Los totalitarios es lo que tienen. Tienen que imponer a la fuerza (mediante el uso o amenaza de uso de la violencia en caso de no comulgar con sus ideas y medios) sus dogmas e ideas coartando y restringiendo la libertad de las personas para tomar decisiones.
Su objetivo no es otro que la acumulación de poder y los privilegios bajo un subterfugio atractivo (la igualdad en este caso).
Es una muestra más de la pérdida de atractivo y confianza que hay depositado en ellos y su menor papel. Tienen que buscar nuevos medios para legitimarse y obtener cuotas crecientes de poder y rentas (mediante el convenio colectivo).
La demagogia y la sinrazón en el ámbito de la igualdad está llegando a cotas ciertamente peligrosas. Se ha "confundido" la libertad de acceso, de oportunidades con el igualitarismo en los resultados, lo que es una aberración con perversas y nocivas consecuencias tanto a nivel moral como económico como social.
Clasifican a las personas por connotaciones diferenciales (en lugar de como personas iguales ante la ley y el derecho) para discriminar y crear conflicto social del cual intentar aprovecharse.
La cuestión de la libertad de elección, de la formación, del esfuerzo, del mérito...es enterrada por la imposición en base a características físicas que nada tiene que ver con el resultado.
Bajo este argumentario despótico, absurdo y contra natura, se puede exigir que la mitad de los puesto de trabajo sean ocupados por personas de otras razas, por personas rubias y morenas (y pelirrojas), por musulmanes y cristianas, por personas con formación y sin formación...
Porque no hay que discriminar claro. No se puede permitir que una empresa selecciona porque así lo ve conveniente (como cualquiera hace en su vida diaria eligiendo a sus amigos, empresa, empleados, tiendas donde comprar...) a quien considere más adecuado y beneficioso para la misma. Y si se equivoca en su elección (no eligiendo a los mejores y más válidos) el mercado (los clientes) penalizarán dichas elecciones eligiendo aquellas empresas mejores que mejor satisfagan sus necesidades y más competentes, con mejor desempeño de sus trabajadores (sean hombres, mujeres, católicos, rubios o bajitos).
Es una nueva imposición e intromisión en la vida y libertades de las personas, una nueva imposición de esta dictadura de lo políticamente correcto que lleva a la sociedad al desastre y al continuo conflicto, queja, egoísmo, violencia, intolerancia e injusticia, tratando a las personas no por su valía, trabajo, esfuerzo, sino por un rasgo físico, que precisamente va en contra de la afirmación de que hombres y mujeres somos iguales (como seres humanos).
Javier G. Jorrín se hace eco de la noticia en el siguiente artículo.
Artículo de El Confidencial:
El secretario general de CCOO, Unai Sordo, en la manifestación del 8-M.
Igualdad en las plantillas e igualdad en las altas esferas por ley. Así es como se presenta CCOO en la negociación sobre la futura Ley de Igualdad y Transparencia Retributiva que está negociando el Gobierno con los agentes sociales. El sindicato ha decidido dar un paso adelante importante: pide que la ley obligue a equiparar el número de trabajadores y trabajadoras dentro de las empresas. Aunque comprende que es necesario tener cierta flexibilidad en función de los sectores, no renuncia a su objetivo prioritario: garantizar la igualdad total en el mercado laboral. Una medida polémica, ya que obligaría a las empresas a realizar un gran esfuerzo para adaptar sus plantillas y podría forzar despidos.
“Queremos que se establezcan cuotas porque a día de hoy las necesitamos”, señala Elena Blasco, secretaria de Mujeres e Igualdad de CCOO. El sindicato aprobó ayer por unanimidad el informe presentado por su secretario general, Unai Sordo, que contempla un gran abanico de medidas que van desde la igualdad en las empresas hasta la mejora de la formación y las políticas públicas de protección.
En este documento avanzan la necesidad de incluir las cuotas: “Mejorar la empleabilidad de las mujeres y actuar contra la segregación laboral mediante el establecimiento de acciones positivas, incluidas cuotas que garanticen resultados”, explica el documento. ¿Qué significan estas “cuotas que garanticen resultados”?
Para el sindicato, significa que hay que establecer la paridad total entre hombres y mujeres en las empresas por ley, al menos, como objetivo general. CCOO está abierto a flexibilizar esta exigencia en función de los sectores dentro de la negociación colectiva. En cualquier caso, no olvida que el objetivo tiene que ser obligar a que las compañías tengan, con carácter general, el 50% de trabajadores y el 50% de trabajadoras. “El paro femenino es mucho más alto que el masculino: si la población activa fuese la misma, la tasa de desempleo en las mujeres sería el doble, esto es intolerable”, explica Blasco.
CCOO admite que la paridad total por ley no es un fin que se pueda conseguir fácilmente, pero estará en la base de sus exigencias al Gobierno. “A lo mejor nos dice que un 50%-50% es mucho y tengamos que cerrar una cuantía inferior, pero nosotros buscamos la paridad cuanto menos”, remarca Blasco.
Igualdad total
Para el sindicato, el objetivo último es que se consiga la igualdad total en el mercado laboral sin la necesidad de establecer cuotas ni otras medidas legales. Sin embargo, admite que será necesario actuar a través del BOE hasta que se consiga concienciar a la sociedad y a las empresas de la importancia de la paridad. “Las cuotas como herramienta vienen bien, pero tenemos que acabar superándolas”, explica Blasco.
Comisiones Obreras defiende que la igualdad no se debe limitar a que la mitad de la plantilla sean mujeres, también tienen que estar igual representadas en los órganos de dirección, algo que hoy está muy lejos. Como consecuencia, el sindicato exigirá también que la paridad sea en los puestos directivos. “Hay sectores que están muy feminizados, pero la dirección sigue siendo masculina”, denuncia Blasco.
Los 'techos de cristal' y los 'suelos pegajosos' afectan a las mujeres y contribuyen a ampliar la discriminación por razón de sexo en el mercado laboral. Por eso CCOO considera que actuar por ley puede ser un buen punto de partida. El sindicato pretende que la legislación establezca el marco general en que se desarrollará posteriormente la lucha por la igualdad. La negociación colectiva también tiene un papel fundamental, ya que al final tienen que ser las relaciones entre los trabajadores y las empresas quienes aseguren la paridad.
“Se pueden hacer muchas cosas desde la negociación colectiva”, explica Blasco, “pero para ello es necesario recuperar la correlación de fuerzas [entre trabajadores y empresas] que se perdió con la reforma laboral”. Los convenios laborales a nivel sectorial y empresarial son quienes tienen que determinar finalmente cuál es el nivel de igualdad mínimo obligatorio para las empresas y cuál es el plazo para alcanzarlo.
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