martes, 28 de mayo de 2019

Crucifiquemos a Amancio Ortega

Alberto Illán analiza el reiterado ataque de la extrema izquierda a Amancio Ortega. 

Hace unos días, en plena campaña electoral, algunos líderes de Unidas Podemos y otros partidos de extrema izquierda realizaron o confirmaron unas declaraciones contra las donaciones que Amancio Ortega, fundador de Inditex y una de las personas con una de las mayores fortunas personales del mundo, está haciendo a la sanidad pública. En este caso, las críticas iniciales partieron de Isabel Serra, candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid por Unidas Podemos, y fueron apoyadas por el propio Pablo Iglesias, secretario general de la organización, Pablo Echenique, secretario de organización, y otros miembros destacados del partido. En concreto, Isabel Serra afirmó que la sanidad pública no podía depender de la caridad de los millonarios ni servir a sus intereses, y añadió:
Lo que tenemos que garantizar es que la sanidad pública tiene presupuesto propio, esto tiene que ver con que no se privatice la sanidad pública. Vivimos en una región en la que Esperanza Aguirre implantó esa política privatizadora, después todos los gobiernos del PP han continuado con ella, han hecho que haya sobrecostes que pagamos todos los ciudadanos, que sean las empresas que aparecen en Gürtel, Púnica o Lezo las que están con contratas en los hospitales de gestión mixta, que se empeore la atención a la ciudadanía, que se precarice a los profesionales y que las listas de espera no dejan de aumentar, los pacientes esperan hasta tres meses para ser derivados a una especialidad.
Al día siguiente, Pablo Iglesias insistió en que una democracia digna no acepta limosnas de los multimillonarios ni sirve a sus intereses. También recordó casos personales como el de sus hijos, que fueron prematuros y estuvieron en una situación crítica, o el de su padre, que se benefició de un trasplante, todos ellos en la sanidad pública. Como último ejemplo, Pablo Echenique dedicó varios tuits al tema y recordó en uno de ellos que “se calcula que Amancio Ortega ha donado desde 2001 unos 500 millones a la sanidad y otros fines sociales. Si en España hubiera un impuesto de solidaridad a las grandes fortunas como el que hubo en Francia hasta 2017, Ortega pagaría 750 millones cada año. Así se entiende mejor”.
Estas donaciones, que tanta polémica han generado, han consistido en una serie de máquinas para detectar, curar y tratar enfermedades como el cáncer, en algunos casos con tecnología novedosa en España, y que ha ido realizando a lo largo de varios años a través de su fundación. De esta manera, se ha complementado la sanidad pública, pero no ha hecho que sirva a sus intereses personales (que para eso ya tiene suficientes inversiones y negocios)[1]. De hecho, muchas comunidades autónomas, sin importar quién gobierne, se han beneficiado de las mismas como Andalucía (del PSOE hasta las últimas elecciones o Galicia, del PP).
Detrás de estas declaraciones de los dirigentes de este partido de extrema izquierda se esconden muchos prejuicios, intenciones, estrategias electorales y fines ideológicos, y la campaña electoral ayuda a exagerar todos ellos. Los podemitas suelen usar mucho el victimismo y, en este caso, muestran a la sanidad pública y sus pacientes como víctimas de los capitalistas intereses de un empresario, llegando al ridículo argumento de que la donación de un rico es una agresión a los posibles beneficiados[2]. Un rico nunca es de los suyos, salvo, claro, que colabore con su organización, como es el caso de Jaume Roures; en este caso, sus pecados están perdonados y sus aportaciones son “justas”. A Iglesias no le molestó usar sus vivencias personales como materia política, algo que quizá éticamente dice poco de la persona que lo hace (pero esto es solo opinión mía). Lo del poder y los poderosos también es uno de sus mantras. Todos los miembros del Ibex son poderosos y, como tales, hay que acabar con ellos, ya sea nacionalizando sus empresas (tal es la intención de Unidas Podemos con las eléctricas) o machacándoles a impuestos, ya sea a la empresa o a las grandes fortunas que las dirigen. Echenique lo ha dejado claro. De poco sirve saber que los negocios e inversiones de Amancio Ortega hayan dejado desde 2014 unos 11.200 millones de euros en forma de impuestos, ni más ni menos de los que la ley le exige. Pues no parece suficiente y el Secretario de Organización pretende sacar otros 750 millones de euros anuales más que, evidentemente, son mucho más manipulables dentro de un presupuesto. Que yo sepa, la Fundación Ortega no pone condiciones para el uso de las máquinas, sino que complementa la sanidad pública que existe. A Inditex también se la ha implicado en la explotación del trabajo infantil en países en vías de desarrollo donde se confecciona la ropa que luego vende. No se han encontrado pruebas que corroboren semejante acusación (más allá de las circunstancias individuales y lamentables de casos concretos). También se ha hablado de trabajo precario para hacer referencia a las contrataciones temporales, como hacen otras empresas, pero el hecho cierto es que da trabajo a más de 100.000 personas en todo el mundo, ayudando en muchos países en vías de desarrollo a mejorar la calidad de vida con sueldos que en esas regiones son especialmente altos.
¿Qué hay detrás de todo este montaje que nos han regalado, otra vez, en medio de una campaña electoral? No hay otra cosa que una ideología basada en la ordenación totalitaria del poder y la sociedad, donde no cabe la iniciativa personal sino lo que diga el gran líder o el partido. Iniciativas como las de Amancio Ortega son peligrosas porque muestran un capitalismo triunfante (con todas sus aparentes contradicciones) sobre el socialismo que vende Unidas Podemos, un socialismo que, con el apellido bolivariano, se muestra en el infierno de Venezuela. Si nos atenemos al ejemplo de este país, la sanidad que tendríamos en España con el modelo podemita sería la de carestía de medicinas, productos médicos, infraestructuras y, desde luego, aparatos como los que dona Amancio Ortega o de cualquier otro tipo, aparatos que, de existir, quedarían sin uso cuando la luz se fuera por falta de energía. La ideología que vende Unidas Podemos es la que confronta a los “ricos y poderosos” con los “pobres y débiles” y reduce a las naciones a una economía de subsistencia.
Amancio Ortega representa todo lo que no puede consentir ni conseguir Unidas Podemos y hay que buscarle las vueltas para convertirlo en el enemigo, para deshumanizarle, para que sea el demonio corrupto que esclaviza niños en sus fábricas, maltrata a sus trabajadores con trabajos precarios, produce mala ropa y engaña a la sociedad no pagando impuestos o pagando menos de los que debe. Hay que crucificar a Amancio Ortega.
[1] Por el contrario, Unidas Podemos sí que usa los recursos públicos para satisfacer los intereses ideológicos del partido a través de acciones y presupuestos, como han demostrado los mal llamados ayuntamientos del cambio.
[2] La caridad es para la extrema izquierda un lastre, un vicio del capitalismo, algo que hay sustituir por la solidaridad, que conduce a la igualdad (que nunca va a ser) a través del clientelismo estatal.

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