domingo, 31 de enero de 2016

Capitalismo: La máquina de progreso y justicia

Adolfo Lozano analiza la situación actual del mundo, incomparablemente mejor a cualquier momento pasado de la historia (pese a la sobrevaloración que se hace del pasado y la visión romántica que se hace de otras épocas), y los incomparables logros (en términos económicos, culturales, tecnológicos o sociales) que han traído y permitido llevar a cabo el capitalismo, aún más meritorio cuando se le compara con cualquier otro sistema. 


Artículo del Instituto Juan de Mariana:


El Capitalismo no es un sistema del pasado. Es el sistema del futuro, si es que la humanidad tiene algún futuro.
Ayn Rand.
¿Por qué mitificamos el pasado? Podemos discutir sobre las razones psicológicas, sociales o culturales, pero es un hecho la tendencia que nos lleva a sobrevalorar el pasado, infravalorar el presente y a temer el futuro. Pensamos en épocas y siglos pasados de una novelesca y romántica manera sin tener en cuenta que nuestros héroes medievales, renacentistas o decimonónicos tenían la espalda rota de lavar a mano, podían pasar años sin ver a un familiar que se trasladaba unos cientos de kilómetros y no, a las princesas en sus castillos no les olía el aliento precisamente a Listerine.

Lo cierto es que de Tokio a Santiago de Chile, de Sydney a Berlín, El Cairo o Sudáfrica, con todos sus problemas, tragedias y sufrimientos, la vida es hoy mejor que antaño. Pensemos en la guerra y el terrorismo. Según la OMS, en 2012 (último año con datos) murieron cerca de 120.000 personas en actos de “violencia colectiva o intervención legal” y sobre medio millón de personas murieron en actos de “violencia interpersonal”. Según el Global Terrorism Index, 11.000 personas fueron víctimas de terrorismo. Las cifras en bruto no son menores, pero pongámoslas en contexto. Toda la violencia tanto colectiva como interpersonal suma el 1% de la mortalidad en el mundo. Solamente la enfermedad de la rabia se lleva al año el triple de personas que el terrorismo. Solamente el cáncer de estómago mata a más gente que el asesinato, el homicidio involuntario y las guerras combinados.

Causas antes preocupantes de mortalidad -como el VIH- han retrocedido como tales enormemente en los últimos años. La malaria se ha reducido a nivel global a menos de la mitad desde que comenzamos este siglo. A nivel global, la mortalidad infantil se ha reducido a más de la mitad respecto a 1990 y hoy un 80% de niños subsaharianos reciben educación (frente al 52% de hace tres décadas). 2015 ha sido el primer año sin malaria en África, una enfermedad que mataba a cientos de miles de niños. El VIH en África se ha reducido a menos de la mitad en dos décadas. Aunque las ayudas han contribuido a parte de este progreso, la mayor parte del mérito se debe al libre comercio.
Las muertes por hambruna son cada vez más raras. La desnutrición severa se ha reducido del 19% al 11% entre 1990 y hoy. Casi 7 millones menos de niños menores de 5 años mueren al año comparado con 1990 (menos de la mitad). 2015 fue el primer año sin un caso de polio en África.

Con todos los problemas y algunos retrocesos a nivel local, globalmente el mundo está mejor educado, mejor alimentado, es más libre, más próspero y más tolerante.

En octubre de 2015 el Banco Mundial declaró por primera vez en la historia que menos del 10% de la población mundial está en extrema pobreza. El matrimonio homosexual se aprobó en 2015 en Irlanda y EEUU, y Mozambique despenalizó las relaciones homosexuales. Si en 2006 92 países tenían leyes que penalizaban estas relaciones, hoy son 75.

El Capitalismo trae más tolerancia, paz y diversidad al basar la sociedad en las relaciones interpersonales voluntarias primando y premiando la colaboración de cada persona al progreso social por encima de condiciones raciales, religiosas o sociales. Trae más libertades civiles porque la libertad de elegir es un pivote universal del Capitalismo. Nos da más confortables casas, más seguros coches, sanidad más efectiva o educación personalizada. El progreso tecnológico no sólo nos permite respetar la Naturaleza, sino impulsarla y mejorarla. Da a los pobres la posibilidad de comerciar e integrarse globalmente, a la mano de obra menos cualificada de participar en el mercado laboral, a los intolerantes de romper sus prejuicios cuando comerciar con sociedades lejanas lo descubren provechoso.

El Capitalismo laissez-faire, con sus brillantes e incomparables logros en forma de progreso y avance social, tecnológico, económico o cultural, no debe ser defendido sólo por eso, sino porque es el único sistema social justo frente a la indignidad, inmoralidad y barbarie del colectivismo y estatismo de toda laya.

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