Es el día a día en la inmensa mayoría de temas que tocan. Una profunda ignorancia del tema tratado, un dogmatismo exultante, y un populismo sin fin centrado en algún mantra repetido reiteradamente (aunque falaz) con la pretensión recibir el apoyo, aunque no entienda de lo que habla, y dado el lógico desconocimiento del común de los mortales sobre cómo funciona y en qué consiste aquéllo de lo que se habla.
El populismo de toda la vida, que trata de vender soluciones simplonas (y muy contraproducentes) a problemas complejos.
Como decía el gran Murray Rothbard, “No es un crimen ser un ignorante en ciencia económica, que es, después de todo, una disciplina especializada, además considerada por la mayor parte de la gente como una ciencia lamentable. Pero sí es totalmente irresponsable tener una opinión radical y vociferante en temas económicos mientras que se está en ese estado de ignorancia”.
Lo primero es desviar la atención (para que no se desmonte su castillo de naipes y su déficit argumental, pese a mostrar su enorme ignorancia del asunto del que habla, trata de evitar así las causas reales del incremento de la factura de la luz -que por supuesto, critica con palabras mientras defiende y auspicia con sus políticas- y el responsable de la misma.
Y para ello, es necesario un mantra, un chivo expiatorio, una etiqueta vilipendiada y de baja aceptación. En este caso, cómo no, el especulador, una de las palabras más manipulados, y profundamente desconocidas (su significado y función) de la historia.
La especulación no es otra cosa que la previsión de un suceso futuro, con la idea de adelantarte a él y obtener así una mejor situación.
Por ejemplo, me compro un piso hoy, porque creo que el año que viene valdrá más. Me cambio de trabajo, porque pienso que será mejor al actual, me compro un bien ahora, porque creo que los precios subirán (el mejor ejemplo, Venezuela) y no podré hacerlo en el futuro, o un agricultor, que acumula cosechas en previsión de una sequía, o compro una acción, en previsión de que en el futuro valga más, o la vendo porque creo que valdrá menos...
El ser humano especula cada día de su vida en cada decisión de su vida diaria. Cuando elije comprarse una casa y no otra (porque será mejor para su familia), cuando elije una novia y no otra (porque cree prever que será más feliz que con otra), cuando compra un producto en un establecimiento y no en otro (para comprarlo más barato que no en otro que cree estará más caro)...Especular es simplemente prever o intentar anticiparse al futuro para mejorar tu situación.
Es profundamente desconocida su enorme función social, pues se le asocia a que unos malvados especuladores compren un bien, que luego venden mucho más caro cuando hay más escasez del mismo, pretendiéndoles achacar la causa de dicho mayor precio mostrándoles como egoístas.
Lo que no saben, ni parecen entender, es que el especulador, mejora precisamente la situación de todos, hace una labor social, y permite reducir la volatilidad de los precios (los aumenta en épocas de bonanza y excedente y los reduce en épocas de escasez) y dota de liquidez al intercambio (permite que los vendedores necesitados vendan cuando los precios están muy bajos a mejores precios para ellos evitando que caigan más y que los compradores puedan comprar cuando nadie les ofrece lo que quieren vendiendo a un precio menor al que se daría si no estuvieran).
Compra así (o trata, pues si se equivoca pierde, aunque solo se habla de los que no pierden en su intento de prever el futuro) cuando nadie quiere comprar, cuando los precios están bajos, cuando el bien en cuestión es muy abundante (pongamos por ejemplo el trigo ante una cosecha excelente, lo que reduce sus precios al ser muy abundante y cubrir la demanda del mismo). Es decir almacena, en vez de echarlo a perder, lo que hace que el precio no baje tanto, y los ciudadanos ven precios muy asumibles pues el bien realmente no es caro, y venden ese excedente cuando vienen mal dadas, cuando hay escasez, permitiendo que hay así más trigo del que hubiera habido. De esta manera, permiten que más gente disponga de trigo (menos hambre) y que los precios al vender en situación de escasez suban mucho menos de lo que lo hubiera hecho (aunque suban obviamente porque la oferta total es menor a si hubiera abundancia).
Pero ese beneficio que obtienen ante una situación de mayor escasez es criticada por quienes tienen que pagar ahora más (pese a que su función permite que paguen mucho menos que si no estuvieran, y tengan más bienes que comprar que si no hubieran comprado y almacenado en su día).
El populismo tiene así una herramienta perfecta para dirigir la insatisfacción de la gente (mayores precios y menor cantidad de trigo por la sequía) hacia un chivo expiatorio saliendo como su salvador, aprovechando el desconocimiento de la gente.
El ejemplo de este vídeo es lo mismo, solo que más grave. Rallo para quien tenga un poco conocimiento del tema deja en ridículo a Maestre, cuyo único argumento es repetir la palabra especulación, sin entender lo que está hablando para tratar de culpar del aumento del coste de la energía que sufrirán las familias a los especuladores (el sector privado), y evitar que la gente sepa que el culpable de dicha subida (y especulación) es el propio político por sus decisiones de política energética.
En el caso concreto, su decisión de penalizar (encareciendo la factura) de las energías tradicionales para incentivar un mayor uso de las alternativas.
Una ley que entrará en vigor el año que viene, y que ha provocado la compra anticipada de derechos de emisión (y que serían vendidos más tarde a empresas con necesidades de producción, y por lo tanto de superar las permitidas emisiones de CO2 (de eso se trata el mercado, que quienes tengan excedente de derechos de CO2 puedan venderlos a quien tenga insuficiencia de derechos pagando un precio por la misma.
La causa del incremento del precio de la factura que los consumidores veremos (y hemos venido viendo) es una cuestión de política energética por parte de los POLÍTICOS, y la prohibición de dicha especulación en nada afecta al encarecimiento de dicha factura, por mucho que el ignorante, populista y prejuicioso de Maestre no sepa (o no quiera verlo en su estrategia ideológica).
De ahí, que aparente preocuparse mucho de la factura energética para las familias, pero no quiera reducirla bajando el coste político de la misma (que suponen aproximadamente el 60% de la factura), pues nuestra factura está cargada con múltiples impuestos (no solo el IVA que la encarece un 21%), algunos de ellos que se calculan sobre otros impuestos (no el consumo) que ya penaliza la factura. Está también encarecida por el suministro energético a las islas (que se pagan entre toda la península), está encarecida por los bonos sociales (que los pagan el resto de consumidores), está encarecida por las subvenciones al carbón que sale de lo que pagamos en nuestro recibo...
Nada de esto quiere reducir, sino todo lo contrario, y ahora además está de acuerdo en encarecer otras energías no permitiendo que compitan libremente o la gente decida cuál emplear (y cuánto pagar por su factura) para favorecer terceras.
Pero trata de salir como defensor de dichas familias (y de la pobreza energética que tanto critica, pero defiende y ahonda con sus propuestas), mediante la herramienta del populismo barato.
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