lunes, 5 de febrero de 2018

La lista Forbes destroza otro mito del capitalismo: los ricos no siempre son los mismos

C. Jordá muestra un hecho característico del capitalismo, como es la movilidad social, ausente bajo cualquier otros sistema en el pasado, y que se da en todos los estratos de la población y nivel económico (como me he mostrado en varios artículos más como aquí o aquí o aquí o aquí), incluido el de los más ricos, que muestra cómo incluso las grandes fortunas varías continuamente y se deben en su mayoría no a herencias sino a su propio éxito (e incluso las heredadas son básicamente de una o a lo sumo dos generaciones). 
Y es que uno de los graves errores (y que lleva a la peor demagogia) es entender la riqueza (en el capitalismo) como algo estático y no dinámico. 

Artículo de Libre Mercado: 
Los enemigos del capitalismo defienden la existencia de las clases sociales como cuerpos impermeables entre los que es imposible saltar y que, por tanto, están históricamente enfrentados. Dicho de otro modo: el obrero siempre será obrero y el millonario siempre será millonario y sus intereses, por tanto, estarán en conflicto por los siglos de los siglos.
Pero la realidad es que precisamente es el capitalismo el que permite la permeabilidad social y que una persona mejore su situación económica –y con ella la social- a lo largo de su vida en virtud de su esfuerzo, su capacidad o en ocasiones incluso su suerte.
Y esto no se circunscribe a las zonas que podríamos llamar "fronterizas" entre clases, sino que puede verse en la cúspide misma del sistema capitalista: las listas que elabora la revista Forbes de los más ricos de Estados Unidos y del mundo que, si se estudian a lo largo de su historia de ya más 30 años, describen un panorama de continuas entradas y salidas incluso de los primeros puestos.

Pocas herencias

Tomemos por ejemplo la lista de los 400 americanos más ricos de 1985 -de la que podemos ver aquí los 100 primeros clasificados- que encabezaba ese año Sam Moore Walton, el propietario y creador de Wal-Mart e hijo de unos granjeros de Oklahoma. Era la primera ocasión en la que tenía ese puesto y el tercero que lo ocupaba en sólo cuatro años de clasificaciones.
El segundo era un viejo conocido: Ross Perot, que alcanzó fama internacional al competir en dos ocasiones -1992 y 1996- por la presidencia de Estados Unidos, llegando a obtener casi el 19% de los votos. Perot también era un hombre que había hecho por sí mismo su fortuna: era hijo de un tratante de algodón y él mismo empezó su carrera como vendedor en IBM.
El tercero de la lista, David Packard -uno de los fundadores de Hewlett-Packard-, tampoco había heredado una suma significativa de dinero. De hecho, la lista señala en qué casos la fortuna que refleja se debe a la herencia y, en contra lo que podría pensarse, sólo 15 de los 50 americanos más ricos de 1985 habían heredado su dinero.
Otro aspecto curioso es comprobar que entre los 100 americanos más ricos por aquel entonces no se encontraba Bill Gates, el hombre que no mucho después empezaría a encabezar la lista y que sólo dos años más tarde ya ocupaba el puesto 29º de la clasificación.
Walton consiguió mantenerse como el americano más rico durante los siguientes tres años, hasta ser superado por John Kluge, un inmigrante de origen alemán que fomentó su fortuna en el negocio de la televisión.
A su vez, Kluge se mantuvo en la cumbre durante dos años más, hasta ser superado en 1992 por un hombre que todos ustedes conocen: ese mismo Bill Gates que sólo siete años antes ni tan siquiera aparecía entre los 100 primeros. Gates fue superado al año siguiente por Warren Buffett, aunque en 1994 volvería a ocupar un primer puesto que no dejaría hasta 2010.
Así, en sus 28 primeros años de la lista Forbes de los americanos más ricos solo dos estuvo ocupada por un hombre, Gordon Getty, que había heredado la mayor parte de su fortuna.

Diez años después…

Mientras tanto Forbes empezó en 1987 a publicar la lista de los hombres más ricos de todo el mundo, que tuvo en cabeza durante ocho años a Yoshiaki Tsutsumi, un hombre de negocios japonés que, él sí, había recibido de sus padres un imperio familiar.
Pero el negocio inmobiliario en Japón no fue en los 90 lo que había sido en los 80 y en 1995 Tsutsumi se veía superado por un cada vez más pujante Bill Gates cuya fortuna ascendía a 15.000 millones de dólares. Fue el principio de una caída que llevaría al nipón a abandonar la lista en 2007, sólo trece años después de haberla liderado.
En 1995 de los diez hombres más ricos del mundo seis habían logrado su fortuna por sí mismos, algunos de ellos con historias tan impresionantes como la de Chung Ju-yung, fundado de Hyundai y que no pudo ir a la universidad porque su modesta familia de granjeros no podía permitírselo; o la de Tsai Wan-lin, el hombre más rico de Taiwan y cuya primera incursión en el mundo de los negocios fue… de niño vendiendo verduras y soja en las calles de Taipei.

Cambiando el milenio

Cinco años después con la llegada del nuevo milenio los puestos más altos de la lista Forbes reflejaban la irrupción imparable de las empresas informáticas: Gates seguía en el número uno y era seguido por otro empresario del sector y otro hombre hecho a sí mismo: Larry Ellison, el fundador de Oracle.
Ellison, hijo de una madre soltera de 18 años fue dado en adopción a una pareja de origen ruso que vivía en un modesto apartamento de dos habitaciones en Chicago. En 1977 fundaba con dos socios su empresa con una inversión inicial de 1,400 dólares; 23 años después su fortuna se estimaba en 47.000 millones. Dejó de ser consejero delegado de su empresa en 2014.
En esta lista del año 2000 encontramos multimillonarios europeos: los alemanes Karl y Theo Albrecht, creadores de la cadena de supermercados Aldi y que habían construido su imperio desde una pequeña tienda de ultramarinos en la mísera Alemania después de la II Guerra Mundial.
Nombres como Paul Allen –también fundador de Microsoft-, Michael Dell o Warren Buffet completaban un top 10 de la lista que en el año 2000 únicamente tenía a dos millonarios por su herencia y en el que repetían sólo cuatro de los nombres presentes en 1995.

Llegan Slim y Mittal

Damos otro salto de cinco años y nos encontramos con la irrupción de dos personajes interesantes en la lista: el mexicano Carlos Slim –que poco después llegaría a encabezarla-; y el indio Lakshmi Mittal, que representan la llegada de millonarios de países en los que a priori no esperaríamos que se formasen tan impresionante fortunas.
Los dos son básicamente hombres creados a sí mismos, capaces de levantar un imperio a partir de un pequeño negocio familiar y ese año lograban colocarse tercero y cuarto de la lista.
No eran los únicos nuevos en ésta: también se incorporaba al sexto puesto Ingvar Kamprad, el sueco que fundó Ikea a los 17 años y que acumulaba ya una fortuna de 23.000 millones de dólares.
En ese año el porcentaje de los multimillonarios hechos a sí mismos crecía y solo dos de los diez primeros de la lista –el príncipe saudí Al Waleed Bin Talal Samuel Robson Walton, uno de los herederos del creador de Wal-Mart- habían fundado sus millonarias fortunas en su herencia, si bien es cierto que el saudí había hecho la mayor parte de ella con sus propias inversiones.

Amancio Ortega, entre los más ricos

Damos un nuevo salto de cinco años que nos sirven para ver la consolidación de un español en este top 10 de los más ricos del mundo. Se trata, como ustedes ya sabrán, de Amancio Ortega, que fue el séptimo hombre más rico en 2007 para salir de los puestos de privilegio un año después, ser décimo en 2009 y consolidarse ya como noveno en 2010.
Ortega es la perfecta versión española de hombre hecho a sí mismo norteamericano: empezó trabajando como chico de los recados en un tienda y poco a poco ha llegado a construir un imperio global, Inditex, con marcas como Zara conocidas en todo el mundo.
Junto a Ortega había otros tres nombres nuevos respecto a los que veíamos cinco años antes: el indio Mukesh Ambani, que sí heredó sus empresas de su padre; el francés Bernard Arnault, propietario del imperio del lujo LVMH; y el brasileño Eike Batista, propietario del grupo EBX.
Tanto Arnault como Batista nacieron en familias muy acomodadas, pero han multiplicado exponencialmente las fortunas que recibieron, por lo que se podría decir que nueve de los diez hombres más ricos en 2010 eran los responsables de su propia fortuna. Además, Ambani sólo era la segunda generación con dinero: su padre fue quién inició la fortuna familiar.
Otro dato interesante es que ese año el hombre más rico del mundo era Carlos Slim, con lo que el mexicano se convertía en el primer millonario de fuera de EEUU o Japón capaz de encabezar el listado.

2015: más nuevos que nunca

La lista de millonarios de Forbes de 2015 ha visto de nuevo como Bill Gates se colocaba en el número uno, algo que el fundador de Microsoft ya había conseguido un año antes desplazando al mexicano Slim. Amancio Ortega, por su parte, se sitúa como el cuarto hombre más rico del mundo, pese a perder un puesto respecto del año anterior.
De nuevo el top diez de la lista se ve sometido una notable variación: cinco de los presentes –los hermanos Koch, los hermanos Walton y Liliane Bettencourt- no estaban entre los diez más ricos cinco años antes.
El conjunto de la lista de los más ricos del mundo nos da otra prueba de la extrema movilidad que se da incluso en este nivel extremo de la riqueza: este año 290 de los 500 integrantes del listado eran nuevos –algunos tan famosos como Michael Jordan- en decir, un asombro 58% en un solo año. De estos nuevos millonarios el país que más aportaba era China -71-, seguido de Estados Unidos -57-, India -28- y Alemania -23-.
Si examinamos el número de fortunas heredadas en los 50 primeros puestos de la lista obtenemos un resultado bastante similar al que teníamos en 1982: sólo 21 de los más ricos del mundo han recibido sus miles de millone. Pero hay además un dato extra que resulta especialmente interesante: de esos 21 herederos solo los tres propietarios del imperio Mars –John, Jacqueline y Forrest- pueden trazar el origen de su fortuna más allá de sus padres: fue su abuelo Frank Mars el que fundó el gigante de la fabricación de golosinas. Es decir: el 94% de las mayores fortunas del mundo es de primera o segunda generación.
La conclusión está clara aunque algunos se nieguen a verla: como ya han apuntado otros estudios cuanto más abierta y libre es una economía –más capitalista, en suma- mayor es la movilidad social incluso en las capas más altas de la riqueza.

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