Artículo de Libre Mercado:
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, este jueves, en el Palacio de la Moncloa. | EFE
"En el ámbito de fiscalidad hemos acordado que hay que bajar los impuestos a los autónomos". Pablo Iglesias quería colocar varios mensajes en la rueda de prensa tras su encuentro con Pedro Sánchez. Y, en lo que tiene que ver con los autónomos, lo logró.
El líder de Podemos dijo que habría una "bajada de impuestos" a los trabajadores por cuenta ajena, pero no ofreció más detalles. El problema es que éste es un tema delicado y aquí, más que en otras cuestiones, el diablo se esconde en esos detalles que no se explicaron. ¿De verdad está diciendo Pablo Iglesias que va a bajar los impuestos a los autónomos? ¿A todos o al menos a la mayoría?
No parece probable, entre otras cosas porque es una medida que nunca ha estado en el programa del PSOE ni en el de Podemos. De hecho, lo que sucede es más bien lo contrario: las dos formaciones llevaron a las últimas elecciones varias propuestas que marchan en la dirección opuesta.
Esto es lo que decían sobre este tema los programas de ambos partidos para las Generales de 2016.
- PSOE: "Acercar la cotización a la Seguridad Social de las personas autónomas a sus ingresos reales. En consonancia con las recomendaciones del Pacto de Toledo, España debe avanzar en la posibilidad de que los autónomos coticen por los rendimientos netos que reciben".
- Podemos: "Deben establecerse cuotas a la Seguridad Social porcentuales y progresivas en función del rendimiento neto para los autónomos que facturen por encima del salario mínimo y alta gratuita para aquellos que facturen por debajo del salario mínimo".
La retórica y la realidad
Como puede verse, una vez que uno lee la letra pequeña, comienzan los matices. Y estos son muy importantes. No se sabe si es de esto es de lo que hablaron este jueves Sánchez e Iglesias. Pero viendo los programas de PSOE y Podemos y lo mucho que se parecen en esta cuestión, sería extraño que no llegaran a un acuerdo. Eso sí, es un acuerdo que dista de lo que se podía interpretar de las palabras del líder de la formación morada cuando hablaba de una reducción de impuestos generalizada a los autónomos.
Porque equiparar las cotizaciones a los ingresos, como piden los dos partidos, no es igual, ni mucho menos, a bajar impuestos. Para empezar, porque las cotizaciones no son exactamente impuestos (o pueden serlo, ésta es una discusión más teórica; pero en cualquier caso, cuando los afectados escuchan hablar de bajar impuestos piensan en otra cosa). Y, sobre todo, porque para la gran mayoría de los autónomos una medida como ésta en realidad supondría un encarecimiento de su factura mensual con las administraciones públicas.
Es cierto, como dicen los políticos españoles, que aquellos autónomos que tienen unos ingresos inferiores a los de la base mínima de cotización (932,7 euros/mes) se ven penalizados dos veces. Por una parte, porque no facturan demasiado y apenas consiguen llegar a fin de mes. Y por otra porque, a pesar de esa baja facturación, se ven obligados a cotizar a la Seguridad Social la cuota mínima de 279 €/mes.
Por ahí es por donde hay que entender las declaraciones de los políticos que hablan de autónomos con ingresos mínimos a los que hay que ayudar. Y sobre este punto no hay demasiada polémica. Casi todo el mundo más o menos parece estar de acuerdo: todos los partidos y también las asociaciones de autónomos aseguran que quieren implementar algún mecanismo para evitar que autónomos sin apenas ingresos tengan que abonar casi 300 euros al mes en cotizaciones. De hecho, viendo la unanimidad que muestran, lo que resulta extraño es que no se haya aprobado todavía. Quizás sea porque el efecto inmediato que tendría sería el de reducir los ingresos de la Seguridad Social.
El problema es que esta rebaja de cotizaciones a los que menos ganan no se queda ahí. Siempre viene asociada a la coletilla: "Igualar ingresos y cotizaciones".
Porque sólo unos 800.000 autónomos, según datos de ATA (Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos) tienen unos ingresos inferiores a la base mínima. Son aproximadamente el 30% de los autónomos que hay en España, sumando societarios y personas físicas: a ellos sí les saldrá a cuenta la media (aunque muchos de ellos ya tienen otras ayudas que reducen este coste), esperada desde hace mucho tiempo y anunciada en numerosas ocasiones. Pero el otro 70% no puede estar tan tranquilo: de estos hay muchos que cotizan por la mínima y otros que pagan algo más, pero muy pocos pagan lo que les tocaría por sus ingresos en el régimen general.
Lo cierto es que la gran mayoría de los autónomos, algo más del 86%, cotiza por la base mínima. Es una de las ventajas que tiene ser trabajador por cuenta propia: puedes decidir cuánto cotizar en función de tus necesidades. A cambio, eso sí, se generan menos derechos a la pensión pública cuando llegue el momento de la jubilación. De hecho, por eso las prestaciones medias que cobran los autónomos son sensiblemente inferiores a las del Régimen General. Pues bien, todos los autónomos que coticen por la base mínima y facturen por encima de esa cifra pueden empezar a echar cuentas: todo apunta a que a partir del próximo año pagarán más en cotizaciones sociales. ¿Cuánto? Ahí puede haber más dudas (de nuevo, los detalles).
Los costes y las consecuencias
También es verdad que este tema estaba en la agenda desde hace tiempo. De hecho, todos los partidos lo llevan de una forma u otra en sus programas y las recomendaciones del Pacto de Toledo apuntarán en esa dirección. Las cuentas de la Seguridad Social están al límite y el sablazo a los autónomos es un caramelo demasiado jugoso: se vende como una medida que favorece a los que menos ganan, pero lo que se busca es aumentar la recaudación del sistema a costa de quitarles la posibilidad de decidir cuánto quieren cotizar a los únicos trabajadores que hasta ahora podían hacerlo.
Quizás por eso, para limitar daños, las dos asociaciones de autónomos con más implantación a nivel nacional, ATA y UPTA, alcanzaron un acuerdo hace apenas un par de meses en el que proponían una subida de cotizaciones algo más controlada. La propuesta planteaba cinco tramos:
- "Autónomos con ingresos inferiores al SMI (10.302 euros al año): cotizarían 50 euros al mes durante dos años (con posibilidad de prórroga)
- Autónomos con ingresos inferiores a 30.000 euros: siguen igual que hasta ahora, pudiendo elegir cuánto cotizar entre el mínimo y el máximo establecido en el RETA (de 932,7 a 3.803,70 euros al mes para el segundo semestre de este año)
- Autónomos con ingresos de entre 30.000 y 40.000 euros: podrían elegir su base entre los límites marcados por la base del Grupo 1 del Régimen General (que en 2018 se encuentra entre 1.199,10 y 3.803,70 euros)
- Autónomos con ingresos netos anuales entre 40.000 y 60.000 euros: la base de cotización mínima sería 1,5 veces la base establecida cada año en el RETA (también con la posibilidad de cotizar hasta la base máxima)
- Autónomos con rentas netas anuales superiores a 60.000 euros: para estos autónomos el mínimo será igual a dos veces la base mínima que se acuerde para el RETA"
Como puede verse, la propuesta de las asociaciones mantiene dos constantes: en primer lugar, recoge una subida de bases para los autónomos con ingresos de más de 30.000 euros. Pero al mismo tiempo permite que incluso los autónomos que más ganan sigan teniendo cierto poder de decisión sobre a cuánto quieren que ascienda su cotización. Además si se quedan en la parte baja de su tramo, pagarían sensiblemente menos de lo que paga un trabajador del régimen general entre la cuota del trabajador y la cuota del empresario (hay que recordar que todo es coste laboral que se detrae del salario del empleado).
La primera posibilidad es que se apruebe una subida por tramos como ésta. Las asociaciones de autónomos calculan que el 75% de los trabajadores por cuenta propia no tendrían que pagar más si se mantienen sus tramos. Pero no hay nada que indique que vaya a ser así. De hecho, no es eso lo que dicen los programas de los partidos y la urgencia en las cuentas de la Seguridad Social no invita al optimismo.
El problema es que subir la cuota a los autónomos, sobre todo si se sitúa en los mismos niveles que pagan los trabajadores por cuenta ajena, tendrá consecuencias que irán más allá de los presupuestos del organismo. Para empezar, es un desincentivo muy claro para la actividad emprendedora: si las condiciones son iguales a las que soporta un empleado de una empresa, más de uno puede pensar si merece la pena asumir ese riesgo.
Y no es sólo una cuestión de incentivos, sino de costes puros y duros. Los autónomos tienen una serie de ventajas (la principal, que se organizan su tiempo y son sus propios jefes) pero también están sometidos a una incertidumbre muy superior. Disparar los costes fijos que pagan cada mes puede hacer que las cuentas no les salgan a muchos de ellos (o al menos que, como decíamos antes, no les compense arriesgarse).
Si lo que se quiere es facilitar las cosas a los recién llegados, eso ya se hace con las diversas tarifas planas y rebajas, que se podrían mantener. De hecho, a estos autónomos, la nueva norma o no les afectaría o lo haría de forma marginal: pagarán más o menos lo mismo que hasta ahora. Luego están los autónomos que cobran de forma reiterada por debajo del SMI: esto sí se ven beneficiados. Pero de nuevo, para reducirles la carga no es necesario incrementar la de los demás. Y cabe preguntarse cuántos autónomos hay en España que puedan permitirse un facturación inferior al SMI sin tener que dejar la actividad (con o sin cotizaciones, es un nivel de ingresos que, o se supera rápido, o te empuja a buscar otras alternativas).
Lo que queda es una medida (igualar ingresos y cotizaciones) que se vende como si fuera dirigida en exclusiva a resolver las dificultades que enfrenta un grupo realmente necesitado. Lo que no se dice es que parte de ese grupo ya se beneficia de otras medidas que reducen su carga tributaria y el resto podría hacerlo con otras alternativas. Porque si se generaliza a todos los autónomos, lo que ocurre en realidad es que se penaliza y desincentiva de forma clara a los trabajadores por cuenta propia que sí son capaces de generar unos ingresos suficientes como para mantener la actividad en marcha. Son estos los que soportarán el peso del cambio.
Como explicaba este viernes Lorenzo Amor, presidente de ATA: "Reducir la cuota de cotización a autónomos que no lleguen a la base mínima, es de justicia y una vieja reivindicación, pero no podemos confundirlo con una rebaja de impuestos a los autónomos. Pedimos rigor a la clase política. Hoy muchos autónomos leerán, escucharán y verán que se les van a bajar los impuestos generando unas expectativas que luego se convertirán en frustración. Adecuar las cotizaciones a los ingresos no es bajar impuestos. Habrá autónomos que coticen menos, y otros, la mayoría que puede que coticen más. Deben ser más rigurosos y tener más cuidado con generar expectativas a los autónomos que luego no se ven cumplidas".
Todavía no hay nada seguro. De nuevo, habrá que esperar a los detalles. Pero, ¿una bajada generalizada de impuestos a los autónomos, como se insinuaba el pasado jueves?: no hay más que leer los programas de los partidos y las declaraciones de los representantes de los autónomos para intuir que eso parece muy poco probable.
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