Sin caer en una actitud
ingenua e infantil, ¿es usted optimista? ¿Piensa que a trancas y barrancas, no
sin sobresaltos, vamos hacia un mundo mejor? O, por el contrario, pese a que le
llame realismo, ¿se decanta hacia una visión pesimista y preocupadiza de la
vida? ¿Con qué frecuencia le asalta la nostalgia, el pensamiento de que
cualquier tiempo pasado fue mejor? ¿Le abruma el futuro o se acerca a él con
esperanza? ¿Ve la botella medio vacía o medio llena? ¿Caza más su cabeza
detenida en lo que tiene o en aquello que carece y ansia? ¿Con qué frecuencia
cambia de ideas sin traicionar sus principios? ¿Hasta qué punto está seguro de
sus opiniones? ¿Cuál es el soporte empírico de las mismas? ¿Está abierto a
otros puntos de vista, celebra la discrepancia? ¿Cuál es el proceso que sigue
para llegar a sus conclusiones? ¿Tiene prejuicios? ¿Conversar es una batalla
dialéctica que ganar o una oportunidad para salir al encuentro del otro? ¿Está
cómodo en la diversidad cultural? ¿Cómo digiere sus errores? ¿Es humilde, consciente
de lo que no sabe? ¿Es curioso, abierto a la realidad, dotado de una mentalidad
detectivesca que se interesa por nuevos desarrollos y enseñanzas?
Podría seguir con esta batería
infinita de preguntas, pero a guisa de introducción basta. Si desea profundizar
con honestidad en sus respuestas, personales, sinceras, le aconsejo vivamente
que lea Factfulness, de Hans Rosling, escrito en colaboración con su hijo Ola y
su nuera Anna. Doctor en Medicina por la Universidad de Upsala (Suecia),
también cursó sanidad pública en el St. John´s Medical College en Bangalore
(India). Poseedor de un currículum impresionante, asesor de Unicef, de la OMS,
cofundador en Suecia de Médicos sin Fronteras, este libro es su obra póstuma,
su última aportación a la humanidad. Fallecido en febrero de 2017, su hijo y su
nuera se aseguraron de completar un gran trabajo en equipo.
En su batalla contra la
ignorancia global, la hipótesis central de trabajo del doctor Rosling es que
debemos sustituir nuestra opinión usual del mundo, dramática, catastrofista,
sesgada, superficial, por un enfoque más riguroso y completo basado en hechos.
Éstos tienen más autoridad que nuestras percepciones parciales de la realidad y
sobre ellos podemos contribuir a mejorar el mundo. A modo de ejemplo, niveles
existentes de pobreza. En la actualidad, 800 millones de personas viven con
menos de dos dólares (1,75 euros) al día. Cifra indignante, cualquier
complacencia con ella sería intolerable. Dicho esto, si la comparamos con el
año 1.800 –el 85% de la población mundial vivía en ese umbral miserable– o, sin
ir tan lejos, con 1.966 (50%), el 9% de 2017 muestra una evolución histórica
positiva. De los instintos que a menudo colorean nuestra observación, recogidos
por el autor en una exposición ágil y documentada, destacaría los siguientes:
1. ‘The gap instinct’,
pensamiento binario. Los héroes contra los villanos, los buenos contra los
malos, mi país contra los otros. Actitud maniquea, dicotómica, es una de las
más nocivas y adictivas.
2. Negativismo. Nos fijamos más
en lo que no funciona que en lo que marcha bien. Hablamos del matrimonio que se
separa, pero no del que es feliz. Al respecto, los medios de comunicación, en
su batalla diaria por la cuota de mercado, contribuyen en gran medida.
3. Miedo. Cuando estamos
asustados, tensos, vemos peligros, enemigos, por todas partes. De ahí a la
agresividad, a la búsqueda de colegas igualmente temerosos, aprensivos, media
un paso.
4. Generalizar. Por ejemplo, en
lugar de hablar de Pierre, de Paul, de Jacques, hablamos de los franceses,
creando estereotipos culturales que nos impiden llegar al misterio de cada
persona, problema o situación.
5. Destino. Cuestionando la
oportunidad de mejora y aprendizaje de personas, países, religiones, culturas,
encontrando sutilmente una excusa maravillosa para no salir de nuestra zona de
confort, acabamos convencidos que ciertas zonas del planeta están condenadas a
vivir atrapadas en un pasado irreversible y limitante.
6. Perspectiva individual. Formar
nuestra opinión y modo de abordar un determinado asunto, confiando solo en una
fuente, independientemente del rigor y amplitud de ésta.
7. Acusación. Otro instinto muy
extendido y dañino. Con facilidad buscamos un culpable, práctica que nos
distrae de entender la problemática planteada en base a los hechos y datos
recogidos.
8. Urgencia. Típico de una
sociedad hiperactiva e impaciente. El liderazgo debe citarse con la acción,
pero antes hay que parar, pensar y analizar la cuestión de marras.
Lectura muy recomendable. Como
dice Rosling, igual que el GPS es muy útil para no perderte en la ciudad, una
actitud orientada a la recogida y estudio de hechos suficientemente
contrastados marca la diferencia. Y, además, invita a un optimismo honesto que
no sortea las dificultades inherentes a la aventura de vivir.
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