Uzay Bulut analiza la responsabilidad de las atrocidades que se cometen en el mundo islámico.
Artículo de Elmed.io:
Cuando se habla del Estado Islámico, de Boko Haram, de Irán, o de cualquier otro grupo terrorista del mundo musulmán, mucha gente tiende a responsabilizar a Occidente por sus crímenes y devastaciones. Nada más lejos de la realidad. Echar la culpa de los fracasos y errores del mundo musulmán a las naciones occidentales es simplemente fanatismo y un intento de desviar la atención a fin de evitar que lleguemos a la raíz del problema.
Estos grupos terroristas islámicos secuestran mujeres y las venden como esclavas sexuales o esposas, llevan a cabo crucifixiones y conversiones forzosas en masa, tratan de exterminar minorías religiosas y demoler lugares arqueológicos irremplazables: la idea de que todo eso es culpa de Occidente es ridícula, ofensiva y errónea.
Como tantos otros, los Estados occidentales tratan de proteger a sus ciudadanos. Así pues, necesitan tener como socios Estados pacíficos con los que mantener relaciones económicas, comerciales y diplomáticas; no grupos terroristas genocidas que destruyan la vida, la paz y la estabilidad en vastas extensiones del mundo musulmán.
Los Estados occidentales tienen valores democráticos y humanitarios de los que carecen los Estados islámicos. Las experiencias religiosas e históricas del mundo occidental y las del mundo islámico son tan diferentes que éste y aquél acabaron segregando culturas y valores totalmente diferentes.
Occidente, con sus valores judíos, cristianos y laicos, ha generado una cultura mucho más humanitaria, libre y democrática. Lamentablemente, bajo la sharia, gran parte del mundo musulmán ha desovado una cultura misógina, violenta y totalitaria.
Esto no quiere decir que Occidente haya sido perfecto, inmaculado. De hecho, aún comete crímenes terribles: Europa es culpable de allanar el camino para el exterminio de seis millones de judíos durante el Holocausto, y de seguir sin proteger a sus comunidades judías. Incluso hoy, algunos Estados europeos retuercen la lógica para reconocer a Hamás, que abiertamente declara su deseo de perpetrar un genocidio contra los judíos.
Ahora bien, Occidente asume su responsabilidad por los errores o fracasos registrados en sus dominios. Por ejemplo, por no ser capaz de proteger a las mujeres europeas de los violadores musulmanes. Estos individuos se han trasladado a Europa para aprovecharse de sus oportunidades y privilegios, pero en lugar de mostrar gratitud a los pueblos y Gobiernos europeos violan a las mujeres y tratan de imponer la sharia.
Si queremos criticar a Occidente por lo que está ocurriendo en el mundo musulmán, deberíamos criticarlo por no hacer más para acabar con esas atrocidades.
Occidente, especialmente Estados Unidos, debería usar todo su poder para poner fin a todo esto, especialmente al genocidio de judíos, cristianos y otras comunidades no musulmanas que viven en el mundo musulmán.
También beberíamos criticar a Occidente, y a instituciones como Naciones Unidas, con su distorsionado informe sobre la guerra de Gaza, por apoyar a aquellos que, orgullosos, perpetran ataques terroristas contra civiles israelíes y por no ponerse del lado de Israel frente al odio judeófobo genocida.
Deberíamos criticar a Occidente por permitir que en Europa cobre fuerza el antisemitismo islámico, haciendo insufrible el día a día de los judíos.
Deberíamos criticar a Occidente aceptar sin abrir la boca la ocupación turca del norte de Chipre desde hace más de 40 años.
También deberíamos criticar a Occidente por dejar la suerte de los kurdos, pueblo perseguido y sin Estado, en las misericordiosas manos de Turquía, Irán, Irak, Siria y ahora el ISIS. El 25 de junio el Estado Islámico perpetró un nuevo ataque letal en la localidad kurda de Kobani, fronteriza con Turquía, en el Kurdistán sirio. Decenas de personas murieron o resultaron heridas.
Y deberíamos criticar especialmente al actual Gobierno de Estados Unidos por no haber actuado en serio para detener a grupos extremistas islámicos como el ISIS y Boko Haram.
Podríamos seguir.
Por otro lado, no sería normal afirmar que todos estos grupos o regímenes confunden, en el mismo sentido, las enseñanzas de su religión.
Tampoco sería realista afirmar que Occidente ha creado todos esos cientos de grupos terroristas islámicos en todo el mundo musulmán.
Entonces, la pregunta es: ¿qué o quién ha creado todos estos regímenes y grupos terroristas?
En casi todo el mundo musulmán campan por sus respetos la discriminación sistemática e incluso el asesinato, especialmente de mujeres y no musulmanes. Y no sólo por obra de las organizaciones extremistas islámicas. También cometen esos desmanes, a diario, muchos civiles que no están ligados a ellas. La yihad (guerra al servicio del islam) y la subyugación de los no musulmanes están profundamente arraigadas en las escrituras y la historia del islam.
Desde el s. VII, Ejércitos musulmanes han invadido y capturado tierras de judíos, cristianos, hindúes, budistas y zoroastrianos. Llevan 1.400 años de yihad contra otras religiones.
Mucha gente parece impactada, con razón, por la barbarie del ISIS, pero la yihad islámica no es cosa exclusiva del ISIS. La violencia yihadista tiene una tradición centenaria en la ideología islámica. El ISIS es sólo uno de los ejércitos yihadistas del islam. Hay más.
Todo esto es asunto islámico. El Occidente libre no tiene nada que ver con la creación y preservación de esta cultura no libre.
Por el contrario, Occidente ha sido víctima de las campañas militares y los afanes imperialistas islámicos. Pueblos cristianos de Europa estuvieron expuestos a la opresión otomana durante siglos. La caída del Imperio Bizantino fue el punto culminante de la yihad en tierras cristianas. Numerosos lugares de Europa –Grecia, Bulgaria, Albania, Bosnia, Croacia, Hungría, Serbia, Chipre, etc.– fueron invadidos y ocupados por los ejércitos otomanos. Otros, como Venecia, Austria y Polonia, tuvieron que librar cruentas guerras para protegerse.
Los problemas históricos y contemporáneos del mundo musulmán no son, por lo tanto, un producto importado. Son problemas políticos y culturales propios, con los que se las han tenido que ver durante siglos los regímenes y pueblos musulmanes.
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La revista The Week ha enumerado algunas de las cosas que no pueden hacer las mujeres en Arabia Saudí: las saudíes no pueden “ir a ningún sitio sin un acompañante masculino, abrir una cuenta bancaria sin el consentimiento de su marido, conducir un coche, votar en las elecciones, nadar, participar libremente en competiciones deportivas, probarse unos pantalones, entrar en un cementerio, leer una revista de moda no censurada, comprar una Barbie, etc.”.
Por supuesto, no hay nada específico en las escrituras sobre coches, revistas de moda o muñecas Barbie. Pero hay lo suficiente para mostrar por qué todos estos abusos, y más, están extendidos por todo el mundo islámico, y por qué los clérigos, imanes y muftíes los sancionan.
La cuestión es cómo la teología islámica pone las semillas de las que brotan estas discriminaciones sistemáticas, por qué se ensalzan y cómo se reivindican.
Arabia Saudí no es el único país musulmán donde se deshumaniza a las mujeres. A lo largo de casi todo el mundo islámico –también en Turquía, considerado uno de los países musulmanes más progresistas– las mujeres son de continuo sometidas a abusos o asesinadas por sus maridos, exmaridos, novios, padres, hermanos u otros hombres. [2]
¿Tiene que ser EEUU quien diga a esos hombres que traten a sus mujeres e hijas de una manera completamente humana?
¿Es Occidente lo que les impide respetar los derechos humanos o resolver sus asuntos políticos por medios diplomáticos y pacíficos? ¿Son los musulmanes demasiado estúpidos como para tomar decisiones sensatas y actuar responsablemente? ¿Por qué los americanos y los europeos deberían desear lo peor al resto del mundo?
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