Elentir explica cinco motivos por los que muchos han perdido el miedo a que les llamen ‘ultraderechistas’ y la estrategia política en emplear dicho término.
Artículo de Contando Estrelas:
Si hacemos caso a algunos políticos y periodistas, el principal problema de Europa es el auge de la “ultraderecha”, una palabra asociada a cosas tan feas como el fascismo, la xenofobia y el racismo.
Pero ¿hay tantos fascistas, xenófobos y racistas en Europa? ¿Dónde se habían escondido todos estos años? Tal vez lo que nos tendríamos que preguntar es si todo lo que ciertos políticos y medios nos presentan como “ultraderecha” lo es en realidad o no. El problema para contestar a esa pregunta es que cómo identificamos lo que es la “ultraderecha”. Hoy la “ultraderecha” se ha vuelto un concepto cada vez más difuso. Y cuando más difuso es, más gente le pierde el miedo a ser tachada de “ultraderechista”. Os señalo algunos motivos que podrían explicar este fenómeno:
1. A menudo la acusación de ‘ultraderecha’ disfraza el fanatismo del acusador
Aunque presume de “diálogo”, “tolerancia” y “diversidad”, dentro de la izquierda han ido en aumento las posturas dogmáticas, intransigentes e intolerantes de quienes se niegan a dialogar con los que no son progresistas. Para muchos, ser progresista se ha convertido en algo equivalente a ser moralmente superior a los demás, y para ellos no ser progresista equivale a ser una persona malvada y despreciable. Por eso muchos progresistas ya no admiten que nadie les contradiga. No aceptar contradicciones te hace perder facultades para debatir, y a medida que la izquierda va perdiendo habilidades para debatir ideas, el número de señalados como “ultraderechistas” se multiplica. Cada vez más gente asocia conceptos como “intolerancia”, “fanatismo” e “intransigencia” con la actitud, precisamente, de muchos izquierdistas que llaman “ultraderechista”, sin más, a todo el que les contradice.
2. El concepto ‘ultraderecha’ ya abarca a todo lo que no es izquierda
Desde hace años la izquierda está usando la palabra “ultraderecha” para señalar a derechistas, liberales, conservadores, católicos, anticomunistas y patriotas en general, como si todas esas ideas e incluso el mero hecho de amar a tu Patria te convirtiesen en algo equiparable al nazismo y el fascismo. La acusación se ha vuelto tan indiscriminada que ha acabado revelando un intento de acabar con el pluralismo ideológico. La idea que se está transmitiendo, en la práctica, es tan sencilla como burda: si no eres de izquierdas, entonces eres de ultraderecha. Como resultado de esto, cada vez más gente percibe que la “ultraderecha” se ha convertido en una acusación tramposa para imponer una especie de pensamiento único, de forma que ser tachado de “ultraderechista” se convierte en una forma de legítima rebeldía.
3. Te llaman ‘ultraderechista’ para que te dejes robar derechos y libertades
Esto lo estamos viendo claramente en España y en otros países con la imposición de la ideología de género. Nos imponen ideas disparatadas sobre la sexualidad e incluso establecen que sean obligatorias en las escuelas, sin posibilidad alguna de discutirlas. Y si lo cuestionas, eres de “ultraderecha”. De esta forma nos están arrebatando derechos y libertades fundamentales, como la libertad de pensamiento, la libertad de educación, la libertad de expresión e incluso la presunción de inocencia (en España se han creado leyes que establecen la inversión de la carga de prueba en casos de discriminación por orientación sexual; es decir, que si te acusan de discriminar, tienes que probar que eres inocente algo puramente totalitario). El mero hecho de afirmar una obviedad biológica -que hombres y mujeres tienen órganos sexuales distintos- es tachado de “transfobia” (otra palabra-policía asociada a la “ultraderecha”), y es objeto de sanciones administrativas, es decir, ordenadas e impuestas por políticos y no por jueces, algo inadmisible en una democracia. Para muchos ciudadanos la elección es clara: tienen menos miedo de ser tachados de “ultraderechistas” que de dejarse robar derechos y libertades a manos de los políticos.
4. Usan la ‘ultraderecha’ para tapar graves problemas sociales
En Europa tenemos un ejemplo con los problemas de inseguridad provocados por la inmigración masiva. En países que sufren olas de violaciones y de otros crímenes provocados por inmigrantes, lo alarmante para el progresismo es que la gente se harte: a eso lo llama “ultraderecha”. Se trata de problemas que vienen siendo advertidos desde hace años, pero el progresismo hizo oídos sordos a todas esas advertencias porque no se ajustaban a su visión idealizada de la inmigración. Si los vecinos de un barrio se hartan de que los “okupas” se apropien de viviendas ajenas y deterioren la convivencia, a eso lo llaman “ultraderecha”. El caso es que para cualquier vecino, es mucho más insoportable la delincuencia en su barrio y la presencia de vecinos “okupas”, que el ser acusado de “ultraderechista” por partidos y medios cuyos dueños viven en zonas residenciales acomodadas a las que no suelen llegar los problemas asociados a la inmigración masiva y a la ocupación ilegal de viviendas: quienes sufren estos problemas son los que menos recursos tienen.
5. Usan la ‘ultraderecha’ para borrar el pasado más incómodo de la izquierda
Recordemos que los nazis eran nacional-socialistas: proponían un socialismo nacionalista. Y el socialismo es una ideología de izquierdas. De hecho, nazis y comunistas se ayudaron entre sí para desestabilizar las instituciones de la República de Weimar: de 241 cuestiones votadas en el Reichstag y en el parlamento estatal de Prusia en 1929 y 1930, nazis y comunistas votaron juntos en el 70% de las ocasiones. Ya en la Segunda Guerra Mundial, el mayor movimiento de resistencia contra la ocupación nazi se organizó en la católica y conservadora Polonia, un país que Hitler y Stalin invadieron tras firmar un pacto secreto para repartirse su territorio. Alemanes y soviéticos llegaron a desfilar juntos en la Polonia ocupada para celebrar su victoria sobre los polacos, y el Partido Comunista de España defendió sin pudor la invasión, siguiendo las órdenes de Moscú. En Francia, los comunistas contactaron con las autoridades nazis en 1940 para intentar pactar con ellos tras la ocupación alemana del país, y eso después de haber torpedeado el esfuerzo bélico de Francia contra el Tercer Reich. Cada vez más gente conoce estos hechos y ve en el concepto “ultraderecha” un burdo intento de falsear el pasado de la izquierda.
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