Interesante análisis sobre la situación de los mercados y la evolución del petróleo, y por qué su caída está haciendo tanto daño a los mercados (cuando en principio es una buena noticia para la economía).
Artículo de Euribor:
El petróleo lleva ya muchos meses reduciendo su precio. Desde el primer momento aquí he defendido que era una buena noticia para la economía, que abaratar la fabricación y reducir los precios a los consumidores por esa razón, es algo positivo. Sin embargo, desde el primer momento dudé del efecto que pudiera haber en los mercados financieros. Primero porque las compañías petroleras suelen “pesar” mucho en los índices (de hecho Exxon fue la primera del mundo hasta que lo superó Apple y últimamente hasta Google), segundo porque el efecto contagio empuja a la baja el precio de muchas materias primas lo que implica que compañías mineras también se hundan en bolsa y tercero, por el efecto en el sector financiero. Y es que cuando una empresa endeudada va bien, paga sus créditos y por tanto el banco no nota una recompensa especial y sin embargo, si va mal y empieza a retrasar pagos o directamente quiebra –como ya está pasando a compañías de frácking en Estados Unidos por ejemplo- la cosa empeora. Por otra parte, el fuerte descenso de las materias primas está afectando a la solvencia de varios países donde tienen intereses muchos bancos y hay mucha deuda pública circulando que cada vez se considera que tiene más peligro de impago… Y el cuarto es quizás el más peligroso, el efecto contagio; éste es imprevisible e indiscriminado porque el que algunas emisiones de algunas empresas dedicadas al hierro –por ejemplo- retrasen sus pagos, puede afectar a todo el mercado de renta fija privada, aunque el emisor sea una empresa de seguridad. En bolsa también pasa, si caen Santander y Repsol acaba afectando a Telefónica etc.
Con todo, en las últimas semanas a estas cuatro razones se ha sumado algo más. Y es que debemos entender que la mayoría pensaba que esta caída del crudo iba a ser puntual y desde luego no tan profunda y claro, nos encontramos con un exceso de almacenamiento (hay petroleros llenos esperando que suba el precio desde hace meses), los inventarios en los EUA –donde se publican- están en máximos, el fin de las sanciones a Irán amplía la oferta y los países productores –y esto es algo conocido aunque no sea admitido oficialmente- están produciendo más de lo que dicen para poder compensar con cantidad la reducción de ingresos que provoca la bajada del precio (es decir, ganan lo mismo vendiendo 10 a 60$ que 20 a 30$ y con esa estrategia están inundando el mercado de crudo y han acelerado las caídas). De ahí que ahora el consenso –a mi juicio exagerado- sea que el barril caiga otro 25% más antes de estabilizarse. El caso es que en esa mayoría que pensaba que el crudo nunca llegaría a bajar de los 30$ hay muchos gobiernos y muchos gestores que no han sabido leer el efecto que ha tenido el fin de las QE de la FED y el inicio del ciclo de subida de tipos. Los mercados financieros al final son un tema de flujos de liquidez. Si hay mucha, los precios de los activos suben y si aumenta dicha liquidez, las alzas continuarán. Si el grifo se corta, empiezan las bajadas. Empezaron por las bolsas y la deuda de los mercados emergentes, luego las materias primas y ha continuado afectando al resto de bolsas mundiales y a los bonos “basura”. Y claro, llega un momento que las caídas se alimentan solas, no sólo porque van soltando stops y garantías de quien opera en derivados o a crédito, es que grandes ahorradores mundiales han reducido su capacidad de compra e incluso puede que estén vendiendo. Me refiero por ejemplo al fondo soberano de Noruega o al de Kuwait. No debemos menospreciar el efecto que la reducción de los “petrodólares”, provocada por el desplome del crudo, puede tener en los mercados, acostumbrados a los flujos procedentes de aquellos. Y más en enero, el mes donde históricamente más entradas hay de dinero.
Así que si sumamos que empresas relacionadas con las materias primas descienden de valor, que los bancos empiezan a notar un aumento de la morosidad de muchas empresas relacionadas con las materias primas, que en los mercados de deuda -privada y pública- hay emisores con un fuerte aumento del riesgo de impago y que ahorradores tradicionales que solían comprar con regularidad activos, ahora no sólo no compran, sino que encima venden… nos encontramos con una tormenta en los mercados que además ocurre en el comienzo del año, un periodo tradicionalmente alcista y lleno de optimismo. Todo esto desmonta una vez más a los que pretenden establecer un paralelismo entre la evolución de la economía y la de los mercados ya que las bolsas no bajan por miedo a una recesión global, más bien al contrario, el miedo que existe es a que un desplome de los mercados pueda llevar a una recesión. Tampoco funciona que las bolsas sean un indicador adelantado, ¿adelantado a qué si ya hace más de un año que empezaron a deteriorarse las economías emergentes, a bajar el precio de las materias primas y a reducirse la liquidez en los mercados por el fin de la QE de la FED y sin embargo 2015 fue un año positivo a nivel global? En todo este movimiento no ha habido ninguna novedad macroeconómica que no se conociera ya, tan sólo se ha acelerado la caída del crudo pero la tendencia era clara hace mucho.
¿Y ahora qué, es hora de mirar fundamentales, comprobar que hay empresas muy baratas –en términos de PER y de valor en libros-, con alta rentabilidad por dividendo y un entorno económico de crecimiento que augura buenos resultados… y comprar? Pues eso nunca se sabe porque esos argumentos suelen servir –a medio plazo, en el corto la irracionalidad se impone- en condiciones normales y hace años que la normalidad no existe. Pensemos que a pesar de la corrección –sorprendente en su velocidad, no en su profundidad- aún hay muchos excesos que eliminar de lo que ha sido, para mí, una auténtica burbuja bursátil liderada por Wall Street desde los mínimos de 2009. Y muchos seguro me diréis que al Ibex no le pasa, que hay mucha distancia entre la cotización actual y los 16 mil de noviembre de 2007. De hecho ya se comportó peor en 2015 que otras bolsas vecinas a pesar de las buenas cifras macro del año pasado (aunque este año se puede comprobar que el comportamiento bursátil español sí que es similar al de las demás). Bien, primero el Ibex es un índice que paga muchos dividendos y de hecho si tenemos en cuenta eso –el Ibex Total Return– los máximos históricos los vivió el 1 de abril del año pasado, no en 2007; segundo, incluso ignorando eso y aunque el Ibex parezca que ha caído mucho tras los 16 mil, si excluimos ese burbujón puntual y teniendo en cuenta los enormes problemas económicos de nuestro país, últimamente los políticos y la alta exposición a Brasil, tampoco está tan mal su comportamiento si tenemos en cuenta que durante el actual siglo sigue rentando más que, por ejemplo, la bolsa francesa –línea roja- (además de, como he dicho, haber pagado muchos más dividendos que ella):
Así que vended, comprad o esperad, allá cada uno. Pero hay que acostumbrarse a mirar las cosas con un poco de perspectiva y no pensar que porque algo ha estado en 15 mil, 10 mil es barato. Tenemos que quitarnos el chip de cuando vamos al supermercado: En bolsa no porque algo baje de precio está barato, está barato si en el futuro se puede vender más caro. Es muy obvio pero muy real. Y en cuanto a la actualidad de esta semana, lo más noticioso fue el falso rebote el martes con la excusa de un dato oficial (que pocos creen ya que el consumo de electricidad, cemento y acero está a la baja) de crecimiento del PIB chino mejor de lo que se temía (y aun así, el peor en 25 años) y el más prometedor de ayer gracias a Draghi (su aviso de más medidas podría acercar el sueño de ver el euribor a 12 meses en negativo). Pero en suma continúan las bajadas del crudo y de la bolsa y no cambia el panorama; a mi juicio hay que seguir esperando y analizando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario