Quién puede dudar que el socialismo sustituyó a la religión como el nuevo "opio del pueblo". Como aquélla, está basada en la fe, no en la razón. El nuevo Dios es el Estado, omnipotente y omnipresente.
La biblia es el manifiesto comunista, dogma de fe. El mesías de turno es el amado líder respectivo, en este caso Chávez, a la que se alaba su "milagrosa obra". Sus sacerdotes son sus políticos, y su evangelio hay que difundirlo en todo el mundo, mediante cualquier medio, que en el caso del socialismo real, solo puede ser mediante la violencia, imposición, ausencia de libertad e inquisición para eliminar toda voz discordante (llámese gulag en el siglo XX, reeducación, encarcelamiento, expropiación...hoy a todo blasfemo y apóstata de dicha religión.
La diferencia es una, y es que a diferencia de la religión convencional, el paraíso que promete es en la Tierra, no en el Cielo, si bien éste, de la misma manera, nunca llega en vida...
No es de extrañar la persecución histórica del socialismo a cualquier religión (así como a controlar la educación, la familia y los medios de comunicación), y es que supone una competencia al pensamiento único, que como buena religión, tiene que ser monoteísta, pues en su adoctrinamiento y creación el "hombre nuevo" que pretende llevar a cabo, no puede haber otra fuente de valores e información distinta a la misma (de ahí la famosa reeducación a toda voz discordante en los gulags).
Aquí tenemos la "oración a Chávez", en el III Congreso del socialismo del siglo XXI:
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