martes, 23 de junio de 2015

El Plan B de Syriza

Daniel Lacalle analiza la situación de Grecia, sus cifras y desequilibrios, la inverosímil solución China-Rusia (nunca mejorarían ni igualarían ni de lejos las condiciones actuales) y el Plan B de Grecia (solución ideológica, no para los ciudadanos). 


Artículo de El Confidencial: 


“You´re not for real, girl, you don´t want my love, you just want my money”, Jason French
Sigue el culebrón griego.

Mucho se ha hablado de protestas anti “austeridad” este fin de semana. ¿Austeridad? El gasto público sobre PIB en Grecia es del 59,2%. De 1995 a 2011 nunca ha bajado del 49%. Desde 1976 el número de empleados públicos casi se ha triplicado mientras que el empleo en el sector privado solo ha crecido un 25%.

Y poco se ha hablado de economía real y crecimiento. Grecia tiene algunas de las cotizaciones sociales e impuestos a sociedades más altos de la UE y se encuentra entre los peores países en cuanto a facilidad de crear empleo y montar empresas según el índice “Doing Business” del Banco Mundial (Grecia puesto 61, España puesto 33). Adicionalmente, como comentábamos en “el laberinto griego”, uno de los índices de competitividad más bajos.

Los sucesivos planes que han presentado los gobiernos griegos nunca han buscado mejorar esas variables, solo mantener el gasto. Lo comentábamos ya en 2012 en esta columna, “el estado griego dilapida rescate tras rescate y continúa retrasando las reformas”.


Y Syriza no está haciendo nada que no hicieran los otros gobiernos. Negar los desequilibrios de su economía para sostener un gasto y un sector público que fagocitan la posibilidad de crecer de las pequeñas y medianas empresas. Mientras el fraude fiscal es una constante en cualquier parte del país, el Estado ahoga a todo el que cumple y sobrevive a través de una política depredadora. 

Sin embargo, nos siguen diciendo que es un problema de “ingresos”. Este gráfico de Political Calculations demuestra lo contrario, como el gasto público se ha disparado muy por encima de la tendencia histórica de ingresos y los gobiernos simplemente se sientan a esperar que dichos ingresos se presenten mágicamente, mientras en su infinita generosidad permiten subsistir a las empresas que generan el 70% del empleo.

La solución China-Rusia…. The Greater Fool Theory

La amenaza de “entregarse” a China o a Rusia es, cuando menos, una broma. En los mercados se llama “la teoría del tonto mayor” (greater fool theory) que es pensar que lo que no te ofrece nadie lo vas a conseguir mejor y más barato de alguien extranjero, lejano y que, por supuesto, no se pronuncia.

China presta en dólares a Ecuador al 7,6% a ocho años. La media de financiación que ofrecen los rusos a los países que apoyan no baja del 9-10% en periodos similares. Y las condiciones de pago y requisitos son igualmente exigentes. Los rusos y chinos no son tontos. Las supuestas bondades geopolíticas de Grecia no reducen la severidad de las condiciones. Que se lo digan a Siria, o a Ecuador… Y tienen petróleo. Grecia no. El Banco público chino ya se ve con dificultades con los préstamos concedidos a Venezuela… como para lanzarse a prestar a quien de antemano avisa que no va a pagar.

La amenaza de Syriza de “hacer un Nestor Kirchner” –que en Argentina canceló compromisos con el FMI para firmar con Venezuela a más del doble del coste- es ideológica, no lógica. No existe un solo ejemplo de reestructuración donde se acuerde un vencimiento medio de 16,5 años como ya tiene Grecia, con un coste en intereses inferior al 2,6% del PIB.

El Plan B

Por lo tanto, Syriza no busca atacar los desequilibrios estructurales de su país ni financiarse mejor. Lo que busca es forzar a que el FMI y la Troika acepten prestar sin compromiso ni contrapartida para no dar imagen de “malvados”. Porque las reformas cosméticas que prometen llevan a otro callejón sin salida cada cuatro años.

El Plan B es muy simple. Forzar la máquina y echar la culpa al otro, una solución ideológica, no para los ciudadanos. Lanzar a la economía a un corralito –una medida a la que ningún gobierno totalitario ha hecho ascos jamás- e intervenir aún más, aunque suponga poner al borde de la quiebra al sistema de pensiones y la seguridad social. Por supuesto, una salida del euro supondría diluir dichas pensiones, ahorros y seguridad social entre un 50% y un 70%. Por eso la primera medida de Syriza fue recuperar la TV pública, para alimentar el enemigo externo cuando el problema de Grecia ha sido siempre interno.


El problema de fondo de esta semana no es un préstamo o dar otra patada hacia delante. No se trata, como nos quieren hacer ver, de un problema de apoyo financiero. Es que sin atacar a los elementos estructurales antes mencionados, a Grecia le pueden prestar el dinero que quieran, al tipo que deseen, con el plazo que más les convenga, que el agujero crecerá de todas maneras. Porque el problema no es de coste ni maduración. Sino de gasto corriente. Eso lo sabe la Troika, China, Rusia y cualquiera. Y la paciencia tras décadas de errar y repetir, se ha acabado.

Si un país tiene una economía cíclica y orientada a servicios y lo atiborramos de gastos corrientes, la bola de deuda aumenta constantemente. Y no crece. Entre 1970 y 1999, sin euro al que culpar, Grecia creció siempre muy por debajo de la media de los países periféricos de Europa y que la media de los actuales socios del Euro. Sorpresa, no es una cuestión de estar en el euro o no. Grecia ya era un desastre de bajo crecimiento y competitividad antes de entrar en la UE.

Por eso, esta vez, la solución no va a pasar por aceptar el órdago sin cartas. Grecia solo tiene una opción. Solidaridad, sí, apoyo, claro. Donación, no.

Los primeros que lo saben son los propios griegos, los defensores de Syriza y sus asociaciones “anti Troika” diversas. El Estado creó un fondo de solidaridad para que los ciudadanos y simpatizantes contribuyesen a aliviar las cuentas públicas y solo ha conseguido cinco millones de euros. Y es que los que claman “solidaridad” son todos muy generosos con el dinero de los demás, pero poner, no ponen un duro.

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