miércoles, 6 de enero de 2016

Reinas magas: de lo ridículo a lo siniestro

Carlos Rodríguez Braun analiza qué hay detrás de la ridiculez de sustituir reyes por reinas y eliminar las tradiciones previas.

Artículo de Actuall:



A propósito de la propuesta de Ahora Madrid de sustituir a los reyes magos por reinas magas, declaró Esperanza Aguirre que era partidaria de la paridad pero no de las paridas”.

Se trata sin duda de una parida, es decir, un despropósito, una simpleza y una sandez. Pero la izquierda antirreligiosa no es simplemente ridícula, que lo es: también es siniestra. Las reinas magas son un paso más en una ideología totalitaria cuyo objetivo no es proteger a las mujeres sino someterlas, junto a los hombres, a la tiranía del poder político.

Cargarse las tradiciones equivale a desmantelar la obra de los pueblos, una obra que opera como protección de su libertad, mientras que la izquierda presenta dichas acciones como iniciativas de progreso, precisamente porque interpreta todas esas tradiciones, por diferentes que sean, desde la religión hasta la fiesta de los toros, como si fueran paradigmas del atraso que deben ser liquidados en aras de la consecución de nobles objetivos de carácter colectivo.

Nuestro periódico recordó que ya en 2013 Arturo Pérez Reverte denunció los primeros intentos de imponer las reinas magas: “Creemos que los niños son gilipollas. Que no se enteran. Que podemos engañarles con facilidad, haciéndoles cómplices de nuestros prejuicios, torpezas y limitaciones”.

Señalaba el escritor que “la tradición se refiere a tres reyes varones. Y es la tradición precisamente, transmitida de padres a hijos, la que hace a los niños que aún conservan la inocencia adecuada para esperar con ilusión la llegada anual de esos magos de Oriente, cuyos nombres y sexo conocen perfectamente, hasta el punto de que resulta imposible darles Baltasara por Baltasar”. Concluía Pérez Reverte: “en este país acomplejado y cobarde donde no caben un tonto, un sinvergüenza, un oportunista más, cualquier nueva idiotez triunfa que da gusto”.

En Valencia, la extrema izquierda gobernante también pretendió desnaturalizar los Reyes Magos presentando tres magas: Libertad, Igualdad y Fraternidad, algo que había impuesto la II República en la ciudad en 1937. No suele fallar: los enemigos de la libertad son enemigos de la Iglesia, y disfrazan su ataque con consignas aparentemente impecables. Los organizadores valencianos explicaron su “manera de ver el mundo: libertad para poder expresar libre y críticamente todas las ideas, igualdad de todos ante la ley y la sociedad, por encima de razas, creencias y sexo, y fraternidad para compartir con todos aquellos que nos necesitan todas las maravillas del mundo”.

Por supuesto, la realidad es justo la contraria: no somos libres para poder expresar libre y críticamente nuestras tradiciones religiosas si nos imponen las reinas magas. No somos iguales si el poder impone sus preferencias por encima de cualquier consideración, cualquier tradición popular, hasta el sexo… Y desde luego no hay fraternidad si el poder impide compartir las tradiciones tal como los pueblos las han ido conformando durante siglos.

Y los enemigos de la libertad, empezando, precisamente por la Revolución Francesa, aplicaron la violencia más brutal contra los que se atrevieron a defender la libertad, la igualdad y la fraternidad. No es casual que Pablo Iglesias sea un admirador de Robespierre, como lo han sido numerosos socialistas a lo largo de la historia. Estos próceres quieren cambiar la sociedad, toda ella, de arriba abajo como un guante, y el que se resista…

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