jueves, 7 de enero de 2016

Las gafas de la caridad del Papa Francisco no le permiten ver el poder del capitalismo

Lawrence J. McQuillan y Hayeon Carol Park responden al Papa aclarándole ciertas cuestiones sobre la caridad y donaciones privadas así como sobre el capitalismo y factores clave del mismo (propiedad privada y libertad económica) para poder donar. 

Lecciones importantes que el Papa ignora (o no ignora, como no lo hicieron otros antes que él) pero que se adecua a los intereses actuales de su Iglesia (como también ocurrió previamente), y que muestran hacia donde debería canalizar "su fervor". 
Fuente: Forbes
De acuerdo al World Giving Index, los estadounidenses ocupan el segundo puesto a nivel mundial en términos de donar dinero, ofrecer su tiempo como voluntarios y ayudar a los extraños. En 2014, las donaciones privadas en los Estados Unidos ascendieron a 358 mil millones de dólares (billones en inglés), un total del 72% de los individuos. Los valores cristianos, que el Papa Francisco a menudo enfatiza, son una motivación.
El Papa Francisco ha dicho: “Trabajar para una distribución justa de los frutos de la tierra y del trabajo humano no es simple filantropía. Es una obligación moral. Para los Cristianos, . . . es un mandamiento”.
Pero las donaciones privadas no son el “dar” caritativo del cual el Papa habla a menudo. En cambio, él aboga por las transferencias de gobierno a gobierno y un rol más importante para las organizaciones internacionales a efectos de facilitar dichas transferencias.
Otros factores clave para poder dar son la libertad económica y los derechos de propiedad privada, ingredientes esenciales del capitalismo, a los que el Papa ataca constantemente. El Papa Francisco pasa mucho tiempo criticando fuertemente a los mercados privados, escribiendo en este mes de mayo que los partidarios de la mano invisible de los mercados sufren de la misma mentalidad que conduce a la esclavitud, la explotación sexual de los niños y el abandono de los ancianos. El fervor anti-mercado del Papa se encuentra a cierta distancia de los hechos.
Las motivaciones para dar
Utilizando datos internacionales recientes, llevamos a cabo análisis estadísticos para descubrir los factores que posibilitan y motivan a la gente a dar. Como muestra el primer gráfico de abajo, hay una fuerte relación positiva entre las donaciones individuales y la libertad económica, cuando observamos los 20 países más generosos y los 20 países menos generosos. Las personas en los países con mayor libertad económica tienen una mayor tendencia a dar que aquellos menos afortunados.Libertad Económica y Donaciones Individuales











Aún más fuerte es la relación positiva entre las donaciones individuales y los derechos de propiedad privada. Las personas en los países con mayor protección para la propiedad personal y la acumulación de riqueza tienen una mayor tendencia a dar a los demás.Derechos de Propiedad y Donaciones Individuales











Hay aquí lecciones importantes que el Papa ignora. La riqueza debe ser primero creada antes de que se la pueda dar a los demás. El capitalismo es el mayor creador de riqueza que el mundo haya visto jamás, sacando a miles de millones de personas de la pobreza extrema. En los países con mayor libertad económica, donde prospera el espíritu emprendedor y la propiedad privada es segura, las personas acumulan más riqueza y tienen más para dar.
Las personas tienen también menos probabilidades de dar dinero o tiempo a los demás cuando están viviendo con lo justo. La mayor abundancia que el capitalismo ofrece, permite a las personas aumentar sus donaciones de caridad. El capitalismo refuerza las responsabilidades cívicas que el Papa Francisco tan bien promueve en todo el mundo.
El Papa debe reorientar su fervor
El Papa se equivoca al buscar un rol más importante para el gobierno en la economía y la caridad. Angus Deaton, el premio Nobel de Economía 2015, llegó a la misma conclusión con respecto a la caridad después de estudiar el comportamiento de los hogares más pobres de todo el mundo:
“Si la pobreza no es consecuencia de la falta de recursos o oportunidades, sino de instituciones pobres, mal gobierno y políticas tóxicas, dar dinero a los países pobres—en particular dar dinero a los gobiernos de los países pobres—es probable que perpetúe y prolongue la pobreza, no que la elimine”.
Deaton argumenta a favor de la entrega directa y en contra de la ayuda exterior gubernamental:
“¿Qué tal si se saltea a los gobiernos y se otorga la ayuda directamente a los pobres? Ciertamente, los efectos inmediatos son propensos a ser mejores, especialmente en países en los que poca ayuda de gobierno a gobierno llega realmente a los pobres. . . . Una cosa que podemos hacer es provocar que nuestros propios gobiernos dejen de hacer aquellas cosas que tornan más dificultoso para los países pobres dejar de ser pobres. La reducción de la ayuda es una”.
En lugar de atacar a los mercados y promover un papel más importante del gobierno, el Papa debería canalizar su fervor hacia la expansión de la libertad económica y derechos de propiedad privada más férreos. Eso impulsará la caridad efectiva, aliviará la pobreza y mejorará el bienestar de los menos afortunados en todo el mundo.

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