Daniel Lacalle analiza la preocupación que citan algunos ante pacto de antieuropeos y anticonstitucionales, a dónde hay efectivamente que dirigir esa mirada y la oportunidad que se abre en Andalucía.
Artículo de El Español:
All I hear is… Burn!”. David Coverdale.
Se habla del acuerdo en Andalucía como si algunos partidos se hubiesen unido al diablo. Se repite sin descanso que “Europa está preocupada”, que nos enfrentamos a fuerzas antieuropeístas y extremistas anticonstitucionales.
Y tienen razón. Pero no por los firmantes del pacto de cambio en Andalucía.
Ninguno de los firmantes de ese pacto ha jurado o prometido la Constitución jamás con subterfugios del estilo “por imperativo legal” o “hasta que los ciudadanos la cambien”, ni ha cimentado su surgimiento intentando desmantelarla exigiendo procesos constituyentes totalitarios y bolivarianos o diciendo en todos los medios que no la acatan. Todo lo contrario.
No, cuando buscamos el peligro anticonstitucional no lo tenemos que buscar en el pacto de investidura en Andalucía, el peligro está hoy dictando el Presupuesto al Gobierno de España, exigiendo y dirigiendo la actuación del presidente de la nación. El “peligro anticonstitucional” está hoy en coalición con el partido socialista, que ha gobernado España durante 22 años, en centenares de municipios y varias comunidades autónomas.
No. Aunque algunos hagan malabarismos para ocultarlo, en Italia no gobierna la extrema derecha en coalición con Papá Noel. Gobierna la ultraizquierda con la ultraderecha. Lo mismo ocurre en Grecia.
Tampoco tenemos que irnos al pacto de cambio en Andalucía para buscar actuaciones antieuro y antieuropeas.
Los únicos partidos que han votado junto al Frente Nacional de Le Pen en Europa pidiendo la salida del euro han sido Podemos e Izquierda Unida (el 14 de diciembre de 2015), y nunca han retirado ni modificado la enmienda.
No hace falta irse al pacto de Andalucía para encontrar enmiendas votadas junto al Frente Nacional abogando por derogar el Tratado de Lisboa y el Pacto de estabilidad “para tratar la reversibilidad y la derogación de los Tratados" o enmiendas que "rechazan la Estrategia Europea de Seguridad y su política exterior y de seguridad común", ni tampoco "la derogación de la legislación relativa a la unión bancaria". Eso lo han presentado Podemos e IU apoyado con los votos del Frente Nacional y los partidos eurófobos (enmienda a la Resolución sobre el programa de trabajo de la Comisión, julio 2016).
No. No hace falta irse al pacto de Andalucía para recordar quiénes exigen el desmantelamiento de las instituciones. El propio PSOE fue el que atacó las enmiendas de Podemos e IU en Europa acusándoles de “abogar por acabar con algunos de los pilares fundamentales de la Unión Europea”.
Es cierto que tenemos que preocuparnos por los partidos anticonstitucionales y antieuropeístas. Porque están controlando al Gobierno de España y dictando los Presupuestos. Los mismos que han defendido y siguen defendiendo regímenes totalitarios con alabanzas que van desde la Unión Soviética hasta el régimen cubano.
Mis lectores pueden decirme que eso no significa que el Gobierno apoye esas políticas anticonstitucionales y antieuropeas de sus socios de moción de censura y que solo llegan a acuerdos de gobierno basados en programas y propuestas. Supongamos que lo aceptara. Pues el argumento vale exactamente igual para los acuerdos de gobierno para Andalucía, donde no se hace ninguna propuesta que vaya contra la constitución ni contra Europa.
El problema es otro. Europa sigue ignorando la desaceleración y se dedica a guerras internas donde algunos piensan que la solución es siempre gastar más y subir los impuestos. El problema de la eurozona es que creemos que se combate el populismo blanqueando sus políticas de gasto excesivo, deuda, desequilibrios y luego, impago y quiebra. Francia, país que nunca ha tenido austeridad y que soporta un gasto y presión fiscal inaceptable, es ahora el nuevo foco de inestabilidad.
La solución a los problemas de la eurozona no puede ser aplicar políticas que vuelven a acercarnos a una crisis de deuda. No olvidemos que, en la negociación entre Estados Unidos y China, la Unión Europea puede ser un atractivo daño colateral si seguimos obcecados en poner escollos al empleo, al crecimiento y a la inversión pensando que el mundo va a hacer lo que nosotros queramos.
El auge de los populismos y los extremos no viene porque el peso de los Estados y el intervencionismo sean bajos, sino precisamente porque muestra constantemente su fracaso, y en vez de exigir más libertad, pensamos que otros con soluciones mágicas van a darnos lo que unos no pudieron. Nos quejamos constantemente de los “políticos” como si hubieran caído de un OVNI a gobernarnos, y nos lanzamos a defender otros que prometen cosas todavía más imposibles.
Y no se soluciona con mayores desequilibrios.
El pacto de Andalucía puede ser una de las grandes esperanzas para Europa, que no puede conformarse con políticas de mínimo común denominador y de asfixia de los sectores productivos. No tiene nada de ideológico, y mucho de lógico.
De hecho, el pacto en Andalucía, si consigue eliminar los grilletes de la burocracia e intervencionismo de los últimos 36 años, puede ser parte de la solución de una Unión Europea que debe presentarse ante el mundo como un centro mundial de crecimiento y empleo, no de presión burocrática y fiscal.
Lo que necesitamos, y urgentemente, es preocuparnos de las que son las verdaderas oportunidades para Andalucía, España y Europa. El crecimiento, el empleo y liderar la revolución tecnológica.
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