Domingo Soriano muestra el detalle del Presupuesto General del Estado, donde subirán todas las grandes partidas del Gasto, así como los Ingresos.
Artículo de Libre Mercado:
Cristóbal Montoro | EFE
Los Presupuestos Generales del Estado para 2018 (PGE) ya están en el Congreso. Tras la aprobación del Proyecto de Ley el pasado martes en el Consejo de Ministros, Cristóbal Montoro acudía hoy a la Cámara Baja para presentar las grandes cifras de las cuentas del Estado para este año. Todavía no tiene (o eso dicen los partidos de la oposición) los apoyos necesarios para sacar adelante estas cuentas. Ahora comienza el trámite parlamentario y las negociaciones. Lo complicado. Pero el punto de partida, ya está a disposición de los diputados y de todo aquel que quiera visitar la web del Ministerio de Hacienda.
En un primer vistazo, lo primero que llama la atención es el incremento de gastos e ingresos. Todas las grandes partidas de los PGE crecen en relación a las del pasado año. En cierto sentido, tiene su lógica, si el gasto creció en prácticamente todos los ejercicios de la crisis, a pesar de los problemas con el déficit, ahora que llega la recuperación el Gobierno aprovecha para tirar de chequera. Casi todos los capítulos suben en relación con las cifras de 2017. Sólo bajan dos de las grandes partidas: intereses y desempleo (otro reflejo de la consolidación de la recuperación económica).
De esta manera, el total de operaciones no financieras pasa de los 318.444 del PGE de 2017 a los 327.955 millones para este año. Enfrente, los ingresos no financieros pasan de los 280.212 millones a los 293.200 millones (con los 7.704 millones de activos financieros, asciende a 300.903 millones).
Gastos
En lo que tiene que ver con los gastos, el principal cuadro de los PGE es el siguiente, que incluye el resumen por políticas de gasto (incluye también el capítulo VIII, de Activos Financieros). Como puede verse, todas las grandes partidas crecen, excepto dos: la que tiene que ver con el desempleo y la del pago de la deuda pública. No es la primera vez que esto ocurre. De hecho, el gasto en desempleo ha pasado de más de 30.000 millones en los peores años de la crisis a los 17.702 millones previstos para 2018. De la misma forma, el gasto en intereses también sigue su senda descendente: aunque el volumen total de deuda no ha caído, el coste de esa deuda sí es más baja, porque el Estado lleva años financiándose a unos tipos más bajos.
Aquí hay que hacer un apunte. España mantiene para el año que viene un objetivo de déficit del 2,2% del PIB. El Gobierno presume del esfuerzo realizado para reducir año a año esos números rojos. En este punto, hay mucho margen para la discusión política, pero opine lo que opine cada uno, no hay que olvidar que las partidas de gasto más ligadas al ciclo económico (por ejemplo, estas dos que comentamos de desempleo e intereses) llevan años cayendo. La opción escogida ha sido reducir el déficit en la cifra exigida por Bruselas y ni un euro más. Eso es lo que se consiguió en 2017 y ése es el punto de partida para 2018. Es una decisión política legítima, pero no es la única y no es cierto que sea obligatorio incrementar todas las demás líneas del PGE como se hará en 2018 (y como se ha hecho en años anteriores).
Dicho esto, la partida que más crece son las infraestructuras (16,5%), otro indicador de que los años de vacas gordas ya son una realidad. Durante la crisis, la mayor parte del ajuste en el gasto del Estado llegó por el flanco de las inversiones. Ahora, con más alegría presupuestaria y en año preelectoral (con los comicios municipales y autonómicos a la vuelta de la esquina), vuelven las grandes obras públicas. Eso sí, las cifras siguen lejos de las alcanzadas en los mejores años de la burbuja.
También suben pensiones (3,7%), prestaciones económicas (6,5%, esta línea incluye compensaciones para aquellas personas que no puedan trabajar de forma temporal, como permisos de paternidad o accidentes laborales), fomento del empleo (3,9%), seguridad ciudadana (6,4%, sobre todo por la equiparación salarial) o defensa (6,9%).
De los casi 328.000 millones de gasto no financiero de estos PGE, algo menos de la mitad, 156.601 millones, es lo que corresponde a la Administración Central (el resto se lo llevan la Seguridad Social y otros organismos públicos, por ejemplo, el Servicio Público de Empleo Estatal).
El desglose de esos 156.601 millones puede verse en el siguiente cuadro. Como no podía ser de otra manera (este cuadro no deja de ser un desglose de buena parte de lo incluido en la tabla mostrada anteriormente) también aquí puede verse un incremento en el gasto de casi todas las secciones del Presupuesto estatal. Desde las menos importantes en términos presupuestarios (pero muy llamativas para los medios de comunicación, como la Casa del Rey o las Cortes Generales) a las más elevadas, todas crecen, excepto lo destinado al Ministerio de Empleo, algo muy relacionado con las transferencias para pagar el subsidio del paro.
Ingresos
En cuanto a los ingresos, el Proyecto de PGE prevé un incremento del 3,9% en la recaudación vía impuestos y un 4,1% en las cotizaciones sociales en relación a las cuentas presentadas hace un año.
El siguiente cuadro recoge la comparativa en la recaudación tanto respecto a lo previsto en los PGE de 2017 como en lo realmente recaudado (es una de las ventajas de tener un Proyecto en abril, que se pueden comparar las cifras con la realidad del ejercicio anterior). Si se cumple el pronóstico de Hacienda, todas las grandes figuras tributarias incrementarán lo que aportan a las arcas públicas: el IRPF un 6,5%, Sociedades un 4,8% y el IVA un 12,5%. En total, los ingresos tributarios suben el 8,3% respecto a lo realmente recaudado.
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