viernes, 8 de febrero de 2019

Los últimos delirios del lenguaje feminista: no usar "hombres" y El Cid como ejemplo

La ideología de género no tiene límite, y su creciente imposición y adoctrinamiento sigue creciendo día a día, por estúpido que sea. 

Todo es válido para la lucha de sexos de tinte marxista (crear conflictos entre grupos para aumentar la división social y generar adeptos a su ideología para llevar a cabo la revolución socialista para lo que todo suma). Y para ello siempre es necesario generar problemas (aun inventados), inflarlos artificialmente (mediante la técnica del efecto "caja de resonancia") para interiorizarlos en las mentes como un problema real, y generar en todo conflicto grupos victimas y grupos explotadores (como la lucha de clases) para instrumentalizar una causa. 


Artículo de Libertad Digital: 

El informe sobre lenguaje feminista | Gobierno de Aragón

El habitual "compañeros y compañeras" y la arroba ya no son lo más recomendado entre el feminismo para evitar el masculino: palabras inventadas como "todes" y fórmulas como sustituir por una x la letra que marca el género son últimamente lo más usado por los abanderados del lenguaje inclusivo. Mientras la RAE recuerda que usar la letra "e" en lugar de la "a" o la "o" es un uso "innecesario" y "ajeno al sistema morfológico del español", su utilización se extiende en ciertos ámbitos. Un ejemplo lo dio Michelle Bachelet, que el pasado verano habló de "chiquilles" cuando felicitaba a la ganadora de un premio.



Entre tanto, gobiernos como el aragonés intentan que el uso de estas aberraciones lingüísticas se extiendan por la administración: en un informe publicado hace unos días, el Ejecutivo de Javier Lambán da una serie de pautas a los funcionarios para sus documentos y comunicaciones se ajusten a la norma "inclusiva".

Ni "hombres" ni "niños"

El manual, con el título de Lenguaje inclusivo con perspectiva de género, de momento sólo incluye recomendaciones y no obligaciones, algunas de las cuales muy llamativas. El autor, el profesor de la Universidad de Zaragoza José Luis Aliaga Jiménez, dedica un apartado a "la palabra hombre": pone en duda que hoy por hoy tenga "un sentido predominantemente inclusivo y abarcador de mujeres y varones" y aconseja que "su uso se restrinja a su significado de persona de sexo masculino y que, preferiblemente, se emplee "varón/varones en su lugar". También aconseja alternativas como "seres humanos, las personas, la humanidad, la especie humana, el género humano, la especie humana, individuo/s, las mujeres y los hombres, las mujeres y los varones".

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En otro apartado sobre las palabras que debería evitar la administración en formularios y comunicaciones, recomienda sustituir "niño" y "niña" por palabras como "infante", "la criatura" o "la infancia". En general, el manual apuesta por el uso de palabras de género no marcado o colectivas como fórmula para evitar los clásicos desdoblamientos ("alumnado", "personal"…), para los que recomienda un uso "moderado". Y pide, si se utilizan, alternar "el orden de las formas masculina y femenina como síntoma de compromiso con un punto de vista igualitario".

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El "inclusivo" Cantar de Mio Cid

El informe asume que hablar de esta forma "exige un cierto esfuerzo" y "una reflexión consciente y crítica sobre hábitos verbales muy arraigados". Y aunque de algunas fórmulas, como el uso de la e, la @ o la x, admite que no tienen "encaje en el modo habitual de codificar la lengua cultivada", defiende que es "radicalmente falso" que comunicarse según las pautas del manual "quebrante" las normas. Para defender sus postulados, pone supuestos ejemplos de lenguaje inclusivo en documentos de siglos pasados remontándose al Cantar de Mio Cid y citando estos versos:
Salíanlo a ver mujeres y varones,
Burgueses y burguesas por las ventanas son,
Llorando de los ojos, ¡tanto sentían el dolor!
"El uso de referencias inclusivas, de dobles formas en particular, es un recurso comunicativo conocido desde los orígenes del idioma y no una invención artificiosa reciente", sostiene el autor, que en lugar de ver en este fragmento un recurso estilístico, considera que es la prueba "de la insuficiencia del masculino para llevar a cabo la representación de las mujeres".

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