en realidad para mitigar la recesión y promover la recuperación? ¿Es coherente con un marco que promueve la planificación empresarial y la creación de empleo? ¿O está más alineado con políticas fallidas del pasado que han retrasado la recuperación y promovido el estancamiento? El balance de la Fed está en 2 billones de dólares y subiendo. La pregunta crucial es: ¿crea la respuesta actual de política monetaria que problemas importantes se estén posponiendo? ¿Crea problemas futuros importantes de inflación de precios, un posible colapso del dólar, estanflación u otra secuencia de auge-declive?
Complicando el panorama de posposición y “desenmarañamiento”, la postura actual de la Fed es presionar con el objetivo, no de una estabilidad de precios, sino de una tasa de inflación del 5-6% del IPC. Algunos economistas creen que el objetivo correcto para el tipo de los fondos federales debería ser ahora significativamente negativo y con un límite efectivo real de cero, empujando a la Fed a realizar operaciones por encima y más allá de los objetivos tradicionales del tipo de los fondos federales.[14]
En lugar de restricciones fiscales y rebajas de impuestos, hay una expansión masiva del gasto público, tanto real como propuesto, un aumento masivo garantizado de impuestos cuando expiren automáticamente los recortes impositivos de 2001-2003 al final de 2010, dirigiendo los aumentos de impuestos a los ricos (los que ganan más ed 250.000$) y una política propuesta de derechos de emisión para luchar contra el calentamiento global (política que es en realidad un aumento masivo en los impuestos sobre actividad productiva y consumo que usen energías fósiles).
En lugar de privatización, el gobierno está organizando apropiaciones y rescates de empresas privadas en el sector automovilista, sanitario y financiero. Muchas de estas acciones se han llevado a cabo de formas que violan contratos y estado de derecho. Hay malas indicaciones públicas derrochadoras propuestas de producción mediante subvenciones y directivas, como una política energética que promete “trabajos verdes”. Más importante aún es un ataque verbal concertado a la libertad económica y por tanto la amenaza de “empeoramiento de régimen” a gran escala.[15]
En ausencia de una reforma real, Rothbard veía las alternativas para la economía estadounidense en la década de 1980 como optar entre una depresión del tipo de la 1929 y una depresión inflacionista de proporciones masivas.[16] Entre las posibles alternativas, el resultado hoy más probable es una vuelta a un periodo de una década al estilo de la de 1970 de alto desempleo e inflación. También son posibles un estancamiento de una década al estilo japonés y una euroesclerosis permanente. Sin embargo todavía hay tiempo para cambiar de rumbo y seguir el camino austriaco hacia una prosperidad sostenible. Acabar con la intervención pública en la economía y volver a una política de dinero fuerte. Esa política ha sido calificada como dura o demasiado draconiana, pero el dolor de un recesión grave y corta, seguida por un crecimiento y prosperidad renovados y sostenibles puede en realidad ser “cómodo y moderado, comparado con el infierno económico de inflación permanente, estancamiento, alto desempleo y depresión inflacionista”, ese es el resultado probable de una continuación de nuestra política actual.[17]
Referencias
Becker, Gary S., Davis, Steven J. y Murphy, Kevin M. “Uncertainty and the Slow Recovery”. Wall Street Journal, 4 de enero de 2010, p. A 17.
Ceccheti, Stephen G. “Crisis and Responses: The Federal Reserve in the Early Stages of the Financial Crisis”. Journal of Economic Perspectives. Vol. 23, Número 1 (Invierno) 2009, pp. 51-75.
Cochran, John P. “Hayek’s Law and Rothbard’s Wisdom.” Mises Daily. 22 de agosto de 2001.
Ducca, DiMartino y Reneir. “Fed Confronts Crisis by Expanding Role as Lender of Last Resort“, Economic Letter: Insights from the Federal Reserve Bank of Dallas, vol. 4, nº 2, Febrero /Marzo 2009.
Forsyth, Randall W. “Ignoring the Austrians Got Us in this Mess“, Barron’s, 12 de marzo de 2009.
Garrison, Roger W. “Interest-Rate Targeting During the Great Moderation“. Cato Journal, vol. 29, nº 1 (Invierno) 2009, pp. 187-200.
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Higgs, Robert. “Regime Uncertainty: Why the Great Depression Lasted so Long and Why Prosperity Resumed After the War“. The Independent Review. 1 (4), 1997, pp. 561-590.
Murphy, Robert. Politically Incorrect Guide to the Great Depression and the New Deal. Washington D.C.: Regnery Publishing, Inc. 2009a.
Ohanian, Lee. E. “What — or Who — Started the Great Depression“. Journal of Economic Theory, Volumen 144, Número 6,Noviembre, pp. 2310-2233. 2009.
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Shenoy, Sudha R. “Investment Chains Through History; or, An Historian’s Outline of Development: ‘Using Goods of Ever Higher Orders’”. Indian Journal of Economics and Business, Special Issue. 2007, pp. 185-215.
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Skousen, Mark. The Structure of Production; with a New Introduction. Nueva York y Londres: New York University Press, 2007 [1990].
Smiley, Gene. 1987. “Some Austrian Perspectives on Keynesian Fiscal Policy and the Recovery in the Thirties“. The Review of Austrian Economics, Vol. 1, nº 1, pp. 145-179.
Taylor, John B. Getting Off Track: How Government Actions and Interventions Caused, Prolonged, and Worsened the Financial Crisis. Stanford, California: Hoover Institution Press. 2009.
Taylor, John B. “The Financial Crisis and the Policy Response: An Empirical Analysis of What Went Wrong“. Inédito 2008.
Vedder, Richard K. y Gallaway, Lowell E. Out of Work: Unemployment and Government in the Twentieth-Century America. Nueva York y Londres: Holmes and Meier, 1993.
Vedder, Richard K. and Gallaway. 1991. “The Great Depression of 1946“. The Review of Austrian Economics, Vol. 5, no. 2, pp. 3-32.
Woods, Thomas E. Jr. Meltdown: A Free-Market Look at Why the Stock Market Collapsed, the Economy Tanked, and Government Bailouts Will Make Things Worse. Washington D.C.: Regnery Publishing, Inc. 2009.
[1] Forsyth, Randall W. “Ignoring the Austrians Got Us in this Mess“, Barron’s, 12 de marzo de 2009.
[2] “Review and Outlook: A Tale of Two Recoveries”. The Wall Street Journal. Martes, 21 de septiembre de 2010, p. A20. Para ejemplos de los excelentes comentarios actuales de Robert Higgs sobre el clima económico actual, ver “Credit Shortage or Regime Uncertainty” y otros artículos.
[3] Una interpretación austriaca de la recesión y la recuperación se explica más completamente en mi próximo trabajo: Cochran, John P. “Capital in Disequilibrium: Understanding the ‘Great Recession’ and Potential for Recovery”. The Quarterly Journal of Austrian Economics. Mucho de lo que sigue se toma en buena parte de ese trabajo, que fue redactado en la primavera y principios de verano de 2009.
[4] El cómo políticas inapropiadas del tipo explicado en este artículo crean depresiones, recesiones prolongadas y un retraso en las recuperaciones está bien documentado en trabajos de Rothbard, Higgs, Ohanian, Gallaway y Vedder, Smiley y Murphy. Estos incluyen la Gran Depresión y la depresión dentro de una depresión, la de 1936-37. La “depresión olvidada” de 1920-21 (Woods) y la depresión que no: 1946 (Gallaway y Vedder y Higgs) proporcionan fuertes evidencias de la eficacia de la medicina austriaca, igual que el “milagro alemán” (White). Ver la lista de lecturas adicionales.
[5] Rothbard, Murray N. America’s Great Depression. Auburn, AL: Ludwig von Mises Institute, 2000 [1963], p. xxvii.
[6] Hayek, Friedrich A. Unemployment and Monetary Policy: Government as Generator of the “Business Cycle”. San Francisco, CA: Cato Institute, 1979, p. 8.
[7] El periodo de 1980 a 2005 ilustra lo bien que pueden funcionar las mercados cuando son liberados incluso marginalmente de algunas de las restricciones colectivistas del pasado. Shleifer califica a este periodo como la “época de Milton Friedman”. Shleifer, Andrei. “The Age of Milton Friedman”. Journal of Economic Literature. 47:1, 2009, pp. 123–135. Según Shleifer, “Entre 1980 y 2005, al adopter el mundo políticas de libre mercado, los niveles de vida aumentaron abruptamente, mientras que la esperanza de vida, los logros educativos y la democracia mejoraron y la pobreza absoluta se redujo” (p. 123). Luego pregunta: “¿Es esto una coincidencia?” Después de revisar las afirmaciones en contrario, concluye: “Sobre la estrategia, la economía logró la respuesta correcta: las política de libre mercado, apoyadas pero no asumidas por el gobierno, trajeron crecimiento y prosperidad” (p. 135). Agradezco a Steve Hanke esta referencia. La estructura de capital como componente clave del desarrollo económico se explora con detalle en un contexto histórico en Shenoy, Sudha R. “Investment Chains Through History; or, An Historian’s Outline of Development: ‘Using Goods of Ever Higher Orders.’” Indian Journal of Economics and Business, Special Issue. 2007, pp. 185–215.
[8] Ver Skousen, Mark. The Structure of Production; with a New Introduction. (Nueva York y Londres: New York University Press, 2007 [1990], pp. xi–xxxix) para un excelente resumen. Skousen recomienda pasar a una medición del Gasto Interior Bruto para tener una imagen más realista de la importancia del gasto empresarial (orientado al futuro) en la actividad económica total actual. Mientras que el consumo parece ser aproximadamente el 70% de la economía basada en el PIB, las medidas de actividad económica más en línea con la visión de la estructura de capital de la economía rebajan esta cifra a cerca del 30% (p. xvi).
[9] Para una argumentación similar, ver ecker, Gary S., Davis, Steven J y Murphy, Kevin M. “Uncertainty and the Slow Recovery”. Wall Street Journal, 4 de enero de 2010, p. A17.
[10] Higgs, Robert. “Regime Uncertainty: Why the Great Depression Lasted so Long and Why Prosperity Resumed After the War“. The Independent Review. 1 (4), 1997, pp. 561-590; Shleifer, Andrei. “The Age of Milton Friedman”. Journal of Economic Literature. 47:1, 2009, pp. 123-135.
[11] Rothbard, Murray N. America’s Great Depression, pp. 185-186; Hayek, Unemployment and Monetary Policy, pp. 15-19.
[12] Rothbard, America’s Great Depression, pp. 185-186.
[13] “No creo que tuviésemos grandes fluctuaciones industriales si no fuera por el sistema bancario actual, que a su vez depende del monopolio público de la oferta de dinero. Eso me ha llevado a proponer la desnacionalización del dinero”. Hayek continúa: “En todo caso, las depresiones no son el resultado del funcionamiento del mercado. Son el resultado de los controles públicos, particularmente en el campo de la política monetaria”. Hayek citado en Pizano, Diego. Conversations with Great Economists. Jorge Pinto Books, 2009, p. 10. Ver también la última sección en Garrison, Roger W. “Interest-Rate Targeting During the Great Moderation”. Cato Journal, vol. 29, nº 1 (Invierno) 2009, pp. 187-200.
[14] Ver Ducca, DiMartino y Reneir. “Fed Confronts Crisis by Expanding Role as Lender of Last Resort”,Economic Letter: Insights from the Federal Reserve Bank of Dallas, vol. 4, nº 2, Febrero/Marzo 2009 para una visión general bien presentada de las actividades extraordinarias recientes de la Fed. Ver también Ceccheti, Stephen G. “Crisis and Responses: The Federal Reserve in the Early Stages of the Financial Crisis”. Journal of Economic Perspectives. Vol. 23, Número 1 (Invierno) 2009, pp. 51-75; Garrison, “Interest-Rate Targeting” y Taylor, John B. “The Financial Crisis and the Policy Response: An Empirical Analysis of What Went Wrong”. Inédito 2008.
[15] Powell, Benjamin. “U. S. Recession Policies: Nothing New Under the (Rising) Sun”. The Intercollegiate Review, (Otoño) 2009, pp. 13-21.
[16] Rothbard, America’s Great Depression, p. xxiii.
[17] Rothbard, America’s Great Depression, p. xxvii.
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