Efectivamente, es así de triste. NO defienden medidas que incrementen la inversión, la oferta de viviendas y el poder adquisitivo de la gente para acceder o tener una vivienda. Defienden la inseguridad jurídica, la burocratización y legislación creciente y costosa sobre la vivienda (limita la oferta, encarece el suelo, aumenta los costes de construcción y precios, reduce la superficie para vivienda...) y mayores impuestos para impedir la independencia financiera de la gente, aumento del número de viviendas equilibrando oferta y demanda (no inflándola artificialmente como proponen mientras reducen la oferta provocando mayor escasez de vivienda y mayores precios en consecuencia). Y todo ello, acompañado de recortes de la libertad de las personas y ataques a la propiedad privada y los bienes legítimamente adquiridos por las personas, imponiéndoles cual dictador que pueden o no pueden hacer con sus bienes y en qué medida.
No te quieren libre (ni civil ni económicamente). Te quieren rehén del sistema, súbdito de ellos y dependiente de su poder. Te empobrecen y crean problemas para darte migajas presentándose como tu libertador y solucionador de la vida, sin los cuales no eres nada ni capaz de nada.
Así justifican su creciente intervencionismo, presencia y poder, a costa de la sociedad civil. Y para ello, que mejor que crear problemas por distintas vías que la gente no sabe (ni tiene por qué conocer) relacionar, unido a buenas dosis de demagogia, y buenas palabras en favor de la gente (quien va a negarse) al reflejar un problema (creado previamente por múltiples regulaciones que sencillamente se desconocen por el público general) y dar soluciones simplonas (que conllevan nuevos problemas) en lugar de dar marcha atrás a las causas que crean dichos problemas.
La analogía es similar (y fácilmente entendible) a la red de intervención en Venezuela, creadora de crecientes problemas (también por cierto se hizo lo mismo en la cuestión de la vivienda, agravando severamente el problema), que lejos de darles marcha atrás, se van solapando a nuevas restricciones autoritarias que finiquitan el bienestar, los recursos de la gente y las libertades. Todas con buenas palabras y supuestamente en favor del pueblo...
No te quieren libre (ni civil ni económicamente). Te quieren rehén del sistema, súbdito de ellos y dependiente de su poder. Te empobrecen y crean problemas para darte migajas presentándose como tu libertador y solucionador de la vida, sin los cuales no eres nada ni capaz de nada.
Así justifican su creciente intervencionismo, presencia y poder, a costa de la sociedad civil. Y para ello, que mejor que crear problemas por distintas vías que la gente no sabe (ni tiene por qué conocer) relacionar, unido a buenas dosis de demagogia, y buenas palabras en favor de la gente (quien va a negarse) al reflejar un problema (creado previamente por múltiples regulaciones que sencillamente se desconocen por el público general) y dar soluciones simplonas (que conllevan nuevos problemas) en lugar de dar marcha atrás a las causas que crean dichos problemas.
La analogía es similar (y fácilmente entendible) a la red de intervención en Venezuela, creadora de crecientes problemas (también por cierto se hizo lo mismo en la cuestión de la vivienda, agravando severamente el problema), que lejos de darles marcha atrás, se van solapando a nuevas restricciones autoritarias que finiquitan el bienestar, los recursos de la gente y las libertades. Todas con buenas palabras y supuestamente en favor del pueblo...
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