lunes, 30 de abril de 2018

¿Son los salarios muy bajos?

Diego Barceló analiza la cuestión de los salarios y su establecimiento, y la enorme demagogia (con mucha intención) que hay detrás del reiterado mantra de los salarios de "miseria" en España. 
Se ha hecho habitual y políticamente correcto decir que los salarios son muy bajos, incluso “de miseria”. Sin embargo, la realidad de los salarios es siempre muy diversa. En una economía muy grande como la española, lo es aún más.
Los salarios difieren en las distintas autonomías. En unas, el salario medio bruto ronda los 2.000 euros mensuales (Madrid y País Vasco); en otras, ronda los 1.400 euros (Extremadura y Canarias). Pero también difieren según cuál sea el tamaño de la empresa, aún dentro de la misma autonomía. En las empresas con más de 200 trabajadores, el salario bruto es de alrededor de 2.000 euros por mes, y en las de menos de 50 empleados, gira en torno a los 1.300 euros.
A su vez, los salarios no son iguales aunque se trate de una misma autonomía y un mismo tamaño de empresa, porque varían entre los distintos sectores. En las empresas grandes de la construcción, la remuneración media bruta es de unos 2.500 euros/mes, pero en las de los servicios ronda los 1.900 euros mensuales. Si nos referimos a las distintas ramas de actividad, la diversidad es mucho mayor: desde menos de 1.600 euros en grandes empresas de servicios personales hasta 4.600 euros en las de energía.
Hay muchas otras variables más que inciden en el nivel de los salarios. Por ejemplo, si la empresa exporta o no, si es multinacional o no, o su situación financiera. Dentro de la empresa, por supuesto, el salario también depende del cargo que se ocupe, de las horas que se trabaje, de la capacitación, de la experiencia de la persona en cuestión, etc.
Hablar de “salarios”, en general, no tiene, entonces, el menor sentido. Una cosa es un ingeniero de una empresa siderúrgica grande en Asturias y otra completamente distinta un camarero de un bar en Requena. Una cosa es un funcionario del Ayuntamiento de Madrid y otra un experto en finanzas en Barcelona que hable cinco idiomas.
Como no tiene sentido hablar de “salarios” como si fueran una cosa uniforme, tampoco lo tienen las propuestas de subir o bajar todos los salarios en una misma proporción. Habrá empresas que los puedan subir y otras que no. Habrá empleados que merezcan una mayor retribución y otros que no.
Entonces, ¿qué hay que hacer con los salarios? A nivel general, nada. Lo único razonable es que los asalariados los negocien con sus respectivos empleadores y alcancen el mejor acuerdo mutuamente aceptable.
No acepto como regla general la de empresarios que no estén dispuestos a pagar lo que corresponda a un empleado valioso. Tampoco acepto que la regla general en España sea la de millones de personas que aceptan un salario “de miseria” porque no tienen otra alternativa. No excluyo la posibilidad de algunos casos en que sea así. Pero parto de la base de que la gente no es tonta: si una empresa no valora adecuadamente su trabajo, ya buscará otra que sí lo haga. Si no la busca, es que tan mal no está. Y si la busca y no la encuentra, puede que aquella valoración sea adecuada.
En última instancia, el camino para cobrar un salario elevado es individual. Nunca un salario alto dependerá de la generosidad del empleador, de la voluntad del gobierno, ni de la “combatividad” de los sindicatos. Dependerá de cuán capacitada esté la persona, de cuántos problemas sea capaz de resolver. Es decir, dependerá de su productividad.
Que la gente aspire a ganar más dinero es razonable e incluso positivo. Que se envenene a la gente repitiendo cada día que “los salarios son muy bajos” es demagogia de la peor clase. Demagogia que conduce a dar por buena la errónea lógica de la izquierda radical, que divide la sociedad en “explotadores” y “explotados”. Y a facilitar la aceptación de las falsas soluciones de los socialistas de todos los partidos (más impuestos y regulaciones a las empresas, olvidando que durante la crisis desaparecieron 300.000 firmas, el 19% del total).

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