viernes, 6 de abril de 2018

Sin cambios significativos de la temperatura de invierno en 30 años

Lomás González muestra la evolución de las temperaturas en España en los últimos 30 años, donde no se muestra tendencia alguna, pese a los reiterados alarmismos...


Artículo de Meteorólogos en la niebla:


Prosigue la dicotomía entre las temperaturas invernales y las veraniegas



Según informa AEMET:  "El invierno 2017-2018 (periodo comprendido entre el 1 de diciembre de 2017 y el 28 de febrero de 2018) ha tenido en conjunto un carácter normal, aunque muy próximo a frío, con una temperatura media de 7,6 ºC, valor que queda 0,3 ºC por debajo de la media de esta estación (período de referencia 1981-2010). Se ha tratado del vigésimo séptimo invierno más frío desde 1965 y el séptimo más frío desde el comienzo del siglo XXI".

Como se ve en la figura, durante los últimos 30 años no es distinguible fácilmente ninguna tendencia, pero si diferencias con los años precedentes que sufrieron inviernos realmente fríos en los 60 y 70 del siglo pasado. Bien es verdad que necesitaría ajustes vinculados a efectos como la isla térmica urbana.



Es interesante hacer un análisis más preciso con observatorios y hacer las comparaciones pertinentes. Usaré datos de temperaturas medias mensuales de diciembre a marzo.
https://www.ecad.eu/
Lo primero a analizar es la evolución de las temperatura medias de marzo desde 1950 en un observatorio libre del efecto isla térmica urbana y situado en un ambiente relativamente intocado desde entonces. La evolución recuerda, por cierto, la evolución de la AMO (Atlantic Multidecadal Oscillation) con sus valores más bajos en los años sesenta y setenta, el drástico aumento posterior, y finalmente una bajada hasta este año, el marzo más frío desde 1985, con valores propios de los años más fríos.




Yendo a los últimos 30 años en el siguiente gráfico comparo los inviernos (diciembre a febrero) con marzo: tendencia descendente, más para marzo.



Para el caso de Madrid/Retiro, las tendencias son también negativas pero la de invierno es casi imperceptible, al contrario que la correspondiente de Navacerrada. Seguramente la razón es la perturbación creada por su situación en medio de una megaurbe aunque también puede haber razones instrumentales.




Otro observatorio poco perturbado es el de San Sebastián/Higueldo, en el que se repiten las tendencias negativas, con el matiz de que son muy parecidas las de invierno y marzo.





Para terminar, es oportuno comparar temperaturas de observatorios próximos para deducir influencias como las comentadas anteriormente. En el caso de Valencia se pueden comparar los observatorios del aeropuerto y el oficial de la ciudad. La tendencia de marzo los últimos 30 años caminan divergentemente, hacia arriba los de la ciudad y hacia abajo los del aeropuerto.



Y esto se repite para las temperaturas medias de invierno:



Como conclusión cabe apuntar que las predicciones de los modelos climáticos indican que las temperaturas invernales debería subir a largo plazo, aunque algo menos que las de los meses más cálidos. Aunque las observaciones sean locales, esa situación se da en ámbitos más amplios por lo que el mantenimiento de una tendencia a largo plazo debería tener una explicación más compleja.

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