Santiago Navajas analiza la situación educativa actual, las reacciones conspirativas típicas de todo perdedor ante los malos resultados educativos para evitar su responsabilidad política, exponiendo a su vez un decálogo sobre como cambiar y mejorar el sistema educativo en España para aprender de los países que ahora lo hacen mejor.
Artículo de Voz Pópuli:
España se sitúa en la línea de los países más valorados en Educación, según PISA. Europa Press
Reacciones varias en España (sobre todo en Andalucía) ante el Informe PISA: la culpa es de Franco; es una conspiración (singapurense-estonia-wertiana); hay que gastar más; los neoliberales; PISA es un fiasco (es imposible “medir” la educación)... Suele pasar que cuando alguien fracasa se le eche la culpa a la “herencia recibida”, y Franco es la “herencia” perfecta, o que se mate al mensajero, en este caso la metodología empleada para hacer el informe PISA. Por supuesto, siempre habrá quien quiera aprovechar la oportunidad para conseguir una buena renta o trabajar menos, de ahí las reclamaciones para gastar más en Educación (que no siempre es una inversión) o de satanizar al “neoliberalismo” como sinónimo de medidas de austeridad económica y de eficiencia en el gasto.
En realidad, a pesar del alarmismo mediático, no salimos mal parados: ¡vigésimo novenos del mundo! Como en todas las demás estadísticas mundiales estamos en el límite entre los mejores (como en el “Índice de Democracia”, 17º) y los regulares (como en el “Índice de Corrupción”, 36º). Teniendo en cuenta que venimos de mucho más atrás que los países de nuestro entorno. Por ejemplo, en 1950 España tenía una población con 3,83 años de estudios de media. En 2010 era ya de 10,27. Por hacernos una idea, Italia tenía una tasa de 4,21 que pasó a 9,63 y Francia, de 4,33 a 10,68. El mundo ha progresado adecuadamente en el último medio de siglo. Y España por encima de la media. Con la dictadura y con la democracia. En cuanto a la calidad, hay comunidades como Castilla y León con un nivel muy alto mientras que Andalucía sigue abonada a los puestos de cola de todas las estadísticas (Franco y los “neoliberales” han gobernado igualmente para ambas regiones).
En realidad, a pesar del alarmismo mediático, no salimos mal parados: ¡vigésimo novenos del mundo! Como en todas las demás estadísticas mundiales estamos en el límite entre los mejores (como en el “Índice de Democracia”, 17º) y los regulares (como en el “Índice de Corrupción”, 36º). Teniendo en cuenta que venimos de mucho más atrás que los países de nuestro entorno. Por ejemplo, en 1950 España tenía una población con 3,83 años de estudios de media. En 2010 era ya de 10,27. Por hacernos una idea, Italia tenía una tasa de 4,21 que pasó a 9,63 y Francia, de 4,33 a 10,68. El mundo ha progresado adecuadamente en el último medio de siglo. Y España por encima de la media. Con la dictadura y con la democracia. En cuanto a la calidad, hay comunidades como Castilla y León con un nivel muy alto mientras que Andalucía sigue abonada a los puestos de cola de todas las estadísticas (Franco y los “neoliberales” han gobernado igualmente para ambas regiones).
Un objetivo para el Informe PISA de dentro de seis años, porque al próximo no llegamos ni de casualidad, sería entrar en el Top 20 (para alcanzar el Top 10 en el 2030). Un decálogo basado en aprender de los países que ahora lo hacen mejor consiste en:
¿Será posible poner en práctica estas medidas en un país como España donde hay padres que animan a sus hijos a hacer huelgas “anti deberes”, alumnos que se apuntan a cualquier manifestación y protesta para poder faltar a clase y docentes que se niegan a ser evaluados mientras se creen muy buenos simplemente por suspender mucho y arbitrariamente en lugar de por aprobar mucho porque sus alumnos aprenden adecuadamente? Otra educación es posible y está a la vuelta de la esquina (asiática, donde se sitúan los países a la vanguardia educativa). Simplemente hay que atreverse a dar el primer paso (en dirección al este, concretamente hacia Singapur).
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