miércoles, 5 de septiembre de 2018

Subir los impuestos a los ricos se traducirá en menos recaudación, no más

Diego Sánchez de la Cruz se hace eco de los informes sobre elasticidad de la base imponible que miden cuánto varía la recaudación al subir impuestos en función del nivel de renta. 
Y los resultados son contraproducentes a la intención de socialistas y comunistas de aumentar aún más impuestos a las rentas altas, pues la elevada elasticidad implica a estos niveles reducción de la recaudación (mostrando los motivos). 
A su vez muestra el reciente ejemplo del País Vasco al respecto, que no pudo acabar peor. 

Artículo de Libre Mercado: 
El gobierno de Pedro Sánchez estudia subir impuestos a las rentas altas | Pixabay/CC/Alexas_Fotos
El gobierno de Pedro Sánchez ha empezado a negociar con Unidos Podemos la posibilidad de subir los impuestos a las rentas más altas. Desde las filas del Ejecutivo se ha trasladado al partido comunista la posibilidad de llevar el tramo superior del Impuesto sobre la Renta hasta niveles situados cerca del 50%.
Unos y otros argumentan que la medida tiene fines recaudatorios. El gobierno del PSOE insiste en que "no se puede mantener un estado del bienestar de primera división con una estructura de ingresos de tercera división". Por su parte, la agrupación morada señala que es necesario elevar los impuestos para así financiar nuevos programas de gasto público.
Pero sería un error pensar que subirle los impuestos a las rentas altas es sinónimo de recaudar más. El papel lo aguanta todo, de modo que los cálculos de socialistas y comunistas pueden hacer todo tipo de especulaciones sobre la capacidad de recaudar dinero entre los 100.000 contribuyentes de mayor renta. Sin embargo, a la hora de la verdad, la elasticidad de la base imponible de estos ciudadanos es mucho mayor que la de un individuo cualquiera.

Elasticidad de la base imponible

Nadie ha estudiado esta cuestión en España con tanta lucidez como José Félix Sanz. Su nombre saltó a la palestra hace algunos años, cuando la Fundación Faes le confió la elaboración de un documento orientado a proponer una reforma fiscal de calado. El catedrático de la Universidad Complutense sugirió entonces la posibilidad de dejar el Impuesto sobre la Renta en apenas dos tramos: uno del 25% y otro del 35%.
Ahora, el nombre de Sanz vuelve a estar de actualidad, esta vez en relación con sus cálculos sobre la forma en que los contribuyentes más ricos reaccionan a las subidas de impuestos. Según sus investigaciones, el contribuyente medio tiene una capacidad de reacción relativamente pequeña ante los grandes cambios fiscales. Dicha elasticidad sería de 0,34 puntos, siempre de acuerdo con Sanz.
No obstante, para aquellos asalariados con unos ingresos superiores a los 100.000 euros, la elasticidad en la base imponible es marcadamente mayor. Para ser precisos, alcanza los 3,6 puntos, lo que supone diez veces más que un ciudadano al uso. Esto es así porque estos trabajadores tienen una capacidad mucho mayor para reordenar sus fuentes de ingresos y ajustarlas a los cambios en la normativa tributaria.
Para el PSOE y Unidos Podemos, los cálculos de Sanz tienen implicaciones significativas. Como recuerda Juan R. Rallo, dada la elasticidad de 3,6 puntos observada entre quienes perciben más de 100.000 euros, una subida de impuestos que eleve un 1% el tipo efectivo de las rentas altas se traducirá en una pérdida recaudatoria del 3,6%. Así las cosas, la subida del 10% que barajan PSOE y Unidos Podemos se traduciría en una caída de ingresos de 2.500 millones.
El colaborador de esRadio también ha mencionado los trabajos de Carlos Díaz-Caro y Jorge Onrubia. En su caso, la elasticidad observada se ciñe solamente a las rentas del trabajo. Este cálculo arroja una elasticidad de 1,44 puntos, que aplicada a la propuesta fiscal de socialistas y comunistas generaría una pérdida de ingresos de entre 500 y 2.500 millones.

El caso guipuzcoano

Vale la pena recordar que, en 2008, la provincia de Guipúzcoa apostó por desmarcarse del resto de España y se mantuvo como la única comunidad que aplicó un recargo fiscal a las rentas altas. Para ser precisos, se trataba de una versión foral del Impuesto de Patrimonio. El experimento tuvo un saldo desastroso: se perdieron 400 contribuyentes y la recaudación total obtenida de las rentas altas cayó en 1,5 millones.

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