sábado, 11 de marzo de 2017

Cada español 'paga' más de 600 euros al año en intereses de la deuda

El siguiente artículo analiza la situación y evolución de la deuda española, el coste que nos supone la misma (en total y por persona), por qué no hemos quebrado (por la insostenibilidad de hacerle frente) y los riesgos actuales.

Y es que se pone de manifiesto varios elementos. En primer lugar, las muy perjudiciales consecuencias de la política de enorme e irresponsable endeudamiento llevada a cabo en España, y que no es otra que el efecto de gastar muy por encima de las posibilidades económicas del país (pese a las históricas subidas de impuestos llevadas a cabo -con las consecuencias negativas que tiene para familias, empresas y trabajadores-, y que ya se sitúan hoy en el pico de recaudación antes del estallido de la crisis (y muy por encima de los años previos). De hecho, hoy gastamos 60.000 millones más que en el 2007, año de inicio de la crisis (480.000 millones € vs. 420.000). Austeridad, le llaman algunos, en el colmo de la manipulación y el profundo desconocimiento de la realidad.


Todo esta política del gasto lleva a endeudar aún más a la sociedad con los múltiples costes de oportunidad y consecuencias que acarrea (impuestos crecientes futuros, recortes futuros, menor crecimiento económico futuro, mayor estancamiento futuro, menores oportunidades laborales y poder adquisitivo futuro, peor prestación de servicios futuro, menor capacidad de inversión y de crédito futuro...).

No es solo lo que acarrea a medio y largo plazo sino lo que ya supone hoy. Hablamos de que cada año, los españoles por esta deuda fruto de la irresponsabilidad política y ciudadana (que la vota, defiende y exige crecientemente mientras se queja de sus consecuencias exigiendo más de los mismo) paga decenas de millones de euros (que implica más impuestos y dinero que no va a otros bienes y servicios y crear empleo allá donde es demandado por los ciudadanos, teniendo que desatender además otros servicios porque los recursos, mal que le pese a los utópicos que tenemos en la política y que venden humo al electorado, que además se lo cree, los recursos son limitados). Hablamos de 280.000 millones en la última década en intereses y de 31.490 millones en 2017 (cada vez más al tener cada vez más deuda, que no se quiere atajar y que sigue creciendo cada año al tener déficits crónicos), de los mayores del mundo (austeridad le llaman también a eso los demagogos de turno).

Y el último punto que hay que considerar y entender es en qué situación estamos y cuáles son las perspectivas y consecuencias ante un cambio de paradigma. En primer lugar, tenemos un enorme déficit del 5% sobre el PIB (gastamos alrededor de 50.000 millones más de los que ingresamos al año) pese a estar creciendo al mayor ritmo de Europa prácticamente (en torno al 3%). Estamos gastando todo esto con un tipo de cambio respecto al dólar mucho más favorable (de lejos) que años atrás (más facilidades para exportar), unos precios del petróleo también muy favorables (más barato, lo que impulsa el crecimiento económico), una inflación en mínimos con tipos en mínimos históricos (lo que permite hacer frente a la deuda más fácilmente y acometer reformas -que están lejos de hacerse en gran medida-), un BCE que está rescatando por la puerta de atrás a los Estados y lleva a cabo políticas ultraexpansivas para dar tiempo a hacer las reformas necesarias para estabilizar las cuentas y permitir un crecimiento económico sostenible en el tiempo (pero que no se llevan a cabo por el coste político que puedan tener y el creciente populismo que se está instaurando en Europa, y que irá a más de no hacerse y escloretizar la economía en mayor medida)...

Pero todo esto son situaciones coyunturales no sostenibles, y cuyo cambio que se producirá sí o sí (menor crecimiento, incremento de la inflación fruto de las políticas expansivas del BCE y el consecuente aumento de tipos de interés y fin de las medidas de compra de activos para hacerle frente...).

En consecuencia, el no hacer los deberes llevará a nuevamente dramáticas consecuencias, que por supuesto serán achacadas a chivos expiatorios (el mercado, Alemania, los ricos, el neoliberalismo -elija el comodín que más se ajuste al sesgo y prejuicio de cada uno-).

Pero es lo que hay...

José Luís Bajo muestra la cuestión de la deuda e intereses de la deuda en el siguiente artículo. 
Artículo de El Economista: 
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El gasto dedicado a abonar los intereses de la ingente deuda pública española asciende, en la última década, a 280.000 millones de euros. Una cifra que serviría para pagar durante dos años las nóminas de los 9,5 millones de pensionistas de nuestro país y que, en realidad, ha costado a cada ciudadano algo más de 6.000 euros desde el año 2007.
Es lo que se desprende del análisis de los últimos proyectos de Presupuestos Generales del Estado. La partida de intereses se contuvo por debajo de los 20.000 millones anuales, el 2% del PIB, durante los años 2008 y 2009. Pero con el estallido de la crisis de deuda en primavera de 2010 ese coste comenzó a dispararse, y ya desde 2013 las Cuentas Públicas deben dedicar, año a año, más de 30.000 millones de euros. El récord negativo lo ostenta el año 2014, cuando el gasto en este capítulo superó los 36.000 millones.






Lo más llamativo de los datos es el pernicioso círculo que provoca el incremento de la deuda pública, que en la última década ha sido de 724.000 millones de euros según las estadísticas del Banco de España. A medida que ese pasivo ha ido aumentando también lo ha hecho el coste de los intereses, hasta tal punto que de toda ese aumento del pasivo, casi el 40% (los 280.000 millones anteriormente mencionados) ha debido dedicarse a satisfacerlos.
A día de hoy, la deuda de las Administraciones Públicas se sitúa en los 1,1 billones de euros, la cantidad más elevada de la historia. En porcentaje esa cantidad es del 99,2% sobre PIB, una décima menor a la del año 2015, prueba de que al menos el vertiginoso aumento experimentado desde 2007 ha logrado frenarse. Con ese volumen, los Presupuestos de 2017 deberán dedicar 31.490 millones de euros este año, 684 euros por persona. ¿Sostenible?

Salvados, por ahora

Que esta tormenta perfecta de aumento del pasivo y de intereses de la deuda no se ha llevado a España por delante se debe a varias causas. Primera y fundamental, la política del Banco Central Europeo (BCE), quien con sus compras ha logrado abaratar el coste de la financiación hasta límites nunca vistos. Si el interés medio de la deuda española en circulación sobrepasaba el 5% hasta 2002 y el 4% hasta 2008, ahora se sitúa en el 2,69%, según detalla el Ministerio de Economía. Lo mismo sucede con el coste de financiación de las nuevas emisiones, hoy en el 0,57% frente al 3,87% de hace una década, seis veces más.
En ese brutal abaratamiento, clave para que la deuda, al borde del 100%, sea sostenible, han tenido que ver también el bajo nivel de inflación, en el entorno del 0 desde comienzos de 2014. Los tipos de interés no solo se han situado en el mínimo histórico para España, que incluso ha llegado a cobrar por financiarse en bonos a tres años: también ha sido así para Alemania, Holanda e incluso Francia.
Y el tercer elemento clave ha sido la recuperación de la confianza exterior por parte de la economía española, que ha pasado de la recesión a avanzar más del 3% y ha reducido el déficit casi a la mitad en solo cinco años.
Ahora bien: ¿qué sucederá si la inflación, de nuevo superior al 3%, persiste al alza y el BCE eleva los tipos? Los problemas pueden volver a aparecer, pues por pura lógica los inversores volverán a exigir intereses más altos en un momento en el que la deuda ni siquiera ha empezado a caer. Una mayoría de estadísticas dan por hecho que en el año 2020 seguirá por encima del 95% del PIB, estancada en los 1,1 billones que actualmente refleja pero con una riqueza económica más elevada.







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