Elentir analiza el inconfesable motivo por el que la izquierda prefiere un PP tibio a un rival firme como Vox.
Artículo de Contando Estrelas:
Algunos dirigentes del PP, apoyados por diversos medios y tertulianos, están lanzando insistentes mensajes -tanto que ya parecen coordinados- afirmando que el PP debe volver al “centro”.
Alianza Popular pasó de 10 escaños en 1979 a 106 en 1982
No seré yo el que impida al PP dar un paso adelante hacia su desaparición: hoy en día es el mejor favor que podría hacerle a la derecha, cuya marca sigue usando después mantener las leyes ideológicas de la izquierda como hizo Rajoy y mientras apoya la imposición de la ideología de género (de origen marxista) en diversas autonomías. El caso es que esos mensajes parecen planeados para aprovechar el olvido o el desconocimiento de nuestra historia reciente por parte de muchos españoles. Hay que recordar que durante los años de la Transición gobernó en España la Unión de Centro Democrático (UCD), rondando el 34% de los votos y sin obtener nunca la mayoría absoluta. Algunos alegarán que entonces la sociedad española estaba muy influida por cuatro décadas de franquismo, pero el caso es que no se habían cumplido todavía los siete años después de la muerte de Franco cuando en 1982 el PSOE ganó unas elecciones generales por mayoría absoluta, con el 48,11% de los votos. Aquellos mismos comicios supusieron el auge de Alianza Popular, el partido antecesor del PP. Después de obtener sólo 10 escaños en el Congreso en 1979, AP obtuvo 106 en 1982. En el mismo plazo, UCD pasó de 168 escaños a sólo 11.
Siguiendo las consignas del PP, ¿se cargó AP el centro-derecha en 1982?
Si trasladásemos el mapa político de aquel momento al presente, siguiendo las consignas del PP y de su coro mediático deberíamos concluir que AP deshizo el centro-derecha y ayudó al PSOE. La verdad es muy distinta, y curiosamente empieza a parecerse mucho en ciertos aspectos a lo ocurrido en los años recientes. UCD fue un partido que quiso abarcar un amplio espectro ideológico, como el PP, pero acabó decepcionando a mucha gente. Su indefinición ideológica le hizo perder el voto de derechas en favor de AP, y eso a pesar de la fama de franquista que tenía el partido (de hecho, AP se formó en 1976 a partir de algunos partidos liderados por varios exministros de Franco: Cruz Martínez Esteruelas, Federico Sikva Muñoz, Licinio de la Fuente, Laureano López Rodó, Gonzalo Fernández de la Mora y el propio Manuel Fraga, que se convirtió en líder de AP). Dicho sea de paso, no deja de ser curioso que el PP, que tuvo su origen en aquella alianza de franquistas, esté ahora llamando “extrema derecha” a Vox, sin haber renegado nunca de Manuel Fraga. Imaginemos lo que dirían si entre los fundadores de Vox hubiese seis exministros franquistas…
La debilidad y las cesiones de UCD ante el separatismo
Uno de los puntos que causó mayor decepción en el electorado de UCD fue su debilidad frente al separatismo y particularmente frente al terrorismo de ETA. Los años de más asesinatos de la banda terrorista coincidieron con la Transición. En 1978 se formó el brazo político de ETA, Herri Batasuna, cuyos dirigentes se dedicaron durante años a chulear e indignar a gran parte de la sociedad española. UCD se esforzó en complacer a los nacionalismos vasco y catalán, en la idea -suscrita después por el PP- de que ceder ante ellos recibiría como premio su lealtad a España. Uno de los momentos más bochornosos de esas cesiones fue el reconocimiento de la Generalidad catalana del nacionalista Tarradellas por parte del gobierno de Adolfo Suárez en 1977 sin que se hubiera aprobado siquiera el correspondiente estatuto de autonomía (no se aprobó hasta 1979) y sin que se hubiesen llevado a cabo unas elecciones regionales (dos meses antes, en las elecciones de 1977, los nacionalistas del Pacte Democràtic per Catalunya sólo habían ganado en Lérida y Gerona).
La indefinición ideológica de UCD acabó facilitando el ascenso de la izquierda
Como ocurrió con el golpe separatista del 1 de octubre de 2001, en la Transición España vivía un momento de grave crisis nacional, que culminó con el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, que sirvió de trampolín a la izquierda (es significativo, al respecto, que hace un mes el PSOE y el PP acordaron seguir manteniendo bajo llave los documentos secretos sobre el 23-F: ¿qué hay que ocultar tantos años después como para que tengan miedo de que salga a la luz?). Ante esa crisis nacional, la indefinición ideológica de UCD -un partido formado por democristianos, liberales, socialdemócratas, regionalistas y algunos que eran simple y llanamente meros oportunistas- acabó siendo fatal para ese partido. En contraste, Alianza Popular logró su mayor salto electoral -repito: de 10 a 106 escaños en tres años- prometiendo la ilegalización de Herri Batasuna en 1982. Tras la desaparición de UCD, una parte de su sector socialdemócrata acabó en el PSOE. El caso más conocido fue el de Francisco Fernández Ordóñez, fue fue ministro de Hacienda y de Justicia con la UCD y después ministro de Asuntos Exteriores con el PSOE. ¿Veremos algún día a Maroto, a Sémper, a Feijóo y a otros progres del PP haciendo el mismo viaje?
Los ‘centristas’ quieren recuperar el Caballo de Troya ideológico de la UCD
Así pues, cuando el ala progre del PP y sus medios afines hablan de volver al “centro”, lo que en realidad quieren decir es adoptar el fracasado modelo de la UCD, un partido que al final no tenía otra finalidad que ostentar el poder desde un gran vacío ideológico. Esa carencia, de hecho, la hizo incapaz de ofrecer una respuesta clara a muchos de los problemas de España, por miedo a abandonar su cómoda tibieza y su cobarde equidistancia. De hecho, esa tibieza y esa equidistancia hicieron el papel de un Caballo de Troya ideológico para la llegada de la izquierda. Y es que un partido ideológicamente indefinido es el rival que toda izquierda desea -aunque no se atreva a confesarlo-, porque es incapaz de combatir sus ideas por miedo a mojarse y es más propicio a ceder ante las tesis del rival: el PP ha acabado asumiendo gran parte de las tesis ideológicas de la izquierda, otorgándole la hegemonía en el terreno de las ideas. Por eso a día de hoy medios izquierdistas como El País o La Sexta presionan al PP para que abandone esa supuesta “derechización” de Pablo Casado, que al final ha sido más cosmética que otra cosa. A lo que le tiene miedo la izquierda es a una derecha que se atreva a plantarle cara en el terreno de las ideas, porque aunque con ello consiga movilizar temporalmente a sus bases, la izquierda sabe que al fin y al cabo tiene las de perder en esa batalla. Por eso le tienen tanto miedo a Vox.
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Imagen: wonderopolis.org
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