lunes, 21 de diciembre de 2015

España demuestra los peligros de ser líder mundial en renovables

 Bjorn Lomborg expone el caso español, que ha experimentado de lleno los peligros de ser líder mundial en renovables. 
Artículo de Libertad Digital:
Cuando España anunció este año que estaba obteniendo la gran mayoría de su electricidad a partir de fuentes libres de emisiones de carbono, activistas medioambientales de todo el mundo lo celebraron.
Pero como los españoles saben bien, el éxito de la energía verde se ha construido sobre precios energéticos innecesariamente altos y políticas de subsidios salvajemente inconsistentes. España debería adoptar un enfoque mucho mejor, que podría convertirla en un auténtico líder mundial.
El auge de las energías renovableen España fue, por supuesto, construido enteramente sobre subvenciones. El Gobierno garantizó a los productores de energía renovable precios que llegaban a los 40 céntimos de euro por kilovatio/hora para la electricidad durante 25 años, más de 10 veces el precio mayorista promedio de 2007, de alrededor de 4 céntimos de euro por kilovatio/hora, pagados a las principales empresas eléctricas.
El año pasado se estimó que, desde 1998, España había pagado ya alrededor de 56.000 millones de euros para generar más electricidad con fuentes renovables, y pagará otros 142.000 a lo largo de la vida útil de estos.
Desde 2005-2013 el coste real del sistema eléctrico español aumentó un 221%, y los subsidios a las renovables se convirtieron en el mayor gasto individual. Los políticos ocultaron el verdadero precio a los votantes decretando que la factura eléctrica sólo debía aumentar un 2% al año. Cuando la deuda resultante se hizo insostenible, muchos subsidios a lasrenovables se redujeron significativamente.
Esos movimientos sacudieron completamente a la industria renovable española. Pero ¿por qué hizo falta regarla con subvenciones para que España se convirtiera en dependiente de la energía verde? Por un factor tan inconveniente pero prácticamente insalvable: las energías renovables, como la solar y la eólica. son intermitentes. Las fábricas de Cataluña y los hospitales de Madrid necesitan energía aun cuando el sol no brilla y el viento no sopla.
Las empresas energéticas han descubierto en España -y en el resto del mundo-, que el problema de instalar más y más energía eólica y solar lahace cada vez menos valiosas. La primera turbina eólica obtiene un alto precio por kWh. Pero los productores eólicos tienen la desgracia de vender electricidad al mismo tiempo, que es cuando el viento sopla. Cuando llega a la cuota de mercado del 30%, una compañía de energía eólica vende electricidad que sólo tiene un valor del 70% del precio medio de la electricidad. Los precios de la generación solar caen aún más rápido en cuotas de mercado similares. Por lo tanto, sin subsidios se instalarían muy pocas turbinas de viento y paneles solares.
Además, como dependemos más de la energía eólica y solar subvencionada, las plantas de combustibles fósiles se están utilizando menos. En España, las plantas de gas se utilizaron un 66% del tiempo en 2004, pero el aumento en la generación eólica ha llevado a que ahora sólo se utilicen un 19% del tiempo. Puesto que es necesario mantener las plantas funcionando casi dos tercios del tiempo para evitar pérdidas, muchas de ellas tienden a cerrarse. En toda Europa, posiblemente el 60% de toda la generación de gas está en riesgo de cerrar pronto. Esto significa un precio de la electricidad más alto o una situación perversa en la que se subvencionan los combustibles fósiles.
España intentó llegar lejos y rápido, pero lo que hizo fue demostrar los límites de la tecnología de energía renovable disponible hoy.
Tal vez la lección más importante del caso español es la siguiente: si todo el mundo tratara de emular su enfoque e hiciéramos funcionar todo el planeta a partir de energías renovables y baterías, el coste en comparación con los combustibles fósiles se multiplicaría al menos por cuatro, incluso teniendo en cuenta los costes del CO₂ y la contaminación del aire por los combustibles fósiles. Aun así, en 2030 su coste sería más del doble, y sería menos segura.
En otras palabras, la energía solar y la energía eólica siguen siendo demasiado caras, de modo que por más reconfortantes que resulten no tendrán un impacto climático imperceptible.

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