Diego Sánchez de la Cruz se hace eco del reciente informe de Alberto Alesina, uno de los mayores expertos del mundo en programas de consolidación fiscal, cuyas conclusiones son bien claras en cuanto a la mejor manera de ajustar las cuentas fiscales: Reducir el gasto público y las transferencias en lugar de aumentar impuestos.
Artículo de Libre Mercado:
Alberto Alesina, economista italiano afincado en Estados Unidos, es uno de los mayores expertos del mundo en el estudio de grandes programas de consolidación fiscal. Recientemente, un equipo de académicos encabezado por este profesor de la universidad de Harvard publicó un interesante estudio que considera más de 180 planes de ajuste aplicados en dieciséis países de la OCDE.
La conclusión central que alcanzan Alesina y el resto de expertos es que "los recortes en el gasto y en las transferencias tienen un efecto mucho menos negativo para el crecimiento que las subidas de impuestos". De hecho, el economista transalpino y sus compañeros de investigación subrayan que, incluso estudiando los resultados a través de modelos económicos neokeynesianos, los resultados siguen siendo los mismos.
La base de datos que han estudiado estos analistas cubre el período comprendido entre 1981 y 2014. En primer lugar, se han considerado setenta y cuatro planes de ajuste basados en subir los impuestos por un monto cercano al 1,6% del PIB. En segundo lugar, se han estudiado cuarenta y seis programas de recorte del gasto, con un impacto medio del 1,5% del PIB. En tener lugar, se han ponderado sesenta y un programas de reducción de transferencias fiscales, con un alcance medio del 1,7% del PIB.
En el caso de España, la base de datos construida por Alesina incluye ocho estrategias de política fiscal (es decir, subidas de impuestos) y siete de reducción de los presupuestos (es decir, recortes de gasto). No hay, sin embargo, evidencia disponible que acredite grandes ajustes en la reducción de transferencias, al contrario de lo que vemos en otros países desarrollados.
Así, entre 1981 y 2014, Suecia aprobó cinco planes de ajuste basados en recortar transferencias, mientras que Italia lo hizo en siete ocasiones, Reino Unido en cuatro, Francia en dos, Finlandia en seis, Dinamarca en cuatro, Alemania en ocho, Canadá en cuatro, Bélgica en nueve, Austria en seis o Estados Unidos en una.
En el caso de la reducción del gasto, la base de datos apunta que el grueso de los recortes se produce en la inversión pública, seguida de los sueldos de funcionarios. En el ámbito tributario, el peso de los impuestos directos tiende a ser mayor en los planes de estabilización. En cuanto a las transferencias, los ajustes en las pensiones y las subvenciones a las empresas suelen llevarse la palma. De media, los planes estudiados por Alesina y su equipo tienen un horizonte de aplicación comprendido entre los dos y los tres años. Hablamos, por tanto, de medidas que se pueden aplicar en el curso de una legislatura.
Los resultados
El estudio concluye que los planes de ajuste basados en aumentar los impuestos son "significativamente más recesivos" que los otros dos tipos de estrategias de consolidación fiscal. De hecho, se estima que el aumento de la producción se ve mermado en un 1,3% como resultado de ese deterioro del clima tributario.
La investigación subraya que la inversión sufre una reducción mucho mayor cuando los ajustes se abordan por la vía de la subida de impuestos. Además, si se analiza el impacto de este tipo de programas en la confianza de consumidores y empresarios, encontramos que los planes de reducción del gasto tienden a aumentar los resultados de estos indicadores, al contrario de lo que ocurre cuando se opta por aumentar la presión fiscal.
Así las cosas, las conclusiones que alcanza Alberto Alesina desmontan frontalmente el discurso dominante en el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, que insiste una y otra vez en subir los impuestos y aumentar el gasto para lidiar con el déficit fiscal que sigue registrando España. No es esta una cuestión baladí, puesto que este nuevo trabajo de Alesina pone de manifiesto que seguir esa estrategia tendrá consecuencias negativas para el crecimiento, la inversión y la confianza de consumidores y empresarios.
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