jueves, 15 de diciembre de 2016

¿Un “fallo del mercado” ha causado los altos precios de la atención sanitaria?

Dale Steinreich analiza el fracaso del Obamacare, la cuestión del seguro sanitario y las causas del crecimiento exponencial de los precios en el sector sanitario de EEUU, refutando algunos mitos sobre simplistas explicaciones al respecto.

Una situación que no tiene NADA que ver con un mercado libre (como bien explica), y sí precisamente con la ausencia de procesos de mercado (seguros obligatorios impuestos por el Estado, con graves defectos, enorme regulación, protección de la industria por parte del Estado y ausencia de competencia) que provocan un incremento continuo del coste de la atención sanitaria, menores salarios y crecimiento económico y más impuestos. 
Artículo del Instituto Mises:
Con las primas aumentando de media un 22% y hasta un 116% en los cambios públicos del Obamacare de 2017, parece surrealista leer a periodistas atribuyendo las patologías de la atención sanitaria de EEUU a un fallo del mercado. Pero esa es esencialmente la perspectiva que plantean  Associated Press y NBC con la aprobación de economistas y consultores del sector.
Aunque no sea una explicación nueva, su versión más reciente empieza con la observación de que los copagos y deducciones de los pacientes no han controlado los costes. Según un consultor de Mercer: “No está en la naturaleza humana ser pensadores racionales acerca de las decisiones de los costes de atención sanitaria. (…) Nunca será como comprar una segadora”.
En la literatura popular y académica, es una afirmación común que no se explica con mucho detalle, sin demostrarse nunca rigurosamente. Y resulta divertido que sigue siendo un dogma incluso cuando como consumidores estadounidenses, ante nuestros propios, continúa el abandono/elusión del Obamacare debido a sus costes crecientes.

Mito: La atención sanitaria es importante, así que los precios de la atención sanitaria suben más rápidos que los de otros bienes

El segundo factor expuesto como impulsor del fracaso del mercado es la “prioridad de compra”. Después del alimento y el alojamiento, los consumidores priorizan las compras de atención sanitaria por encima de otras compras, se nos dice. Tampoco se proporciona ninguna evidencia de esto, salvo una pregunta de Charles Roehrig, del Altarum Institute: “¿Cómo de buena es una casa mejor si estás demasiado enfermo como para disfrutarla?”
Pero la astuta pregunta de Roehrig no resuelve nada. Ropa y transporte claramente tienen prioridad de compra sobre atención sanitaria. ¿Cómo puede un paciente llegar a la consulta de un médico, a un centro de tratamiento, una farmacia, un ambulatorio o un hospital sin ambos? Pero la mayor prioridad en ropa y transporte no ha hecho que aumentaran sus precios o costes a los niveles de los que se hallan en la atención sanitaria.
¿El tercer factor? La tecnología. El desarrollo tecnológico conlleva productos mejorados, costes inferiores y precios más bajos en prácticamente todos los sectores, salvo la atención sanitaria. Cuando aparecen innovaciones tecnológicas en la atención sanitaria tienen el efecto opuesto.
La razón de esto es una falta de procesos de mercado en el sector de la atención sanitaria. En un mercado en funcionamiento, en lugar de que los nuevos productos se sometan a la competencia de este, las nuevas medicinas y dispositivos médicos llegan al mercado con precios exorbitantemente altos y las aseguradoras los pagan con pocas discusiones. Consecuentemente, se disparan los precios.
En la base de este fenómeno están las grandes farmacéuticas protegidas por el estado y los seguros de salud hechos obligatorios por el estado. En un “mercado” con cobertura obligada por el estado y poca competencia (generada por las restricciones públicas), el progreso tecnológico en la atención sanitaria no lleva a precios a la baja como pasa en todo sector con mercados más libres.

El seguro sanitario no es realmente un seguro en absoluto

Imaginad un nuevo seguro obligatorio del automóvil que no solo cubra todas las indemnizaciones, gastos de colisión y riesgos improbables que fueran desde socavones a derrumbamientos de edificios, sino también gastos rutinarios como relleno semanal del depósito de gasolina, cambios de aceite, cambios y equilibrado de neumáticos y todos los gastos normales de mantenimiento con poca supervisión de precios y costes.
Imaginad que las empresas de seguros se vieran obligadas a vender estas nuevas pólizas a conductores con “condiciones preexistentes” como largos historiales de conducción habitual temeraria o en estado de ebriedad. Es fácil ver cómo este nuevo seguro del automóvil se convertiría rápidamente en tan caro e inasequible como el “seguro” de salud.
Advirtamos otra cosa más: nuestro seguro hipotético ya no sería realmente un seguro. Un verdadero seguro cubre a los asegurados frente a riesgos predecibles. La cobertura obligatoria de gastos rutinarios  y condiciones preexistentes hace que se anule todo eso. La cobertura de gastos rutinarios  y condiciones preexistentes es lo que los economistas de la salud llaman “consumo prepagado”. Se llame como se llame, no es un seguro.
Dados los factores que supuestamente hay detrás del fracaso del mercado médico, ¿cuáles son las soluciones propuestas aparte de aumentar constantemente las primas y deducciones? Los costes desbocados requieren limitar las alternativas de los pacientes con respecto a planes y doctores (como en los intercambios del Obamacare), contratando directamente entre grandes empresarios y hospitales (lo que no vale para las pequeñas empresas y los autónomos).
Algunos políticos incluso han sugerido limitar la innovación tecnológica en la atención sanitaria como medida de recorte de costes. Pero imaginad que a cualquier otro sector (por ejemplo, el sector informático) se le dijera que debe ralentizar la innovación para hacer más asequibles sus productos.

Un sector para buscadores de rentas

El sector de la atención sanitaria ha llegado a estar tan regulado que, de hecho, ha dejado virtualmente de existir como un sector verdaderamente privado y su sentido tradicional. Igual que la American Medical Association, el sector de la atención sanitaria dirigido por Blue Cross Blue Shield se basan en poderosos intereses especiales en busca de rentas, así que pasa lo mismo con el sector de políticas y consultorías de salud derivado de aquel y que lo rodea. Estos sectores, que ni siquiera existirían si el estado no tuviera un control tan férreo ni subvencionara la atención sanitaria, se dedican en buena parte a emitir largas monografías que nadie lee, celebrar simposios interminables en hoteles y urbanizaciones de cinco estrellas y conseguir lucrativos acuerdos de consultoría redactando “soluciones” al creciente número de problemas creados por el sector corporativo-estatal.
¿Debería por tanto ser una sorpresa que tantos economistas de la salud (algunos ganando impresionantes salarios de seis cifras en grupos de consultoría, think tanks y universidades de alto nivel) sepan tan poco, si es que saben algo, o vean alguna relevancia en la cada vez mayor disfunción de la medicina de EEUU a medida que ha ido abandonando los mercados libres? ¿Es sorprendente que tantos economistas actuales de la salud que aceptan explicaciones a medias que muestran una irracionalidad sospechosa, jerarquías de compra y maldiciones tecnológicas también propongan soluciones entre ineficaces y dañinas? No, en absoluto.
En el árbol de decisiones que empieza con una elección entre las ramas del  fallo del mercado y los mercados, el fallo de mercado representa la creación de currículums y los complejos hosteleros de lujo en la costa atlántica de Florida. El mercado libre no es nada de eso, por eso la verdadera economía de la atención sanitaria de EEUU continuará estando en su mayor parte oculta para el público estadounidense y el consumidor de atención sanitaria.

El artículo original se encuentra aquí.

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